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MENSAJE DEL SECRETARIO DE ESTADO, CARDENAL CICOGNANI,
Señor presidente: Del 2 al 11 de noviembre próximo tendrá lugar en Río de Janeiro, bajo vuestra presidencia, el II Consejo Internacional de la Juventud Obrera Cristiana. Me es muy grato, en esta ocasión, hacerme intérprete de los paternales sentimientos de Su Santidad hacia todos los participantes en esa asamblea y de sus votos por el pleno éxito de sus trabajos. La presencia en esas reuniones brasileñas de cerca de trescientos dirigentes nacionales de la J. O. C., provenientes de todos los continentes, es un testimonio de la vitalidad de vuestro movimiento en todo el mundo e indudablemente ese encuentro ha de significar un nuevo impulso misionero y ha de reforzar la unión de los jóvenes obreros de todas las razas y de todo color en el Cuerpo Místico de Cristo. El Santo Padre, que se regocija grandemente por los progresos alcanzados por los jocistas, les alienta de todo corazón a que continúen hacia adelante, seguros en la gracia de Cristo Jesús. Pues, según la palabra del Apóstol, es en Él en quien deben estar "enraizados y fundados, sostenidos en la fe que les ha sido enseñada, desbordantes de acciones de gracias" (Col. 2, 7). ¡Qué tarea tan enaltecedora la de colaborar en la redención de toda la juventud obrera del mundo y de revelarle, no importa cual fuere su miseria material, moral y espiritual, la imagen del Dios vivo, creador y redentor de nuestras almas! Por su vida misma, por su trabajo santificado por el estado de gracia y por la acción basada en la oración y nutrida por la gracia sacramental, los jocistas participarán así en "la construcción del Cuerpo de Cristo" (Efes. 4, 12). Unidos en la amistad y animados por la caridad mantendrán la preocupación permanente del apostolado personal en el medio en que actúan, vinculación con los demás movimientos católicos de la juventud, dando a sus hermanos en el trabajo el ejemplo de una atrayente comunidad cristiana. El programa de estas jornadas de estudio da un lugar destacado a "la preparación de jóvenes obreros y obreras para la vida de familia" y a la acción internacional de la J. O. C. Son, indudablemente, dos puntos de capital importancia. Es, en efecto, indispensable que en medio de loa trastornos del mundo moderno la familia sepa conservar su carácter de santuario sagrado, en el cual el hombre y la mujer se desarrollen en el amor conyugal y en los gozos de la paternidad y de la maternidad. La J. O. C. ya ha hecho mucho, pero jamás hará demasiado para formar a los jóvenes que en el día de mañana serán los jefes de familia y las protectoras del hogar. Y, por otra parte, ¿cómo no regocijarse que sus representantes hagan oír su voz en el seno de las grandes organizaciones internacionales en favor de leyes que permitan cada vez más a los jóvenes obreros poder disfrutar de las condiciones de vida y de trabajo que sean las más conducentes a favorecer el pleno desarrollo humano y cristiano de sus personas? El Santo Padre, quien aun recientemente manifestaba su paternal solicitud por todos los obreros en su carta encíclica Mater et Magistra, hace votos para que la reunión de Río de Janeiro constituya el punto de partida de un nuevo impulso de la J. O. C., especialmente en los países de América Latina, tan caros a su corazón. Con estos sentimientos, y con gran beneplácito, concede al querido e infatigable monseñor Cardijn, a usted que ha de presidir estas reuniones, a los participantes del II Consejo Internacional, así como a todos los consiliarios y militantes de la hermosa familia jocista extendida por todo el mundo, su paternal bendición apostólica. Complacido de transmitiros este precioso estímulo de Su Santidad, formulo por mi parte los mejores votos por los trabajos de la gran internacional católica de jóvenes obreros y la seguridad, señor presidente, de mis sentimientos muy fieles en N. S. Vaticano, 25 de octubre de 1961.
A. G. CARDENAL CICOGNANI
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