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Sor ELENA MARIA MANGANELLI, O.S.A.
VIA CRUCIS
LECCETO (SIENA) 2011

NOVENA ESTACIÓN
Jesús
cae por tercera vez

Jesús, con su debilidad, fortalece nuestra fragilidad

 

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
 

Lectura del Evangelio según san Lucas 22, 28-30a. 31-32.

«Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino…

Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».

Con su tercera caída, Jesús confiesa el amor con el que ha abrazado por nosotros el peso de la prueba y renueva la llamada a seguirle hasta el final, en fidelidad. Pero nos concede también echar una mirada más allá del velo de la promesa: «Si perseveramos, también reinaremos con él»[1].

Sus caídas pertenecen al misterio de su encarnación. Nos ha buscado en nuestra debilidad, bajando hasta lo más hondo de ella, para levantarnos hacía él. «Nos ha mostrado en sí mismo la vía de la humildad, para abrirnos la vía del regreso»[2]. «Nos ha enseñado la paciencia como arma con la que se vence el mundo»[3]. Ahora, caído en tierra por tercera vez, mientras «com-padece nuestras debilidades»[4], nos indica la manera de no sucumbir en la prueba: perseverar, permanecer firmes y constantes. Simplemente: «Permanecer en él»[5].

 

Humilde Jesús,
ante las pruebas que criban nuestra fe
nos sentimos desolados:
no nos acabamos de creer que nuestras pruebas
hayan sido ya las tuyas,
y que tú nos invitas simplemente
a vivirlas contigo.

¡Ven, Espíritu de la Verdad,
en las caídas que marcan nuestro camino!
Enséñanos a apoyarnos en la fidelidad de Jesús,
a creer en su oración por nosotros,
para acoger esa corriente de fuerza
que sólo él, el Dios con nosotros, puede darnos.


Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Fac ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.


[1] 2 Tm 2, 12a.

[2] Cf. Sermón 50, 11.

[3] Cf. Tratados sobre el Evangelio de san Juan 113, 4.

[4] Hb 4, 15. [5] Cf. Jn 15, 7.

 

© Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana

 

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