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MENSAJE DE LA PRESIDENCIA DE LA CAL
CON MOTIVO DEL DÍA DE HISPANOAMÉRICA EN ESPAÑA

 

1. «Espíritu Creador, misterioso artífice del Reino, guía a la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la palabra que salva».

Ésta es la plegaria que nos invita a recitar el Papa durante el año 1998, en el itinerario de preparación al gran jubileo del 2000.

La oración va dirigida al Espíritu Santo, quien «es también para nuestra época el agente principal de la nueva evangelización» (Tertio millennio adveniente, 6).

A él hay que pedirle con insistencia que suscite en la Iglesia evangelizadores, pues, como dice también el Papa, «condición indispensable para la nueva evangelización es poder contar con evangelizadores numerosos y cualificados » (Discurso inaugural de la Conferencia de Santo Domingo, 12 de octubre de 1992, n. 26; cf. Pastores dabo vobis, 82).

2. La Asamblea especial del Sínodo de los obispos para América ha marcado un nuevo ritmo en la tarea evangelizadora siempre viva y fascinante del continente, abriendo grandes perspectivas llenas de luz.

Para sostener e impulsar continuamente ese nuevo ritmo, las Iglesias hispanoamericanas, muchas de ellas ricas ya en sacerdotes y agentes pastorales, aprecian y acogen con buen espíritu la ayuda, a veces muy necesaria, que se les presta desde España.

Ésta se inició hace ya más de cinco siglos y, gracias en gran parte a la misma, América se presenta hoy en el concierto mundial como un conjunto de naciones con fisonomía y cultura específicamente católicas.

Juan Pablo II, en la homilía de la misa de clausura de la Asamblea especial para América del Sínodo de los obispos (12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe), recordó a los «misioneros que durante cinco siglos de historia se comprometieron en la evangelización del continente». Dijo también el Papa: «La Iglesia tiene una gran deuda con ellos. Conocemos muchos de sus nombres porque han sido elevados a la gloria de los altares. Pero la mayor parte de esos misioneros permanecieron en el anonimato, en gran mayoría religiosos a quienes América debe mucho no sólo religiosa sino también culturalmente ».

Ahora, como en otros tiempos, hay en América misioneros españoles que, en el anonimato, secundan generosamente la acción evangelizadora de quienes les precedieron.

Se trata de una continuidad que ha de prolongarse en los años venideros.

3. Por eso, en esta «Jornada de Hispanoamérica 1998», que se celebra en todas las diócesis de la geografía española, hacemos una apremiante llamada para que, «llevados por el Espíritu», como dice el lema escogido este año, no falten evangelizadores —sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos— que sigan marchando a aquellas tierras para, junto con los apóstoles locales y en espíritu de fraternidad con ellos, «anunciar a Jesucristo» —Evangelizare Iesum Christum (cf. Ga 1, 16)— a todos los hombres y mujeres del continente.

Al decir esto, pensamos no sólo en los pueblos iberoamericanos, sino también en los muchos «hispanos», presentes hoy en tantas regiones de los Estados Unidos.

4. «Durante el Sínodo —decía el Papa en la citada homilía— hemos oído ecos de las voces de los primeros evangelizadores de América, recordándonos nuestro deber de convertirnos profundamente a Cristo, la única fuente de comunión y solidaridad auténticas. Ahora es el tiempo de la nueva evangelización, una ocasión providencial para guiar al pueblo de Dios en América a cruzar con renovada esperanza el umbral del tercer milenio».

Esta emblemática fecha, hacia la cual se encamina la Iglesia, hace referencia a Jesucristo, salvador y evangelizador.

Él ha estado en el centro de todo el debate sinodal. Así tenía que ser, aunque tal vez la opinión pública se haya fijado en otras cosas o en otros aspectos que para la Iglesia no son tan centrales.

5. «Jesucristo vivo»: Cristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre.

«Todo lo que se proyecta en el campo eclesial ha de partir de Cristo y su Evangelio, del testimonio del Señor Jesús», decía Juan Pablo II en un reciente Mensaje al Consejo episcopal latinoamericano (14 de septiembre de 1997, n. 6).

En el frontispicio del tercer milenio, la Iglesia tiene que escribir con rasgos perennes el nombre de Jesucristo.

Sólo evangelizadores llenos de gozo y pasión por el Mensaje del Redentor y profundamente enamorados de él pueden lograr esto.

Examinemos con serenidad, a la luz de la palabra de Dios y de las enseñanzas de los pastores, cuál ha de ser la contribución que cada uno de nosotros ha de aportar en la hora presente a la continuación de la obra evangelizadora de la Iglesia en América.

El «Día de Hispanoamérica» es para la España católica el día de la generosidad eclesial con los hermanos del «continente de la esperanza».

 Vaticano, 6 de enero de 1998, solemnidad de la Epifanía del Señor

Cardenal Bernardin GANTIN
Presidente

 Mons. Cipriano CALDERÓN Obispo
Vicepresidente

 

 

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