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PONTIFICIUM OPUS A SANCTA INFANTIA

 

SAN ANTONIO DAVELUY

 

Nació en 1818 en la ciudad de Amiens, Francia en una familia influyente y sobretodo religiosa. Dos de sus hermanos fueron sacerdotes.

Ordenado sacerdote en 1841, a los 25 años decidió entrar en la Sociedad de Misiones Extranjeras de Paris. Destinado inicialmente a la China, al final su destinación fue Corea, en donde pasaría los restantes 21 años de su vida. Cuando llegó la misión necesitaba una completa reestructuración. En los dos primeros años de actividad apostólica bautizó a más de 1700 coreanos.

Tanto trabajo hizo que su salud, ya de por sí débil, se empeorase.

En 1856 el Obispo Simón Bernaux lo nombró Obispo coadjutor y como tal se encargó de las áreas más remotas y difíciles.

No obstante los problemas que continuamente creaban las autoridades a la misión, encontró el tiempo para escribir diversas obras, entre ellas una historia de la iglesia coreana y un diccionario coreano – francés.

Las persecuciones contra los cristianos eran frecuentes. Cuando fue martirizado su Obispo, él ocupó su puesto. Veintitrés días después, el 11 de marzo de 1860 fue arrestado, interrogado y torturado por las autoridades coreanas. Trasladado a Seúl, se decidió ejecutarlo a 100 kilómetros de la capital para que su ejecución no molestase al rey que estaba por contraer matrimonio.

Fue martirizado un Viernes Santo, exactamente el 30 de marzo de 1866, junto con sus compañeros el P. Aumaitre y el P. Huin. Fue él quien pidió morir en ese día. El verdugo después de haber tirado sobre la nuca el primer golpe con la espada, no quiso continuar, hasta que no le fuese pagada una fuerte cantidad de dinero que el funcionario coreano no quería conceder. La discusión se prolongó bastante, mientras que el cuerpo todavía en vida de Mons. Daveluy, manifestaba por tierra las convulsiones de la agonía. Una vez que llegaron a un acuerdo, el verdugo dio otros dos golpes que le quitaron la vida. Tenía sólo 49 años de edad.

En 1968 fue beatificado y en 1984, su S. S. Juan Pablo II lo canonizó junto con otros mártires coreanos.

“Ud. lo ve, venerable Superior, que si Dios nos visita con las persecuciones más violentas, la Corea donará todavía soldados valientes, confesores y mártires. Alegrémonos por estas felices disposiciones, y pidamos al Soberano Maestro que envíe a su viña los obreros apostólicos según su corazón, hábiles y valientes apóstoles que puedan sostener a los fieles en los combates que el infierno no cesa de librar. Numerosos cristianos gimen todavía en las cárceles; un arresto de numerosos fieles ha tenido lugar en el mes de septiembre, un buen número de prisioneros han sido dejados libres sin proceso, otros todavía están en cadenas…..”

(San Antonio Daveluy, Carta al superior del Seminario de Misiones Extranjeras en Paris, 6 de septiembre 1853)

 

“Ante la enfermedad de nuestro Obispo dirigirnos al Corazón Inmaculado de María era muestra única oportunidad: lo hicimos con una novena; pero nuestra Madre parece absolutamente querer poner fin al exilio de su servidor, y se muestra celosa de llamarlo a sí. Si nos quedaremos huérfanos, ella nos consolará sin duda alguna con una solicitud más materna; es gracias a su protección, no lo dudo, que puedo hacer frente a las fatigas del año. Encargado de la cura de Monseñor y de la administración en su lugar, por las rutas más penosas, sin dejar de cumplir mis funciones ordinarias, he encontrado el tiempo y la fuerza para hacer todo. Pero Uds. saben que Dios recompensa las fatigas de sus misioneros con nuevas pruebas.”

 

(Carta de San Antonio Daveluy, 18 de octubre 1852)

 


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