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 © PFARRKIRCHEN STIFTUNG ST. LAMBERT SEEON
Vía Crucis, Felix Anton Scheffler - 1757
Iglesia de San Martín - Ischl, Seeon (diócesis de Múnich) - Alemania
 

OCTAVA ESTACIÓN
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
    

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 27-29.31

C. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:

V.  «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: “dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado...”.
Porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»

 

MEDITACIÓN

El llanto de las madres de Jerusalén
inunda de piedad el camino del Condenado,
mitiga la ferocidad de una ejecución capital
y nos recuerda que todos somos hijos:
hijos nacidos del abrazo de una madre.

Pero el llanto de las madres de Jerusalén
es sólo una pequeña gota
en el mar de lágrimas derramadas por las madres:
madres de crucificados, madres de asesinos,
madres de drogadictos, madres de terroristas,
madres de violadores, madres de dementes:
¡... pero siempre madres!

Pero el llanto no basta.
El llanto debe rebosar en amor que educa,
en fortaleza que guía, en severidad que corrige,
en diálogo que construye, en presencia que habla.

El llanto ha de impedir otros llantos.

 

ORACIÓN

Señor Jesús,
tú conoces el llanto de las madres,
en cada casa, tú ves el recóndito lugar del dolor,
tú sientes el gemido silencioso
de tantas madres heridas por los hijos:
¡heridas hasta morir..., siguiendo vivas!

Señor Jesús,
tú deshaces los grumos de dureza
que impiden la circulación del amor
en las arterias de nuestras familias.
Haz que nos sintamos hijos una vez más,
para dar a nuestras madres
–en la tierra o en el cielo–
el orgullo de habernos engendrado
y la alegría de poder bendecir
el día en que nacimos.

Señor Jesús,
enjuga las lágrimas de las madres,
para que vuelva la sonrisa en el rostro de los hijos,
en el rostro de todos.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.
 

Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati,
poenas mecum divide.

 

© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana

   

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