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 © PFARRKIRCHEN STIFTUNG ST. LAMBERT SEEON
Vía Crucis, Felix Anton Scheffler - 1757
Iglesia de San Martín - Ischl, Seeon (diócesis de Múnich) - Alemania

TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez
   

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6

C. Él soportó nuestros sufrimientos
 y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido por Dios y humillado,
 traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable vino sobre él,
sus cicatrices nos curaron.

V.  Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino,
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.


MEDITACIÓN

Según el modo de pensar humano, Dios no puede caer
... y sin embargo cae. ¿Por qué?
No puede ser un signo de debilidad,
sino sólo un signo de amor:
un mensaje de amor por nosotros.

Al caer bajo el peso de la cruz,
Jesús nos recuerda que el pecado pesa,
el pecado abate y destruye
el pecado castiga y hace daño:
por esto el pecado es un mal. [1]

Pero Dios nos ama y quiere nuestro bien;
y el amor lo impulsa a gritar a los sordos,
a nosotros que no queremos oír:
«Salid del pecado, porque os hace daño.
Os quita la paz y la alegría;
os aparta de la vida y hace que dentro de vosotros
se seque la fuente de la libertad y de la dignidad».

¡Salid! ¡Salid!

ORACIÓN

Señor,
hemos perdido el sentido del pecado.
Hoy se está difundiendo con engañosa propaganda
una enloquecida apología del mal,
un absurdo culto a Satanás,
un deseo loco de trasgresión,
una falaz e inconsistente libertad
que exalta el capricho, el vicio y el egoísmo,
presentándolos como conquistas de civilización.

Señor Jesús,
ábrenos los ojos:
haz que veamos el fango
y reconozcamos lo que es,
para que una lágrima de arrepentimiento
nos vuelva a dar la pulcritud
y el espacio de una verdadera libertad.
¡Ábrenos los ojos,
Señor Jesús!

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

O quam tristis et afflicta
fuit illa benedica
mater Unigeniti!


[1] Jr 2,5; 2.19; 5,25.

 

© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana

  

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