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MENSAJE DEL CARDENAL AGOSTINO CASAROLI
A LA VIII REUNIÓN CONFERENCIA DE LOS JEFES DE ESTADO
Y DE GOBIERNO DE LAS NACIONES MIEMBROS
DEL MOVIMIENTO DE PAÍSES NO-ALINEADOS

5 de agosto de 1986

 

Excmo. Sr. Don Robert G. Mugabe,
Primer Ministro de Zimbabue,
Presidente de la VIII reunión vértice del Movimiento de los Países No-Alineados
.

Excelencia:

Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, ha apreciado enormemente la invitación hecha a la Santa Sede para asistir, en condición de invitada, al VIII encuentro cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno del Movimiento de Países No-Alineados, y me ha encargado transmitir a usted y a todos los líderes presentes en Harare, desde el 26 de agosto al 7 de septiembre, sus cordiales saludos y asegurarles al mismo tiempo sus mejores votos por el éxito total de esta importante asamblea.

Este octavo encuentro de la Cumbre tiene un significado histórico particular, pues coincide con el 25 aniversario de la fundación de vuestro Movimiento y se realiza en un momento en el que los actuales retos internacionales exigen de todos los Jefes de las naciones sabiduría y disponibilidad crecientes en orden a un trabajo común.

Vuestro Movimiento, que concentró sus actividades inicialmente en los problemas relacionados con el acceso de nuevos Estados a la independencia política y que se ha ido ampliando hasta llegar a incluir gran número de naciones, dedica actualmente especial atención a la mejor organización del desarrollo económico de sus países miembros, tanto en sus relaciones mutuas como en las que mantienen con los países industrializados. El Movimiento está intentando asimismo crear estructuras de diálogo y de cooperación que ayuden a reforzar la paz mundial.

Es evidente que la intensificación del diálogo entre los países del Sur puede conducir al necesario restablecimiento de los grandes equilibrios mundiales —económico, comercial y cultural— que influyen en la dinámica de la paz.

Su Santidad sigue con suma atención las etapas de ese proceso, que parece estar entrando en una nueva fase caracterizada por una conciencia más clara del carácter global de la paz. La justicia en los intercambios económicos mundiales, el estudio concertado de soluciones al grave problema del endeudamiento internacional, la voluntad de poner fin a la carrera de armamentos nucleares y convencionales y al comercio indiscriminado de armas, la lucha contra el terrorismo, la solución negociada de los conflictos locales: todos estos aspectos constituyen elementos interdependientes de un proceso conducente a una paz mundial.

Para conseguir ese objetivo es preciso que los valores que son intangibles y reconocidos por todos continúen inspirando la cooperación internacional; el respeto a los derechos humanos en el seno de los distintos países y el respeto a los derechos de los pueblos a la independencia y la autodeterminación; la subordinación de los sistemas económicos y sociales al desarrollo integral de la persona humana, hombre o mujer, en sus dimensiones social, cultural y espiritual.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, confiando en la sabiduría que la creciente responsabilidad de los Jefes de las naciones inspira en ellos, invoca sobre las deliberaciones de vuestra asamblea la bendición del Todopoderoso, origen y fundamento de la unidad de la entera familia humana.

Por mi parte, aprovecho esta ocasión para renovarle la seguridad de mi más alta consideración.

Suyo afectísimo en Cristo,

Cardenal Agostino CASAROLI
Secretario de Estado.

 

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