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ENCUENTRO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON LOS MIEMBROS DEL COLEGIO CARDENALICIO

PALABRAS DEL CARDENAL ANGELO SODANO
EN LA REUNIÓN DE REFLEXIÓN Y ORACIÓN

Aula del Sínodo
Jueves 23 de marzo de 2006

 

Santo Padre: 

Como decano del Colegio cardenalicio, tengo el honor de dirigirle el devoto saludo de todos los cardenales presentes, y el mío personal. Le estamos muy agradecidos por haber querido convocarnos a esta jornada de oración y reflexión, para una acción común que responda cada vez mejor a los grandes desafíos pastorales del tiempo actual. Están espiritualmente unidos a nosotros también los miembros del Colegio que no han podido participar en el consistorio por compromisos pastorales urgentes en sus sedes o por motivos de salud. Quiero recordar, de modo especial, al decano emérito de nuestro Colegio, el venerado cardenal Bernardin Gantin, que vive ahora en su tierra de Benín, en Cotonú. Como él, también otros señores cardenales han enviado mensajes de saludo, disculpándose por su ausencia. Santidad, le rogamos que los considere presentes en espíritu y los bendiga de corazón.

La oración que acabamos de hacer, juntamente con el Sucesor de Pedro, al inicio de este consistorio nos ha hecho revivir el clima espiritual que reinaba en el Cenáculo, antes de Pentecostés, cuando los Apóstoles se hallaban reunidos en oración con Pedro y María, esperando al Espíritu Santo.

Santo Padre, desde mañana nuestro Colegio cardenalicio constará de 193 miembros, 120 de los cuales son cardenales electores, mientras que los demás ya han superado la veneranda edad de ochenta años. Como es obvio, de los miembros que formaban parte de nuestro Colegio en el momento del cónclave del año pasado, es necesario descontar al cardenal Joseph Ratzinger, elevado a la Cátedra de Pedro, y a los cuatro cardenales fallecidos:  Sin, Caprio, Scheffczyk y Taofinu'u, los cuales ahora desde el cielo orarán por nosotros. Los sentimos aquí presentes espiritualmente.

Todos nosotros tenemos siempre el compromiso de corresponder a nuestra misión en la Iglesia, tal como la resume el Código de derecho canónico, en los once cánones (349-359) que nos atañen, y precisamente en el capítulo:  "De Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalibus". Allí se nos recuerda magistralmente lo que la Iglesia espera de nosotros. Y precisamente para ayudarnos a cumplir mejor esa misión, Su Santidad nos ha convocado ahora.

Varios de nosotros trabajamos en los diversos dicasterios de la Curia romana, al servicio del Sucesor de Pedro. Pero todos recordamos muy bien lo que afirma el canon 349 del Código de derecho canónico, es decir, que "los cardenales asisten al Romano Pontífice, tanto colegialmente, cuando son convocados para tratar juntos cuestiones de más importancia, como personalmente, mediante los distintos oficios que desempeñan, ayudando sobre todo al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal".

Asimismo, en nombre de todos mis queridos hermanos cardenales aquí reunidos desde los diversos países del mundo, quisiera decir al Santo Padre Benedicto XVI que todos estamos cerca de él, cada día, con nuestra oración y con nuestro afecto en Cristo, Pastor supremo de nuestras almas.

La convocación de este consistorio revela a todos cuánta importancia atribuye Su Santidad a las aportaciones de nuestro Colegio cardenalicio. Es verdad que, después del concilio ecuménico Vaticano II, surgió otro organismo consultivo, el Sínodo de los obispos. Pero se trata de dos instituciones complementarias que concurren armoniosamente a ayudar al Sumo Pontífice en su solicitud pastoral en favor de toda la santa Iglesia de Dios.

Su Santidad nos indicará ahora los temas sobre los que desea escuchar nuestro parecer y recoger nuestro consejo. ¡Gracias, Santo Padre!

 

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