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PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA

MENSAJE PARA EL «DÍA DE HISPANOAMÉRICA»
QUE SE CELEBRARÁ EN ESPAÑA EL DOMINGO 1 DE MARZO

 

Con la satisfacción de siempre, hágome presente en la celebración de la Jornada del "Día de Hispanoamérica" que tendrá lugar, como de costumbre, el primer domingo de marzo.

Me asocio al renovado acto de amor que todos los católicos de España dedican a las Iglesias de América Latina, conscientes de ser en algún modo los continuadores de la labor de aquellos primeros misioneros que ahí anunciaron a Cristo Salvador, defendieron la dignidad de los indígenas, proclamaron sus derechos inviolables, favorecieron su promoción integral, enseñaron la hermandad como hombres y como hijos del mismo Señor y Padre Dios (cf. Juan Pablo II, Discurso a su llegada a Santo Domingo, 25 de enero de 1979: AAS 71, pág. 154; L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 4 de febrero de 1979, pág. 2).

Expreso a toda la Iglesia de España la viva gratitud de la Pontificia Comisión para América Latina, así como de su consejo general, por el generoso fervor con que mira a aquellas Iglesias y por la atención que presta en la medida de lo posible a sus peticiones de ayuda.

El lema fijado para la Jornada, "Colaboración entre Iglesias hermanas en la misión", encuentra autorizada ilustración en un aparte de las "Normas directivas" emanadas el 25 de marzo, de 1980 por la Sagrada Congregación para el Clero sobre la mutua colaboración de las Iglesias particulares y, específicamente, sobre una mejor distribución del clero en el mundo.

En efecto, al relevar las tareas y deberes de las Iglesias particulares con las otras Iglesias, en ese documento (núm. 14) se lee:

«Dado que la Iglesia particular ha sido formada "a imagen dé la Iglesia universal" en su seno se reflejan la esperanza y la angustia, la alegría y la tristeza de toda la Iglesia... En consecuencia, la Iglesia particular no puede cerrarse en sí misma, sino que —como parte viva de la Iglesia universal— debe abrirse a las necesidades de las otras Iglesias... Este deber de la Iglesia particular lo pone claramente de relieve el Concilio Vaticano II, cuando afirma que la renovación, más aún, la sana reforma de la Iglesia particular, depende del grado de caridad eclesial con el que ella se esfuerza por llevar el don de la fe a las otras Iglesias "la gracia de la renovación no puede crecer en las comunidades, si cada una de ellas no amplía los espacios de la caridad hasta los confines de la tierra, demostrando para quienes están lejos, la misma solicitud que tiene por sus miembros" (Ad gentes, 37)».

¡Ojalá cada una de las diócesis de España llegue a realizar cabalmente tan alto ideal para el mayor bien de la Iglesia en América Latina y para su propio crecimiento!

Vaticano, 15 de enero de 1981.

 

Cardenal Sebastiano BAGGIO,
Prefecto de la Sagrada Congregación para los Obispos
y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina

 

 

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