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FUNDACIÓN POPULORUM PROGRESSIO
Reunión del Consejo de Administración
 19-22 de julio de 2011, Belém do Pará (Brasil)


 189 NUEVOS PROYECTOS
FUNDACIÓN POPULORUM PROGRESSIO

Al servicio de los pueblos indígenas, afroamericanos y campesinos de América Latina y Caribe

 

 Como cada año, se llevó a cabo la reunión del Consejo de Administración de la Fundación autónoma Populorum Progressio para América Latina y el Caribe. El evento tuvo lugar en la ciudad de Castanhal, en la sede del Arzobispo de Belém do Pará, monseñor Alberto Taveira Corrêa. Cada día se celebró la Santa Eucaristía en las comunidades locales, a fin de presentarles la Fundación y, al mismo tiempo, conocer de cerca la realidad de la Iglesia anfitriona.

El motivo del encuentro fue el estudio y la aprobación de 189 proyectos entre 216 que se habían presentado a la Secretaría de la Fundación a lo largo del último ejercicio. También este año los proyectos han reflejado la variedad y la riqueza eclesial y socio-cultural de las naciones y diócesis latinoamericanas. Por primera vez participó en los trabajos del Consejo de Administración el Cardenal Robert Sarah, Presidente de la Fundación y del Consejo Pontificio Cor Unum. La larga experiencia que maduró en los años como Secretario de la Congregación de Propaganda Fide fue la fuente de inspiración y enriquecimiento durante los debates, algunos de los cuales se centraron en la relación entre la evangelización y la caridad, con una visión antropológica que contempla el desarrollo humano integral, fundamental para la Fundación. El Santo Padre en su encíclica Caritas in veritate habla de este desarrollo integral. Quiero citar al respecto el párrafo 11 de esta encíclica, en el cual de modo sencillo pero profundo se explica el concepto de desarrollo integral: «En realidad, las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos. Este desarrollo exige, además, una visión trascendente de la persona, necesita a Dios: sin él o se niega el desarrollo o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado» (N. 11).

La Fundación tiene la posibilidad de financiar estos proyectos gracias a la generosidad de la Iglesia italiana, por medio del “Comité para las intervenciones caritativas en favor del Tercer Mundo”, el principal organismo que sostiene el trabajo de la Fundación. De los 216 proyectos presentados, se aprobaron 189, por un valor total de 2.102.500,00 dólares norteamericanos. Algunos de los proyectos presentados no poseían los requisitos y los criterios establecidos por la Fundación; a otros, por falta de fondos, se les rebajó la cifra inicial requerida.

Como cada año, reflexionamos juntos sobre las problemáticas de las poblaciones que sostiene la Fundación: campesinos, poblaciones indígenas y afro-americanas de América Latina y del Caribe. Dedicamos especial atención a la reflexión sobre la situación en Haití, una nación que visitamos durante la reunión del año pasado, y sobre las dificultades que está viviendo la Iglesia local en el trabajo de reconstrucción de las estructuras dañadas por el terremoto que devastó la isla en 2010.

Entre las preocupaciones que surgieron se discutió del proceso en curso de la urbanización del continente: el desplazamiento de masas ingentes de campesinos que buscan en las grandes ciudades calidad de vida para ellos y para sus hijos, que el ambiente rural no es capaz de ofrecer o garantizar. Este proceso contribuyó a crear esas grandes y monstruosas periferias, en las cuales reinan la delincuencia y la miseria, y donde estas minorías, sobre todo indígenas, llegan a ser todavía más vulnerables. Vinculado a este fenómeno, se subrayó el problema de las sectas, presentes sobre todo al lado de estas poblaciones más débiles y marginadas. La posibilidad por nuestra parte de visitar algunas de estas periferias fue la ocasión que nos permitió tocar con mano un dato muy importante: donde la Iglesia no logra estar presente por falta de medios o recursos económicos y humanos, las sectas proliferan de modo exponencial. Por otra parte, donde las diócesis logran estar presentes en el territorio de modo “sólido” y bien implantado, las sectas diminuyen. Es necesario un proceso de “Nueva Evangelización”, como desea el Santo Padre, para dar a estas personas un sostén que no sea sólo material, sino que tenga también un contenido evangélico, que sepa dar respuestas verdaderas a los anhelos más profundos de su religiosidad; un aspecto que, si se olvida, les convierte en presa fácil de la oferta del “supermercado de las sectas”.

Es realmente necesario dar impulso a esta “Nueva Evangelización”, que tenga su punto de credibilidad en las obras de caridad, como se describe en los Hechos de los Apóstoles. Estas obras antecedían el anuncio de la Buena Nueva, y abrían los oídos a la escucha de los Apóstoles, focalizando en el hombre el punto de llegada de la acción pastoral; es decir, la persona, en su integridad. Esto significa eliminar un vano determinismo de los fenómenos sociales y situarlos dentro de un modelo antropológico correcto: un modelo de desarrollo que no olvide que el hombre es un ciudadano terrestre, pero que también es un ciudadano celestial. Sólo concibiendo el desarrollo como una vocación, una llamada, se puede esperar tener todavía márgenes de cambio y, sobre todo, de trasformación.

En lo que se refiere a la actual situación de crisis económica internacional, cada Prelado ha referido sobre las consecuencias de esta crisis en los respectivos países y en el continente. Esta reflexión ha llevado a la conclusión de que la crisis no se puede imputar solamente a fenómenos como la expansión monetaria exagerada o el aumento incontrolado del crédito, sino que depende también de la imposición de modelos “occidentales” a estas poblaciones. Las ideologías contra la familia y contra la vida entran con gran fuerza y agresividad en el continente latinoamericano, promovidas en cierta medida también por los mismos Gobiernos de estas naciones. Es preciso volver a proponer las cuestiones de la fe, de la vida y de la familia en el debate público y del trabajo social, para que la caridad pueda contribuir a dar orientación a la justicia, si el mundo no quiere sucumbir bajo lógicas que deshumanizan. Se comprende entonces por qué el Evangelio se revela como el factor decisivo de desarrollo y, por consiguiente, por qué la Iglesia aporta al desarrollo su contribución cuando anuncia, celebra y testimonia a Cristo, o sea, cuando cumple su misión.


Mons. Segundo Tejado Muñoz
Sub-Secretario del Pontificio Consejo Cor Unum

(cf. L'Osservatore Romano, edición italiana, 28 de julio de 2011, p. 8)


 

 

 

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