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MENSAJE DEL CARD. ANGELO SODANO,
EN NOMBRE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI,
A LA XXVII EDICIÓN DEL «MEETING PARA LA AMISTAD
ENTRE LOS PUEBLOS» (RÍMINI, 20-26 DE AGOSTO DE 2006)

 

A Su Excelencia Reverendísima
Mons. MARIANO DE NICOLÒ
Obispo de Rímini

Excelencia reverendísima: 

Tengo la alegría de transmitirle a usted y a los que participan en el Meeting para la amistad entre los pueblos el saludo cordial del Santo Padre. También este año el título de la manifestación se centra en el hombre y en su más íntima relación con el Creador:  "La razón es exigencia de infinito, y culmina en el presentimiento y el anhelo de que este infinito se manifieste". El hombre "sabe", tiene el confuso y nítido presentimiento de que está hecho para un destino infinito, el único que puede colmar el "espacio" que siente tener en su interior, un espacio que requiere ser colmado. Inquietud, insatisfacción, deseo, imposibilidad de sentirse satisfecho con las metas alcanzadas:  estas son las palabras que definen al hombre y la ley más verdadera de su racionalidad. Se siente fuertemente impulsado a una búsqueda continua, que vaya cada vez más lejos, que vaya siempre más allá de lo que ya ha alcanzado. El hombre, como recuerda tantas veces la Escritura, especialmente en los Salmos, siente nostalgia y suspira:  "Mis ojos se consumen ansiando tus promesas" (Sal 118), afirma el salmista.

Y sin embargo, esta búsqueda de infinito parece "condenada" a realizarse en el límite de lo "finito". En efecto, el hombre, como la realidad a la que aplica su fuerza de conocimiento, está siempre condicionado por su temporalidad y por su espacialidad, así como por el límite de su misma capacidad. Surge entonces la pregunta:  ¿Cómo puede resolver esta paradoja? ¿Cómo puede alcanzar su realización, si lo que podría completarlo está estructuralmente más allá de su alcance?

Teniendo muy presente este desafío del ser humano, el Meeting 2006 quiere volver a proponer con vigor la perenne verdad del cristianismo:  Dios, el Infinito, ha descendido a nuestra finitud para poder ser percibido por nuestros sentidos. Así el Infinito ha "respondido" a la búsqueda racional del hombre finito. Aquí radica la "revolución" cristiana:  Dios creador "responde", hoy y permanentemente,  a  la  búsqueda racional del hombre, que tiende a él, sale al encuentro de la criatura, que suspira por él. Al hacerse hombre entre los hombres, el Hijo unigénito de Dios afirma:  "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). Estas palabras se traducen en una invitación que la Iglesia no deja de dirigir a los hombres de todas las latitudes y culturas. El Meeting para la amistad entre los pueblos de este año quiere hacerse eco de esa invitación, recordando que el Infinito se ha hecho "encontrable", que a todo hombre le es posible conocer a Dios y saciar en él su sed.

En Dios, que se ha revelado en Cristo, es posible particularmente la experiencia de la paz. En este momento de profunda inquietud, el pensamiento del Santo Padre se dirige a Tierra Santa y a las regiones de Oriente Próximo, que fueron  testigos de la historia de la salvación, que culminó con la encarnación, muerte y resurrección de Jesús. Allí viven poblaciones hoy atormentadas por la enemistad, por la falta de diálogo y reconciliación,  por la violencia que pisotea todo derecho y toda legítima expectativa de las personas de buena voluntad.

El Sumo Pontífice aprovecha de buen grado esta ocasión para exhortar a todos a orar al Dios de la paz, a fin de que toque el corazón de todos los implicados en ese enfrentamiento que perdura ya desde hace demasiado tiempo y que ha causado innumerables víctimas.

Que María, la Madre del Príncipe de la paz, obtenga que los pueblos que habitan en esas tierras se reconozcan como hermanos y colaboren en la construcción de una paz justa y duradera.

Benedicto XVI acompaña estos deseos con la seguridad de un constante recuerdo en su oración, mientras con afecto le envía su bendición apostólica a usted, excelencia reverendísima, y a todos los presentes en esa cita anual organizada por Comunión y Liberación.

Aprovecho de buen grado la ocasión para formular también de mi parte los deseos más cordiales de buen trabajo, mientras me confirmo afectísimo en el Señor.

Vaticano, 18 de agosto de 2006

Cardenal Angelo SODANO
Secretario de Estado

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