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MENSAJE DEL CARDENAL SODANO,
SECRETARIO DE ESTADO,
CON MOTIVO DE LA 50ª SEMANA LITÚRGICA
NACIONAL ITALIANA

 

Excelencia reverendísima:

El Sumo Pontífice ha sabido con profundo agrado que del 23 al 27 de agosto próximo tendrá lugar en Mantua la Semana litúrgica nacional, que este año se celebra por quincuagésima vez.

Con esta iniciativa, el Centro de acción litúrgica, ya desde el año 1949, ha querido brindar una contribución específica al desarrollo del movimiento litúrgico a través de la profundización de la doctrina teológica y la promoción de la sensibilidad pastoral, con vistas a una animación cada vez más viva de las celebraciones en las comunidades de las Iglesias que están en Italia.

Su Santidad manifiesta gran satisfacción por el bien realizado durante estos cincuenta años y, al mismo tiempo que se une a la común acción de gracias por el intenso esfuerzo realizado en favor de la calidad de las celebraciones, desea que el Centro de acción litúrgica siga trabajando por el crecimiento de la pastoral litúrgica en Italia, privilegiando con sabiduría y equilibrio el camino de la formación, en colaboración con las demás instituciones y organismos interesados en la liturgia.

Algunos mensajes pontificios, enviados con ocasión de acontecimientos semejantes, recuerdan efectivamente que «estas jornadas litúrgicas anuales, que jalonan el gradual avance del movimiento litúrgico en Italia, representan otras tantas piedras miliarias en el camino de una participación más consciente, activa y comunitaria de los fieles en la acción litúrgica, participación que se ha ido afianzando con tangibles frutos espirituales» (Pablo VI, Mensaje a la XXIII Semana litúrgica nacional de Italia, 28 de agosto de 1972: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de septiembre de 1972, p. 2). «Dichas Semanas (...) no se limitan a ofrecer a los participantes un frío contacto conceptual con la liturgia, sino que los llevan a vivirla y saborearla con celebraciones diarias en las que participa con entusiasmo toda la asamblea, facilitando de este modo la posterior reflexión teológica» (Juan Pablo II, Mensaje a la XXXII Semana litúrgica nacional de Italia, 24 de agosto de 1981: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 13 de septiembre de 1981, p. 12).

En el largo camino de su actividad, el Centro de acción litúrgica, atesorando las enseñanzas de los Sumos Pontífices y del concilio Vaticano II, y valorando múltiples contribuciones de los obispos, de los liturgistas y de cuantos se preocupan por la promoción litúrgica en Italia, ha sabido reunir en torno a la Palabra y a la Eucaristía al pueblo de Dios, en la diversidad de sus carismas y ministerios. Asimismo, ha dedicado las Semanas a un conocimiento y a una experiencia más profundos de las celebraciones litúrgicas, para transformarlas cada vez más en el lugar privilegiado del encuentro salvífico de Cristo y en manifestación viva de la Iglesia.

Al reconocer en estas meritorias realizaciones el resultado del esfuerzo generoso y constante de los responsables del Centro, de las diócesis que las acogen y de cuantos las han hecho posible con plena fidelidad a las orientaciones del magisterio de la Iglesia, el Santo Padre les manifiesta su profunda gratitud y sus mejores deseos de que aumenten su celo para «fomentar la sagrada liturgia, ya que ésta es la primera y más necesaria fuente en la que los fieles beben el espíritu verdaderamente cristiano» (Sacrosanctum Concilium, 14).

El tema de la 50ª Semana: «A ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y gloria», se inserta plenamente en la celebración del gran jubileo del año 2000, en el que la alabanza y la acción de gracias por la obra de la salvación y redención suben al Padre, por Cristo, en el Espíritu. En la carta apostólica Tertio millennio adveniente el Sumo Pontífice observa que «el jubileo, centrado en la figura de Cristo, llega de este modo a ser un gran acto de alabanza al Padre: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Ef 1, 3-4)» (n. 49).

Desde la perspectiva de este intenso camino eclesial, vuestra Semana está llamada a atraer la atención hacia algunos puntos orientadores: la súplica de toda asamblea se dirige al Padre, por Cristo, y en el Espíritu Santo; la obra del Padre anima las celebraciones del Año litúrgico; la oración del Padre nuestro es síntesis del Evangelio y modelo de la oración cristiana. La oración de la Iglesia está unida a la oración de Cristo; en efecto, la Iglesia implora al Padre en cuanto Cuerpo de Cristo, y la misericordia del Padre se celebra en el sacramento de la reconciliación, que la Iglesia recibió de Cristo mismo en la tarde de Pascua. La experiencia del perdón de Dios corona el camino de conversión que el hombre está llamado a recorrer para obtener el don de la reconciliación.

Como recuerda Su Santidad, durante este último año de preparación inmediata para el jubileo, «el sentido del "camino hacia el Padre" deberá llevar a todos a emprender, en la adhesión a Cristo, redentor del hombre, un camino de auténtica conversión, que comprende tanto un aspecto "negativo" de liberación del pecado, como un aspecto "positivo" de elección del bien, manifestado por los valores éticos contenidos en la ley natural, confirmada y profundizada por el Evangelio. Es éste el contexto adecuado para el redescubrimiento y la intensa celebración del sacramento de la penitencia en su significado más profundo. El anuncio de la conversión como exigencia imprescindible del amor cristiano es particularmente importante en la sociedad actual, donde con frecuencia parecen desvanecerse los fundamentos mismos de una visión ética de la existencia humana» (ib., 50).

El Sumo Pontífice formula fervientes votos para que la celebración de la 50ª Semana litúrgica nacional ayude a las comunidades eclesiales italianas a ser vigilantes, a fin de captar los signos y la espera de la invocación del Padre y, a través de un largo camino de discernimiento, comuniquen y revelen el Rostro paterno de Dios, Padre de todos y fuente de un mundo reconciliado en la justicia y en la caridad.

Desea, además, que la presencia de relatores cualificados, los momentos dedicados a la oración y las vivencias durante la Semana produzcan en los participantes frutos de conversión y reconciliación, para que puedan ayudar a sus respectivas comunidades a celebrar el comienzo del nuevo milenio con la mirada fija en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios (cf. Incarnationis mysterium, 1).

El Santo Padre encomienda a Dios, Creador del cielo y de la tierra, Padre de Jesús y Padre nuestro, los trabajos de la 50ª Semana litúrgica nacional, y, a la vez que invoca la protección materna de María santísima, «hija predilecta del Padre» (Tertio millennio adveniente, 54), le imparte de corazón a usted, venerado hermano, al obispo de Mantua, a los obispos y sacerdotes presentes, a los relatores y a todos los participantes, una especial bendición apostólica.

Aprovecho esta circunstancia para confirmarle mi afecto

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