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CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA

VI JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA 

2 de febrero de 2002 

  

LA JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA, que se celebra cada año el 2 de febrero fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, es para toda la Iglesia la ocasión de alabar al Señor y agradecerle el don de este estado de vida.  

Todos los cristianos tienen una vocación común a la santidad y, como sarmientos de la única vid, están llamados a dar fruto según los carismas particulares y los ministerios con los que el Espíritu Santo les ha dotado. 

“Todos los estados de vida, ya sea en su totalidad como cada uno de ellos en relación con los otros, están al servicio del crecimiento de la Iglesia; son modalidades distintas que se unifican profundamente en el “misterio de comunión” de la Iglesia y que se coordinan dinámicamente en su única misión. De este modo, el único e idéntico misterio de la Iglesia revela y revive, en la diversidad de estados de vida y en la variedad de vocaciones, la infinita riqueza del misterio de Jesucristo” (ChL 55) 

¿Qué representa en la Iglesia la VIDA CONSAGRADA? 

“Enraizada profundamente en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor, es un don de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu. Con la profesión de los consejos evangélicos los rasgos característicos de Jesús -virgen, pobre y obediente- tienen una típica y permanente “visibilidad” en medio del mundo, y la mirada de los fieles es atraída hacia el misterio del Reino de Dios que ya actúa en la historia, pero espera su plena realización en el cielo” (VC 1)  

El 2 de febrero la Iglesia hace memoria del día en que Jesús, primogénito del Padre y de la Familia de Nazaret, hace su ofrenda en el Templo de Jerusalén y somete toda su existencia al Padre. Del mismo modo en este día la vida consagrada quiere renovar su entrega y testimoniar que toda su existencia es una ofrenda constante a Dios para la salvación del mundo. 

Junto al Santo Padreen la Basílica de San Pedro las Consagradas y los Consagrados celebran el misterio del amor del Padre que los ha llamado con una vocación santa, la misericordia de Cristo que les ha consagrado para ser en la Iglesia signo de la radicalidad y profundidad de la vida bautismal, e imploran al Espíritu Santo para que dé fidelidad a su testimonio y abundancia de frutos a su ministerio. 

En las Diócesis, reunidos en torno al Obispo, testimonian la unidad en la diversidad de los ministerios y de los carismas que hacen viva la Iglesia. Juntos, Obispos, Presbíteros, Diáconos y Laicos, aprenden a conocer, amar y acoger los ministerios y los servicios que la Vida Consagrada realiza cotidianamente entre ellos y que muestran la extraordinaria grandeza del amor misericordioso de Dios. 

En las Parroquias, toda la comunidad eclesial local, reunida en torno a los Ministros Sagrados, presta mayor atención a este particular Estado de Vida en la Iglesia y pide con mayor fuerza al Padre celeste el don de nuevas y santas vocaciones a la Vida Consagrada, a fin de que no falten entre ellos el signo de la presencia de Cristo que por ellos se ha hecho pobre, ha vivido en castidad y ha muerto en obediencia al Padre por sus pecados. 

También las comunidades de vida consagrada, especialmente en este día, se abren de modo particular a la acogida y al anuncio humilde y decidido de la propia vocación y consagración, para que los cristianos puedan conocer mejor los servicios y las ocasiones de gracia que por su medio se ofrecen a todo el pueblo de Dios. 

El testimonio de la libertad de los bienes de la tierra, de la totalidad de su amor por Cristo, de la alegría de buscar y hacer siempre la voluntad de Dios, son el mejor camino para dar a conocer, apreciar y amar la VIDA CONSAGRADA en la Iglesia y entre los hombres. 

 

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