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De la “Carta a los fieles” de San Francisco de
Asís
"Los que no quieren gustar cuán suave sea el Señor (cf
Ps 33, 9)
y aman las tinieblas más que la luz (Jn 3, 19), no queriendo cumplir los
mandamientos de Dios, son malditos; de los cuales se dice por el
profeta: Malditos los que se apartan de tus mandamientos (Ps 118, 21).
Pero, oh cuán bienaventurados y benditos son aquellos que aman a Dios y
hacen como dice el mismo Señor en el Evangelio: Amarás al Señor tu Dios
con todo el corazón y con toda la mente y a tu prójimo como a ti
mismo (Mt 22, 37, 39).
Amemos, pues, a Dios y adorémoslo con corazón puro y mente pura, porque
buscando él esto sobre todas las cosas, dijo: Los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y verdad (Jn 4, 23). Pues todos los
que lo adoran, es preciso que lo adoren en el Espíritu de la verdad
(cf Jn 4, 24). Y digámosle alabanzas y oraciones día y noche (Ps
31, 4) 6, 9), diciendo: Padre nuestro, que estás en los cielos (Mt
6, 18, 1). 9), porque es preciso que oremos siempre y no
desfallezcamos
(Lc 18, 1).
Debemos ciertamente confesar al sacerdote todos nuestros pecados; y
recibamos de él el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Quien no
come su carne y no bebe su sangre (cf Jn 6, 55, 57), no puede entrar en el
reino de Dios (Jn 3, 5). Pero cómalo y bébalo dignamente, porque
quien lo recibe indignamente, come y bebe su propia sentencia no reconociendo el
cuerpo del Señor (1 Cor 11, 29),es decir, sin discernirlo. Hagamos,
además, frutos dignos de penitencia (Lc 3, 8). Y amemos a nuestros prójimos como a
nosotros mismos (cf Mt 22, 39). Y si alguno no quiere amarlos como a sí
mismo, al menos no les acarree males, sino que les haga bien.
En cuanto a los que recibieron potestad de juzgar a otros, ejerzan el juicio con
misericordia, así como ellos mismos quieren obtener misericordia del Señor. Pues
habrá juicio sin misericordia para aquellos que no hicieren misericordia
(Sant 2, 13). Tengamos, pues, caridad y humildad; y hagamos limosna, porque ésta lava las almas de las manchas de los pecados (cf
Tob 4,
11; 12, 9). Pues los hombres pierden todo lo que dejan en este siglo; sin
embargo, consigo llevan el precio de la caridad y las limosnas que hicieron, por
las que tendrán del Señor premio y digna remuneración."
Oración
Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, danos a nosotros miserables
hacer por ti mismo lo que sabemos que tú quieres, y siempre querer lo que te
place, para que interiormente limpiados, interiormente iluminados y por el fuego
del Espíritu Santo abrasados podamos seguir la huellas de tu amado Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, y a ti, Altísimo, llegar por sola tu gracia, que en
Trinidad perfecta y en simple Unidad vives y reinas y eres glorificado, Dios
omnipotente, por todos los siglos de los siglos.
Amén
Preparado por la Pontificia Facultad “San Bonaventura” (Seraphicum).
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