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DISCURSO DEL PRIMER MINISTRO DE GRAN BRETAÑA,
EDWARD HEATH,
AL SANTO PADRE PABLO VI *

 Jueves 4 de octubre de 1972

 

Santidad:

Ha constituido para mí un gran privilegio el haber tenido esta ocasión de dialogar con Vuestra Santidad sobre algunos de los muchos problemas con que se enfrentan hoy los hombres. Varios de los asuntos tratados, nos conciernen personalmente. Los restantes atañen principalmente sobre la responsabilidad de los demás. Sin embargo, me ha alentado saber que los jefes políticos que deben poner todo su empeño para resolver estos problemas encuentran ayuda en las oraciones de Vuestra Santidad y cuentan con su apoyo para todo cuanto es justo.

Es tarea de todos nosotros el trabajar por la paz y la justicia en todo el mundo. El Gobierno de Su Majestad se ha comprometido a hacer todo cuanto pueda para promover esta causa dentro del propio país y del mundo entero. Mantenemos el firme propósito de trabajar para que termine en Irlanda del Norte la violencia, que ha causado ya la pérdida de tantas vidas, dañado a tantos hombres y mujeres inocentes, y provocado tanto dolor humano, y para que se establezca allí la paz y la justicia, por las cuales Vuestra Santidad espera y ora.

La fuerza de los jefes políticos en nuestra sociedad democrática es ciertamente muy limitada. Nosotros podemos hacer algunas cosas. Podemos intentar introducir ciertos cambios en el movimiento; pero en último término hemos de contar con la responsabilidad del individuo y de la familia. Ellos constituyen la piedra angular de nuestra civilización. Nunca ha sido tan importante corno ahora que el 'individuo en la sociedad se entregue también él mismo a la búsqueda de la paz y de la justicia. Yo estoy seguro que la contribución que los hombres y mujeres individualmente pueden dar en todo el mundo a este importante objetivo encuentra un valioso estimulo en el ejemplo de Vuestra Santidad.

Santidad, me complace agradeceros la amabilidad de habernos hoy recibido. No dudo que todos nosotros sacaremos de vuestro ejemplo el aliento y apoyo que necesitamos en nuestra actuación y en nuestras vidas privadas.


*L' Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n°42 p.8.

 

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