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CARTA DEL SECRETARIO DE ESTADO DOMENICO TARDINI,
EN NOMBRE DEL PAPA JUAN XXIII,
A LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL CATÓLICA
DE EDUCACIÓN FÍSICA

 

Habéis querido que el cincuenta aniversario de la fundación de la Federación Internacional Católica de Educación Física se conmemore con la reunión en París de una Asamblea General especialmente solemne, habéis deseado recibir, con tal ocasión, de Su Santidad Juan XXIII algunas palabras de aliento y de bendición. El Santo Padre, accediendo muy gustoso a este deseo filial, me ha confiado el encargo de haceros llegar, con sus vivas felicitaciones por el gran trabajo realizado arlo largo de medio siglo, sus votos a fin de que en el futuro realice vuestra Federación una ;creciente actividad y alcance aun éxito cada vez mayor.

El establecimiento de sociedades deportivas católicas que agrupan a numerosos jóvenes y adultos ha permitido, sin duda alguna, a lo largo de los años transcurridos, practicar las diferentes disciplinas deportivas, siguiendo las directrices de ta Iglesia y los principios cristianos, a un número de adheridos cada vez mayor. La Federación de estos diversos grupos en el seno de vuestro organismo internacional les ha proporcionado además el medio de entrar en preciosos contactos con la UNESCO, que os acoge hoy en su sede. Y se puede ,esperar que vuestra presencia en la Conferencia de las Organizaciones Católicas Internacionales será fuente de valiosos intercambios entre vuestra asociación y los ,demás ;miembros.

Es muy justo alentar vuestro deseo de reclutar adheridos en los diversos medios sociales, de procurarles adecuadas tareas y asegurarles alojamientos sanos y educativos ofreciéndoles una amplia y variada gama de deportes. Vuestra preocupación por dar a los jóvenes una sólida formación moral y cristiana, por utilizar las virtudes indiscutibles del deporte para favorecer una auténtica vida espiritual, merece, sobre todo, los más vivos elogios. En la edad difícil del crecimiento y de la adolescencia, ayudar a las familias a asegurar a sus hijos ya mayores equilibrios, buena salud y alegría de vivir; establecer, gracias al espíritu de equipo, un sentido comunitario desarrollado; favorecer la amistad abierta y generosa; templar las energías y forjar los caracteres por las duras exigencias de un entrenamiento deseado y aceptado a pesar de su dureza; desarrollar el dominio de sí mismo y el sentido del orden; ser, en fin, una escuela de lealtad, de valor y de desprendimiento, tales son las tareas irremplazables que os corresponden y que el Soberano Pontífice os anima a proseguir incansablemente.

La Iglesia, en efecto, ha alentado muchísimas veces la sana práctica del deporte que siempre ha tenido su puesto en su enseñanza. Basta recordar el interés de Pío XI por el deporte, las enseñanzas de Pío XII sobre el tema en numerosos discursos y la benevolencia manifestada por Su Santidad Juan XXIII en diversas ocasiones y últimamente el año pasado al celebrarse en Roma los Juegos Olímpicos. El deporte, puesto al servicio del desarrollo completo del hombre, puede permitir un mejor despliegue de la persona creada a imagen de Dios y redimida por Jesucristo, servir y favorecer la fortaleza del espíritu y su predominio sobre el cuerpo, formar hombres y mujeres disciplinados y enérgicos que puedan ser en sus respectivos ambientes un fermento de regeneración cristiana. Contrariamente a la concepción materialista que no conoce más que la parte física del hombre y sobrestima ilimitadamente el cuerpo, su belleza y su armonía, vuestra Federación demuestra con su ejemplo vivo que el sano ejercicio del deporte, lejos de enervar el sentido moral, le refuerza educándole en las virtudes naturales y proporcionándole un fundamento sólido a las virtudes sobrenaturales.

Vosotros contribuís de esta manera, felizmente, a la misión evangelizadora de la Iglesia. Que, con la ayuda de Dios, podáis proseguir el hermoso trabajo realizado a lo largo de este medio siglo y que con la autoridad reciente que os proporciona el aumento constante de efectivos en vuestra Federación, podáis hacer oír cada vez mejor vuestra voz en el seno de los grandes organismos deportivos para recordarles, con el valor educativo del deporte, su puesto subordinado a los valores espirituales, únicos que son el fundamento de un verdadero humanismo.

Estos son los votos que Su Santidad se complace en formular con ocasión de este aniversario. Y en prenda de su paternal benevolencia para la Federación Internacional Católica de Educación Física, otorga de todo corazón a su celoso presidente, a sus devotos dirigentes y consiliarios y a todos sus miembros una amplia bendición apostólica.

Satisfecho de transmitiros este precioso mensaje, os ruego que aceptéis, señor presidente, con mis voto personales para el mayor éxito de esas reuniones, el testimonio de mi sincero afecto en N. S.

Domenico cardenal Tardini
Secretario de Estado

 

Del Vaticano, 29 de marzo de 1961

 

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