The Holy See Search
back
riga

 
Sor Marie Claire Naidu - Segunda mitad del siglo XX
Iglesia de la Asunción de la Santísima Virgen María
Bangalore (India)

CUARTA ESTACIÓN
Jesús es renegado por Pedro
   

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según san Lucas 22, 54-62

Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo:  «Este también estaba con él». Pero él lo negó:  «¡Mujer, no lo conozco!». Poco después, otro, viéndolo, dijo:  «Tú también eres uno de ellos». Pedro dijo:  «¡Hombre, no lo soy!». Pasada como una hora, otro aseguraba:  «Cierto que este también estaba con él, pues además es galileo». Le dijo Pedro:  «¡Hombre, no sé de qué hablas!». Y en aquel momento, estando aún hablando,  cantó  un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo:  «Antes  que  cante  hoy el gallo, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.

MEDITACIÓN

Pedro afirmaba ser fuerte, pero se derrumbó ante una joven criada. La debilidad humana nos coge por sorpresa y caemos. Por eso Jesús nos pide velar y rezar (cf. Mt 26, 41). Y nos exhorta a renunciar a nosotros mismos y a acercarnos a Dios. Dentro de nosotros hay un "yo" rebelde. A menudo estamos divididos interiormente (cf. St 4, 8), pero no logramos reconocer esta incoherencia interna. Pedro la reconoció, cuando sus ojos encontraron los ojos de Jesús, y entonces lloró. Más tarde Tomás, encontrando al Señor resucitado, se dio cuenta de su propia infidelidad y creyó. San Pablo, a la luz de Cristo, se dio cuenta de su contradicción interna y la superó con su ayuda (cf. Rm 7, 14-25), llegando finalmente al descubrimiento:  "Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20).

ORACIÓN

Señor, ¡qué fácilmente toleramos una divergencia cada vez mayor entre lo que profesamos ser y lo que somos realmente! ¡Con cuánta frecuencia no conseguimos llevar a cabo nuestras propias decisiones y ni siquiera honrar a veces las promesas más solemnes! En consecuencia, a menudo dudamos en el momento de asumir un compromiso definitivo, incluso contigo.

Confesamos que no conseguimos llevar en nuestra vida esa disciplina interior, que se espera de toda persona adulta y que es necesaria para el éxito de cualquier proyecto humano. Concede firmeza a nuestra determinación interior. Ayúdanos a llevar a feliz conclusión toda obra buena empezada. Haznos capaces de estar "firmes, perfectos y adheridos a toda voluntad de Dios" (Col 4, 12).

 

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quæ mærebat et dolebat
Pia mater, cum videbat
Nati poenas incliti.

 

© Copyright 2009- Libreria Editrice Vaticana

  

top