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Sermón 

"Se llama día del nacimiento del Señor a la fecha en que la Sabiduría de Dios, se manifestó como niño y la Palabra de Dios, sin palabras, emitió la voz de la carne. La divinidad oculta fue anunciada a los pastores por la voz de los ángeles e indicada a los magos por el testimonio del firmamento. Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: La verdad ha brotado de la tierra y la justicia ha mirado desde el cielo (Sal 84,12). La verdad que mora en el seno del Padre ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una madre. La verdad que contiene al mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de mujer. La verdad que alimenta de forma incorruptible la bienventuranza de los ángeles, ha brotado de la tierra para ser amamantada por pechos de carne. La verdad a la que no le basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. ¿En bien de quién vino con tanta humildad tan grande excelsitud? Ciertamente, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos. ¡Despierta, hombre; por ti, Dios se hizo hombre! ¡Levántate, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará! (Ef 5,14) Por ti, repito, Dios se hizo hombre. Estarías muerto para la eternidad si él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca te podrías liberar de la carne de pecado si él no hubiese tomado la semejanza de la carne de pecado. Una miseria inacabable te dominaría si no hubiera tenido lugar esta misericordia. No hubieses revivido si él no se hubiese asociado a tu muerte. Hubieses desfallecido si él no te hubiese socorrido. Hubieses perecido si él no hubiese venido."

Agustin, Sermón 185, 1 

Oración 

Dónanos tu Cristo, haznos conocer tu Cristo, háznoslo ver, no como lo vieron los judíos que lo crucificaron, sino como lo ven los ángeles que se llenan de alegría. – Com. sobre los Salmos 84, 9

De Ateneo Pontificio "Augustiniamum"

                  

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