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PABLO JOSÉ NARDINI (1822-1862)

Nació el 25 de julio de 1822 en Germersheim, una aldea situada a la ribera del Rhin, de Margarita Lichtenberger y de padre desconocido, por lo que fue bautizado con el apellido de su madre, la cual, dado que no tenía trabajo y por tanto no podía mantenerlo, se lo dio en adopción a su tía, María Bárbara, y a su marido, Anton Nardini, de origen italiano. Estos esposos lo amaban como si fuera su propio hijo y le impartieron una buena educación en todos los aspectos.

Pablo José, aunque siempre amó mucho a sus padres adoptivos, no olvidó nunca a su madre natural; cuando fue nombrado párroco de Pirmasens, se la llevó para que viviera con él en la casa parroquial.

Desde pequeño fue muy aplicado en sus estudios; se distinguió entre sus compañeros por su extraordinaria diligencia y los excelentes resultados que obtenía.

Terminados sus estudios de secundaria, vio cada vez más claramente que tenía vocación al sacerdocio. Por eso, solicitó al obispo mons. Johannes von Geissel que le permitiera ingresar en el seminario de Espira, donde, desde 1841 hasta 1843, estudió filosofía. Concluidos los estudios de filosofía, el obispo mons. Nikolaus von Weis lo envió a estudiar la teología en la universidad de Munich, en la que el 25 de julio de 1846 consiguió el título de doctorado "summa cum laude".

El 5 de junio de 1846, recibió las órdenes menores de manos de mons. Carlo Luigi Morichini, arzobispo titular de Nisibis, y al día siguiente, el subdiaconado. Luego, de nuevo en Espira, tras concluir sus estudios, el 11 de agosto del mismo año fue ordenado diácono en la iglesia del seminario. Y, por último, el 22 de ese mes, fue  ordenado sacerdote en la catedral de Espira.

En los primeros años, desempeñó su ministerio sacerdotal como vicario parroquial en Frankenthal, prefecto del colegio diocesano y rector de la parroquia de Geinsheim. El 17 de febrero de 1851 le encomendaron la difícil parroquia de Pirmasens, situada en una zona muy pobre, donde hasta su muerte, gracias a sus dotes humanas y morales extraordinarias, dio un espléndido testimonio de santidad. Es digno de destacar el hecho de que, animado por un gran celo, en junio de 1853 llamó a las religiosas del Santísimo Redentor de Niederborn para que se encargaran de la educación de los niños.

A estas religiosas les encomendó también que prestaran asistencia asidua a los enfermos, sin distinción de clases sociales o de religión. Sin embargo, el trabajo que debían realizar superaba sus escasas fuerzas; por ello, se enfermaron todas y tuvieron que volver a su casa. El padre Nardini las sustituyó con cuatro mujeres jóvenes de la Tercera Orden Franciscana, con las cuales fundó, el 2 de marzo de 1855, la congregación religiosa de las "Franciscanas Pobres", nombre que después se cambió por el de "Franciscanas Pobres de la Sagrada Familia".

A su muerte, acaecida el 27 de enero de 1862, la Congregación contaba ya con 220 religiosas y con treinta y cinco casas. En 1869 la sede central de la congregación se trasladó de Pirmasens a Mallersdorf, en Baviera.

Sus restos mortales descansan en la capilla de la casa de la Congregación en Pirmasens.

 

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