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CARTA DEL SECRETARIO DE ESTADO CARD. CICOGNANI,
EN NOMBRE DE SU SANTIDAD JUAN XXIII,
A LA ASAMBLEA GENERAL DE LA CONFERENCIA
DE ORGANIZACIONES INTERNACIONALES CATÓLICAS
[BUENOS AIRES 6-12 DE AGOSTO DE 1962]

 

Vaticano, 25 de julio de 1962

Señor presidente:

El Padre Santo ha sabido con satisfacción que la Conferencia de Organizaciones Internacionales Católicas, siguiendo su ritmo, tendrá su próxima asamblea general en Buenos Aires del 6 al 12 de agosto de 1962.

Intencionalmente y a propósito se ha escogido el lugar de esta reunión en América latina. Esta elección ha sido animada por el presidente del CELAM, lo mismo que por el episcopado argentino, y vuestros trabajos se desenvolverán, bajo la égida paternal de su eminencia el cardenal arzobispo de Buenos Aires, en el seno de una nación particularmente hospitalaria.

A pesar de las dificultades de la empresa, la Conferencio de las OIC ha querido tener por primera vez sus reuniones fuera de Europa. Signo éste de un nuevo esfuerzo, del que no se puede menos que felicitar a sus autores. La reunión de diferentes organizaciones católicas —completada por las reuniones, que no fallarán, cada una por su cuenta, antes o después de la asamblea general— alentará en gran manera al laicado cristiano del continente Latinoamericano. Y la presencia simultánea en la Argentina de numerosas personalidades católicas de diversos países, testimoniando la vitalidad de los movimientos de apostolado en el inundo, será para todos un feliz estimulante.

Por otra parle, el tema escogido para las sesiones de estudio, “Tareas comunes de las OIC a la luz de la encíclica Mater et Magistra, tendrá, por su actualidad, una importancia especial. No hay espacio para mencionar aquí las cuestiones a las que dedicarán sus trabajos las OIC. Pero, trátese del resurgimiento del mundo rural, de la promoción obrera o de la solidaridad internacional de los cristianos en el plano intelectual, moral, social o económico, importa que se desarrolle según los deseos expresados en la encíclica, una cooperación cada vez más extensa entre los movimientos católicos, no solamente entre países, sino entre continentes. Los miembros de la Conferencia son conscientes, por otra parte, de la urgencia de esta colaboración fraternal, cuyas modalidades concretas ellos tienen el deber de precisar, Traducirán de esta manera a la realidad la afirmación de la encíclica por la cual Su Santidad Juan XXIII, como su inmediato predecesor, señalaba el carácter imperativo y urgente de las responsabilidades del laicado mundial: “La Iglesia afronta hoy una tarea inmensa: dar uno nota humana y cristiana a la civilización moderna… La Iglesia realiza esta tarea sobre todo por medio de sus hijos, los seglares”.

El Papa tiene confianza en que los intercambias de Buenos Aires aportarán una respuesta eficaz a su esperanza, dando al apostolado internacional de los seglares un nuevo impulso, fecundo en realizaciones duraderas. Pidiendo para estas sesiones una gran efusión de las luces de lo Alto, él envía a los prelados que os ayudarán con sus facilidades, a usted mismo y a todos los participantes en la asamblea general, una paternal Bendición Apostólica.

Gustoso de transmitimos tan preciados alientos, os suplico, señor presidente, que suméis el testimonio de mi religioso afecto.

A. G. Card. Cicognani

 

 

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