Santidad:
Le doy gracias de corazón por haber entregado a la Iglesia ortodoxa rusa el icono de la Madre de Dios de Kazan, la Theotokos y siempre Virgen María. El pasado 28 de agosto, fiesta de la gloriosísima Dormición de la Theotokos, la delegación de representantes de la Iglesia católica romana, encabezada por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, nos entregó este icono después de una solemne liturgia divina en la catedral de la Dormición, en el Kremlin de Moscú, llena de fieles, que se dieron cita en ese día sagrado para elevar sus oraciones a la santísima Theotokos.
La entrega de este sagrado icono por parte de sus enviados es considerada por toda la Iglesia ortodoxa rusa como un acto de restablecimiento de la justicia y como un acto de buena voluntad por parte de Su Santidad. Creo que su decisión de entregar el icono manifiesta el deseo sincero de superar las dificultades existentes en las relaciones entre nuestras dos Iglesias. Ojalá que este acontecimiento constituya nuestra contribución común a superar las consecuencias negativas de la historia del siglo XX, marcada por una persecución contra la fe de Cristo de un alcance sin precedentes.
La veneración de la Madre de Dios como "celosa intercesora en favor del pueblo cristiano" (Akathistos al icono de la Madre de Dios de Kazan) -veneración común a las Iglesias ortodoxa y católica- nos remite a los tiempos de la Iglesia primitiva, cuando no había divisiones entre Oriente y Occidente, tan visibles, por desgracia, en nuestros días. La Iglesia ortodoxa rusa, incluso en los momentos más difíciles de sus relaciones con la Iglesia católica romana, siempre e invariablemente ha afirmado su voluntad de desarrollar estas relaciones con espíritu de sincera cooperación. En la entrega del icono de Kazan vemos un paso en la dirección correcta, convencidos de que en el futuro se hará todo lo posible para resolver algunos problemas existentes entre nuestras Iglesias.
Las buenas relaciones entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica romana, que el "Padre sempiterno, Príncipe de la paz" (Is 9, 6) nos llama a mantener, no con palabras sino con obras, son sumamente importantes para el futuro de Europa y del mundo entero. La predicación de los valores cristianos en la sociedad secularizada sólo tendrá éxito si todos los cristianos cumplimos el mandamiento del amor del Salvador: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13, 34). La apertura en las relaciones entre cristianos de diversas confesiones implica respeto recíproco, conocimiento de la historia común y sensibilidad al realizar acciones en territorios donde otra tradición cristiana está presente desde hace siglos.
Una vez más, deseo darle las gracias, Santidad, desde lo más profundo de mi corazón, por este don y expresarle la esperanza de que la santísima Theotokos, que "cura con generosidad y solicitud las enfermedades y las divisiones" (Akathistos al icono de la Madre de Dios de Kazan) derrame su gracia y su misericordia sobre los fieles de nuestras dos Iglesias.
Con amor en el Señor,
ALEXIS II
Patriarca de Moscú y de todas las Rusias