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MENSAJE DEL CARDENAL SEBASTIANO BAGGIO
CON MOTIVO DEL "DÍA DE HISPANOAMÉRICA" EN ESPAÑA
(2 DE MARZO DE 1980
)

 

El Día de Hispanoamérica que se celebra cada año, celosamente promovido por la comisión episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias para despertar una colaboración eclesial cada vez más fraternal y una solidaridad cristiana cada vez más intensa de la Iglesia de España hacia las de América Latina, en este año de 1980 no puede dejar de invitar a los católicos de esa querida nación española a fijar su mirada en Puebla, por cuanto los doce meses que han pasado desde aquel feliz e histórico acontecimiento eclesial constituyen una proyección suficiente para apreciarlo mejor en su conjunto.

En efecto, el Documento final de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, fruto de "asidua oración, de reflexión profunda y de intenso celo apostólico", ha comenzado a servir, con sus válidos criterios —como apuntaba el Santo Padre en su mensaje del 23 de marzo del año pasado—, "de luz y de estímulo permanente para la evangelización en el presente y en el futuro de América Latina".

Y en tarea tan propia y específica de la Iglesia todos, y de manera, especial los sacerdotes y fieles de España, deben sentirse generosamente comprometidos en íntima comunión y participación con los pueblos de aquel "Continente de la esperanza", como lo ha llamado el mismo Papa.

Tocó a la Iglesia de España, como se reafirma en el Documento de Puebla (núm. 7), establecer en América Latina y dinamizar por una vasta legión de misioneros, de obispos, de religiosos y religiosas, ese substrato católico con sus vitales formas vigentes de religiosidad.

Los mismos obispos latinoamericanos subrayan en otra parte del Documento (núm. 66) el especial reconocimiento que merecen las Iglesias particulares de diversos países que no sólo incrementan, su labor evangelizadora con el envío de presbíteros, religiosos y demás agentes de evangelización, sino que también contribuyen generosamente con su comunicación cristiana de bienes.

Así, pues, en este clima creado por Puebla y siguiendo fielmente sus orientaciones comenzando por las que allí. mismo dio el Papa Juan Pablo II, resulta urgente y entusiasmante corresponder con renovado fervor al llamamiento de este Día, intensificando la deseada y siempre necesaria colaboración: con el don constante de la oración; con el ofrecimiento generoso de personal —sacerdotes y seglares— para el servicio de la evangelización en aquellas jóvenes Iglesias; y con eficaces actuaciones tanto a nivel diocesano como nacional en la misma España.

Esta Pontificia Comisión, testigo como es de la confianza de las Iglesias latinoamericanas en la ayuda fraternal de la Iglesia española en esa triple dimensión de oración, cooperación y actuación, está segura de que el Documento de Puebla —auténticamente interpretado por aquella admirable comunión colegial que le dio vida y puesto en salvo de toda posible manipulación— tendrá un eco profundo entre los católicos de España con una espléndida respuesta a las inmensas exigencias pastorales, que el "Continente de la esperanza" presenta al comenzar este nuevo decenio del siglo, la década de los años 80, para dejar de ser, como acertadamente se dijo, el "continente de las esperanzas frustradas".

Es una 'perspectiva que se abre ahora al empeño de la Iglesia en América Latina y que en Puebla se reafirmó colegialmente en torno a tres grandes verdades, que se dio por llamar el trípode sobre el cual descansa todo el Documento final, o sea la verdad sobre Cristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el hombre.

En la historia de la evangelización del continente esta trilogía se ha venida articulando en forma armónica para que no hubiese desmedro de ninguno de sus tres sujetos, caracterizándose en su fase más reciente por la promoción del hombre, que todavía se encuentra en muchas partes humillado y oprimido.

Continúa pues y se torna más insistente y poderoso el desafío de estas tres verdades frente a los problemas actuales sugiriendo soluciones que, una vez llevadas a la práctica, contribuyan eficazmente a la dignidad y liberación de todo hombre y de todos los hombres.

Quiera Dios que la celebración del Día de Hispanoamérica de este año sea el feliz comienzo de una nueva etapa, según el compromiso asumido por la XXXII asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española, "para potenciar el envío de sacerdotes a la Iglesia de América Latina".

 

Cardenal Sebastiano BAGGIO,
Presidente de la Pontificia Comisión
para América Latina

 

 

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