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FREDRICH OVERBECK (1789-1869)
ACUARELA SOBRE CARTÓN - MUSEOS VATICANOS

DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús muere en la Cruz
   

V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelioegún San Lucas. 23, 44-46

Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas
sobre toda la región hasta la media tarde; porque se oscureció el sol.
El velo del templo se rasgó por medio.
Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
"Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu".
Y dicho esto, expiró.

MEDITACIÓN

Después de la agonía de Getsemaní,
Jesús, en la cruz, se halla de nuevo ante el Padre.
En el culmen de un sufrimiento indecible,
Jesús se dirige a él, y le ruega.
Su oración es ante todo invocación de misericordia para los verdugos.
Luego, aplicación a sí mismo de la palabra profética de los salmos:
manifestación de un sentido de abandono desgarrador,
qué llega en el momento crucial,
en el cual se experimenta con todo el ser
a que desesperación lleva el pecado que separa de Dios.
Jesús ha bebido hasta la hez el cáliz de la amargura.
Pero de aquel abismo de sufrimiento surge un grito
que rompe la desolación:
"Padre, a tus manos entrego mi espíritu" (Lc 23, 46).
Y el sentido de abandono se cambia
en abandono en los brazos del Padre;
la última respiración del moribundo se vuelve grito de victoria,
La humanidad, que se había alejado en un arrebato de autosuficiencia,
es acogida de nuevo por el Padre.

ORACIÓN

Jesús, hermano nuestro,
con tu muerte has vuelto a abrir para nosotros
el camino cerrado por la culpa de Adán.
Nos has precedido en el camino
que lleva de la muerte a la vida (Hb 6, 20).
Te has cargado con el miedo y los tormentos de la muerte,
cambiándole radicalmente el sentido:
has cambiado la desesperación que provocan,
haciendo de la muerte un encuentro de amor.
Conforta a los que hoy emprenden tu mismo camino.
Alienta a los que tratan de alejarse del pensamiento de la muerte.
Y cuando para nosotros llegue también la hora dramática y bendita,
acógenos en tu gozo eterno,
no por nuestros méritos,
sino en virtud de las maravillas que tu gracia obra en nosotros.

Jesús,
expirando entregas la vida en manos del Padre
y derramas sobre la Esposa el regalo vivificante del Espíritu.

R /. A ti la alabanza y la gloria por los siglos.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Vidit suum dulcem Natum
morientem, desolatum,
cum emisit spiritum.

  

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