The Holy See
back up
Search
riga

VIAJE A CHILE DEL CARDENAL SECRETARIO DE ESTADO
(5 – 15 ABRIL 2010)

PALABRAS DEL CARD. TARCISIO BERTONE
EN SU PARTICIPACIÓN EN EL QUASIMODO


Santiago, domingo 11 de abril de 2010

 

Señor Cardenal,
Señor Nuncio Apostólico,
Hermanos todos en el Señor,
Queridos amigos:

Hace mucho tiempo que había oído hablar de esta fiesta singular, y hoy he tenido la alegría de participar personalmente en ella, trasmitiendo también el cordial saludo de Su Santidad Benedicto XVI, que les renueva su cercanía y asegura su oración ferviente por todos Ustedes, en las arduas circunstancias por las que pasa este País. Sabía que la palabra «Quasimodo» hace referencia al texto de una bella antífona de la liturgia de este día, el Segundo Domingo de Pascua, en la que se invita a quienes han gustado la presencia vivificadora de Cristo a desear ardientemente los frutos de su Espíritu y crecer en el camino de salvación.

He asistido a una espléndida manifestación de esa devoción popular tan arraigada en estas tierras y calificada por el Papa Juan Pablo II como un «verdadero tesoro del Pueblo de Dios». Una manifestación muy acorde con el espíritu litúrgico, en la que, con expresivos cantos, se hace una profunda y sentida proclamación de fe en Cristo resucitado y se da gloria a la Trinidad. Se ha gustado ciertamente la presencia de Cristo vivo, y el corazón exulta de un gozo que no se puede callar y que impulsa a anunciar esta verdad fundamental de nuestra fe.

He asistido a una conmovedora proclamación de la presencia real de Cristo en el sacramento de la Eucaristía, hecha con cantos, oraciones, y adornada con todo el colorido de vuestras tradiciones. Una proclamación resaltada por la campana que no deja de sonar, como cuando en la Santa Misa anunciamos que, en la consagración, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Y he visto también, como una elocuente demostración de respeto y veneración al Santísimo Sacramento, el que Ustedes galopen junto a él cubriéndose la cabeza con pañuelos, en vez de sombreros.

He visto con emoción que no dejan la Eucaristía sólo en el templo, sino que la sacan a las calles para que el Señor lleve su auxilio a los más necesitados. En este caso, a los hermanos y hermanas enfermos e impedidos, para que puedan recibir la comunión pascual: una hermosa manera de celebrar el triunfo del autor de la Vida. En efecto, es el Señor quien cambia el duelo en fiesta y el llanto en alegría. Así se entiende en toda su hondura el término popular para describir esta entrañable fiesta: «correr a Cristo», correr acompañando a Cristo, que acude solícito para auxiliar a los enfermos. Muy en consonancia con el Domingo de la Divina Misericordia, la Iglesia manifiesta su predilección por ellos, los va a visitar personalmente a sus casas, los agasaja llenando de flores sus hogares y les lleva su más precioso tesoro, al Señor resucitado, fuente de vida eterna y de esperanza firme. Si algunos no pueden ir a la Eucaristía, la Eucaristía va a ellos. Si no han podido acudir a la reunión de la comunidad en torno a la Eucaristía, la comunidad va con ella a su casa, para que también se sientan igualmente queridos por Dios y hermanos inolvidables que comparten y arropan su gozosa fe en el Señor resucitado.

Todo ello manifiesta el deseo de mantener muy vivas las profundas raíces cristianas de esta tierra chilena y el compromiso de seguir trasmitiendo la fe secular de sus gentes en la familia, en la comunidad creyente y en la sociedad.

Que el Señor les acompañe a todos y les haga perseverar en una vida de fe alegre y solidaria. Qué Él les bendiga con la gracia de la Pascua de resurrección, especialmente en la situación actual, tan difícil por muchos motivos y llena de retos para Chile, que podrán afrontarse con fe viva y ardiente caridad, para superar las dificultades actuales y caminar unidos hacia un mañana luminoso y sereno. Confío este camino a la maternal protección de la Virgen del Carmen, celestial Patrona de este pueblo.

Muchas gracias.

 

 

top