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  SAN PABLO

 EN JERUSALÉN
 

JERUSALÉN: UN JEFE DE LAS IGLESIAS

Pablo vuelve por tercera vez a Jerusalén para informar a los Ancianos sobre su misión entre los gentiles. Encabeza una delegación de gente que representa a las Iglesias fundadas por él, generalmente pagano-cristianos, pero también discípulos judíos, como Timoteo. Se ha convertido en un jefe reconocido (1Co 12-14) de un grupo de comunidades locales en contraposición con las sinagogas y que llevan una vida autónoma en medio de comunidades paganas. Les da el nombre de Iglesias, según la tradición deuteronómica, reivindicando para cada una la dignidad de asamblea del pueblo elegido por Dios reservada en primer lugar a la Iglesia de Jerusalén. Pablo ejerce la autoridad de un apóstol de Jesucristo (1Co 1-21; 2Co 1,1), título con el que se siente muy vinculado.
Pero ahora, en la capital del judaísmo y ante la Iglesia de Jerusalén presidida por Santiago, donde “miles de judíos abrazaron la fe”, se le pide que demuestre su apego a los padres: “y todos comprenderán que te portas como un cumplidor de la Ley” Va al Templo, se purifica con un grupo de nazarenos y lo arrestan . Había escrito a los corintios “Me hecho todo a todos” (1Co 9,2)..


DETENCIÓN EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN

Todo está listo para la explosión: el temor desencadenado por las predicaciones de Pablo en las sinagogas y el desarrollo de este cristianismo que amenaza las estructuras y las leyes. Las tensiones estallan a la llegada de Pablo al templo, el séptimo y último día de la purificación. Algunos judíos venidos de Asia Menor lo reconocen, lo acusan de haber profanado el Templo por entrar con algunos griegos en él y alborotan a la gente, que lo arrastra fuera del Templo.

Gracias a la llegada del tribuno con un tropel de soldados Pablo se salva de la muerte, y quiere aún hablar a la gente. “De pie sobre las escaleras…en medio de un gran silencio, les dirigió la palabra en lengua hebrea”: explica su fidelidad de judío formado en la escuela de Gamaliel, y el encuentro desconcertante en el camino de Damasco que gobierna e inspira su vida. Luego, frente a estos judíos de Jerusalén, añade: «Estando en oración en el Templo caí en éxtasis; y le vi al que me decía: “Date prisa y marcha inmediatamente de Jerusalén pues no recibirán tu testimonio acerca de mí….”»(Hch 22,17), y más adelante: “Marcha, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles” (Hch 22,21). Estas últimas palabras hacen que la muchedumbre se desencadene de nuevo: significa, efectivamente, que la Alianza de Dios con los hijos de Israel está abierta a todos.


EL TIEMPO DE LA PRISIÓN Y DE LOS PROCESOS: JERUSALÉN, CESAREA, ROMA

El tribuno manda que metan a Pablo en el cuartel de Jerusalén para azotarle, pero se libra de la flagelación porque es ciudadano romano. Al día siguiente se celebra el primer proceso ante el sanedrín.

A causa de una conjura de zelotas judíos que quieren matarle es traslado a Cesarea: segundo proceso ante el procurador Félix (años 57-59) ;

Tercer proceso ante el nuevo procurador Festo, dos años después.

Cuarto proceso ante Agripa II: “Este hombre no ha hecho nada digno de muerte o de prisión... Podía ser puesto en libertad si no hubiera apelado al César”.

 
 

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