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SALUDO DEL SEÑOR CARDENAL TARCISIO BERTONE,
SECRETARIO DE ESTADO,
EN EL CONCIERTO DE CLAUSURA DEL PROGRAMA
«GAUDÍ A ROMA: ARTE, SCIENZA E SPIRITUALITÀ»

Basílica de Santa María «in Trastevere»
Viernes 13 de enero de 2012

 

Estimats amics, molt bona tarda a tothom.

Queridos amigos, muy buenas tardes a todos

Deseo comenzar saludando al Señor Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona, a los Hermanos Obispos, a la Molt Honorable Señora Núria de Gispert, Presidenta del Parlamento de Cataluña, a la Excelentísima Embajadora de España ante la Santa Sede y a los dignatarios que han querido asistir a este acto, así como a todos los que honran con su presencia la memoria de Antonio Gaudí. Es un saludo lleno de gratitud por la deferente invitación que se me ha hecho, y que se suma a las tantas atenciones recibidas durante mis últimas estancias en Barcelona y Montserrat.

Y, naturalmente, un afectuoso saludo a los «escolans», al director y encargados de la Escolanía. Nos volvemos a ver, esta vez aquí, en la que fue probablemente la primera iglesia dedicada a la Virgen María en la ciudad de Roma. Como veis, Nuestra Madre del cielo nunca nos deja solos, ni aquí ni allá; y escucha con gozo las alabanzas de sus hijos, así como lleva también en el corazón sus alegrías y penas, al igual que sus ilusiones de cada momento. Su rostro estará sin duda sonriente y emocionado por el júbilo de escuchar hoy vuestras voces.

El programa de los actos celebrados en Roma dedicados a la gran figura de Gaudí termina en cierto modo por el principio: la espiritualidad. Esto es lo que inspiró profundamente toda la vida del artista y lo que supo plasmar con genio y dedicación en su obra, mostrando un singular esplendor de horizontes universales, en el que todos pueden apreciar la belleza y la verdad que anida en el corazón humano.

Su proyecto magistral fue el templo de la Sagrada Familia, que el Santo Padre consagró hace poco más de un año, percibiendo en el propósito del artista una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza, expresándolo no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres (cf. Homilía en Barcelona, 7 noviembre 2010). Las obras de Gaudí han dejado su sello sobre todo en su amada tierra catalana, aunque no desdeñó llevar la huella de su alma a otras partes, como a León y Cantabria; y lo hubiera hecho en lugares aún más lejanos si hubiera podido. No tenía límites su corazón de creyente en Cristo y de artista de raza, pues, como dijo el Papa en la Sagrada Familia, «la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo» (ibíd.).

En este contexto, bien se ajusta el colofón del canto a estas manifestaciones romanas, como ocurre en las grandes ocasiones de la vida personal y social, y también en la liturgia, en las que las palabras se quedan cortas y se ha de recurrir a la magia de la música. Ella ensalza el júbilo indecible, hace brotar del alma la alabanza, y la súplica desde lo más hondo de un corazón humilde y esperanzado.

Units a la invocació del Papa, «demanem a la Mare de Déu el do de la pau per a tots els homes de bona voluntat»(cf. Angelus, Barcelona, 7 de noviembre 2010).

Moltes gràcies a tots els que han fet possible aquest excel·lent concert i la bellíssima exposició sobre Gaudí al Braccio di Carlo Magno. Es dóna per finalitzada l’exposició «Gaudí i la Sagrada Família».

Que el Senyor us beneeixi!

Que el Señor les bendiga.

 

 

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