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PONTIFICIAE ACADEMIAE
TERCERA SESIÓN PÚBLICA Don Herminio Vázquez Se realizó puntualmente, la tercera sesión pública de las Academias Pontificias, convocada para la entrega del premio que otorgan las mismas y, para manifiesto su aporte al humanismo cristiano, en el umbral del tercer milenio. La sesión contó con la siempre privilegiada presencia del Santo Padre, Juan Pablo II, todo ello, con el buen buque de las satisfacciones, los proyectos y las esperanzas El sábado 7 de noviembre de 1998 en la aula sinodal con la presencia de Su Santidad Juan Pablo II, se realizó la tercera sesión Pública de las Academias Pontificias. Participaron al acto el Sacro colegio Cardenalicio, el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, representantes de los Ateneos Pontificios Romanos y de las diversas instituciones culturales de la Santa Sede, así como los miembros del Consejo Pontificio de la Cultura. La sesión se inició con el saludo y bienvenida a todos los asistentes de parte del Presidente del Consejo de la Coordinación entre las Academias, el Cardenal Paul Poupard; Durante su discurso el Cardenal Paul Poupard, ha dirigido al Santo Padre, palabras de profunda gratitud, sincero reconocimiento y mucho éxito para su delicado ministerio. Siguieron las intervenciones magistrales de los ilustres relatores abordando los diversos aspectos que María Santísima ha tenido en la historia de la Salvación. Los reverendos Padres Alfonso Pompei, de la pontificia Academia de la Inmaculada e Ignacio María Calabuig Adán, de la Pontificia Academia Mariana Internacional, ambos, reconocidos Mariólogos, han abordado desde su particular punto de vista el tema general de la sesión: "María Modelo e Icono de la Humanidad Redentora de Cristo". A todos los participantes, llegaron a lo profundo del corazón y particular emoción las palabras del Papa: "Expreso mi deseo, por un renovado compromiso de los interesados en la investigación sobre María para que logren resaltar los temas del humanismo, inspirados por la gracias del Espíritu de la que María es Modelo e Icono. En la misma sesión, por segunda vez, el Santo Padre entregó el premio que conceden las Academias, en este año fue otorgado a la doctora Deyanira Flores Gonzalez de Costa Rica, por su trabajo en Mariología titulado: "La Virgen María al pie de la cruz (Jn 19, 25-27) en Ruperto de Deutz", presentado en la Pontificia Facultad Teológica "Marianum". También como reconocimiento y estimulo y además para estimular a jóvenes universitarios, artistas e instituciones a contribuir al desarrollo de las ciencias religiosas, del humanismo cristiano y de sus expresiones artísticas; el Santo Padre concedió la medalla de su Pontificado a dos personas que recientemente han obtenido el doctorado, son: La señora Merielle Lamy, Francesa, por su tesis presentada en la Universidad de Paris X Nanterre, con el título: "El culto mariano entre doctrina y devoción: etapas y desafíos de la controversia sobre la Inmaculada Concepción en la Edad Media (s. XII-XV)". La otra medalla, fue concedida al Padre Johannes Schneider, franciscano austriáco, tesis presentada en el Pontificio Ateneo Antonianum de Roma, con el título: "Virgo Ecclesia facta: la presencia de María en el Crucifijo de San Damian y en el Officium Passionis de San Francisco de Asís". Durante la solemne sesión, las intervenciones del coro juvenil de la Academia Nacional de Santa Cecilia dirigido por el maestro Martino Faggiani, dieron el toque artístico ejecutando en polifonía, conocidos trozos musicales inspirados en el amor del pueblo Cristiano hacia la nuestra Madre Santísima. La inolvidable sesión terminó con la Paternal bendición que el Su Santidad Juan Pablo II, otorgó Paternalmente de corazón a todos los presentes, la cual hizo extensiva a los seres queridos de los presentes, así como a sus actividades. Estuvieron presentes los Cardenales: Gantin, Arinze, Stickler, Poggi, Colasuonno e Castrillón Hoyos; los Arzobispos: Giovanni Battista Re, substituto de la secretaría de Estado, Javier Lozano Barragán y John Patrick Foley; los Monseñores: Pedro López Quintana, asesor de la Secretaría de Estado, Celestino Migliore, Tomasso Caputo, jefe del protocolo de la Secretaría de Estado; numerosos embajadores, los Presidentes de las Pontificias Academias, muchos sacerdotes, religiosos, religiosas y todos los miembros del Consejo Pontificio de la Cultura. ALOCUCIÓN DE SALUDO DEL Beatísimo Padre: 1. La pública sesión anual de las Pontificias Academias nos concede la alegría de recibir a Vuestra Santidad en este año de preparación al Gran Jubileo, año dedicado al Espíritu Santo, para saborear el trabajo científico realizado por la Academias. Esta sesión ha sido encomendada a dos academias marianas. Hemos escuchado las conferencias del Reverendo Padre Alfonso Pompei, de la Pontificia Academia de la Inmaculada, y al reverendo Padre Ignacio María Calabuig Adán, de la Pontificia Academia Mariana Internacional. Estos dos eminentes Mariólogos, han expuesto, cada uno en su propia perspectiva, el tema general de la sesión: María modelo e Icono de la humanidad redentora de Cristo. 2. Efectivamente, al aceptar la tarea que vuestra Santidad ha confiado a las Academias Pontificias, es decir, robustecer una original contribución al humanismo cristiano en el umbral del tercer milenio, el tema mariano ha surgido como el más acorde en este año dedicado al Espíritu Santo. Vuestra Santidad nos ha recordado, en la exhortación Apostólica Tertio Millenio Adveniente, que la Madre de Dios es la insustituible pedagoga del evangelio de Cristo. Para decirlo con palabras de Edith Stein, sor Teresa Benedicta de la Cruz, canonizada por vuestra Santidad el pasado 11 de octubre: "María es símbolo perfecto de la Iglesia y también ingrediente único de la misma, felizmente llamada: el corazón de la Iglesia. Cuando llamamos a María Madre nuestra, esta expresión no es solamente una simple metáfora. María es Madre nuestra, en el sentido más claro y real, se puede decir que es en un sentido que supera el sentido terrenal. Por esta razón, existen lazos muy íntimos entre Ella y nosotros: Ella nos ama, nos conoce, desea hacer de cada uno de nosotros lo que debe ser, y principalmente, nos quiere poner a cada uno de nosotros, en estrecha relación con nuestro Señor" (Edith Stein, Frauenbildung und Frauenberufe, trad. francés La Femme et sa destinée, Amiot-Dumont, Paris, 1956, pp. 128Â129). María es mujer de Fe, testimonio de esperanza y modelo de caridad; es "La Mujer" por excelencia. La virgen de Nazaret, esposa de José el carpintero, madre de Jesús, se presenta ante nuestros ojos como modelo pleno del humanismo cristiano y nos invita a pasar junto con toda la Iglesia, bajo la conducción sabia de vuestra Santidad, el umbral del nuevo milenio. El Jubileo del año 2000, orientado hacia el gran misterio de la Encarnación, nos exhorta a recibir el inmenso regalo del Verbo Eterno, que se hizo carne en el seno de la virgen María por obra del Espíritu Santo, siendo Ella, consciente de la maravillosa predilección en su cooperación entre las familias de Israel y el Espíritu Santo "que es Dios y da la Vida". 3. Por segunda vez, Vuestra Santidad entregará hoy el premio que otorgan las Academias Pontificias, cuyo principal objetivo es estimular, entre los jóvenes estudiosos como en las instituciones culturales, la investigación o la creación para un renovado encuentro entre la Fe y la Cultura. Con el propósito de difundir las riquezas del humanismo cristiano, para iluminar el nuevo milenio y ofrecer a los hombres y a las mujeres de buena voluntad nuevas razones de esperanza; el Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias, Os presenta este año, entre las obras llegadas de varias partes del mundo, los investigaciones más relevantes de Mariología. Los Académicos Pontificios renuevan su compromiso científico al servicio del sucesor de Pedro y de la Santa Sede, mientras a nombre de todos, doy las gracias a Vuestra Santidad por el privilegio de su paternal presencia y por el don de la enseñanza mariana de sus primeros veinte años de pontificado inspirado en su lema Montfortiano "Totus Tuus". Con especial devoción, pedimos, Santo Padre, Vuestra Paternal Bendición Apostólica. - - - [Français] [English] DISCURSO DEL SANTO PADRE Señores Cardenales; 1. Esta tercera sesión pública de las Academias Pontificias es para mí un grande motivo de felicidad, porque me da la oportunidad de un encuentro con ustedes en torno a María, modelo e Icono de la humanidad Redimida por Cristo. Saludo especialmente al Señor Cardenal Paul Poupard, Presidente del Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias, y le agradezco las amables palabras que acaba de dirigirme en nombre de todos. Saludo, asimismo, a los señores Cardenales, a los venerados hermanos en el episcopado, a los señores embajadores presentes, a los sacerdotes, a los consagrados y consagradas y a los ilustres miembros de las Academias pontificias. Saludo, por último, al profesor Bruno Cagli, presidente de la Academia Nacional de Santa Cecilia, y doy cordialmente las gracias a los componentes del coro juvenil de esa Academia, dirigidos por el maestro Martino Faggiani, que hacen más solemne aún este encuentro con su magistral ejecución de conocidas piezas musicales inspiradas en el amor del pueblo cristiano a María santísima. 2. En efecto, esta solemne sesión es en verdad motivo de alegría intelectual y espiritual, porque subraya la contribución de las Academias pontificias, al humanismo cristiano, en el umbral del tercer milenio presentando a la Virgen María, como Icono y modelo del humanismo cristiano. La atención dirigida a ella se ha enriquecido también con las contribuciones teológicas que han dado los ilustres relatores sobre los diversos aspectos de su papel en la historia de la salvación. La reflexión sobre el hombre que se ha desarrollado en las diferentes culturas a lo largo de los siglos ha tenido un extraordinario incremento gracias a la confrontación con el misterio de Jesús, Verbo de Dios que se encarnó en el seno de María. En el nuevo horizonte cognoscitivo que la Revelación abrió destaca el papel eminente de la Virgen, Madre de Dios. En la carta a los Gálatas, san Pablo escribe: "Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Ga 4, 4-5). Esas palabras del Apóstol nos llevan al centro mismo de la historia: en la "plenitud de los tiempos", el Hijo de Dios nació de una mujer, María de Nazaret, que participó de modo único en el misterio del Verbo al dar a luz en el tiempo al Hijo engendrado por el Padre desde la eternidad. 3. María es hija del pueblo elegido y, por eso mismo, hija de su cultura, enriquecida por el encuentro milenario con la palabra de Dios: es la mujer que participa activamente en el primer milagro de Jesús, en Caná, manifestando su gloria (cf. Jn 2, 1-12), y está presente en el Gólgota, donde él la señala como Madre del discípulo amado y Madre nuestra. Los evangelios y la tradición cristiana nos enseñan a reconocer en ella la sede en la que se realizó históricamente la Encarnación. Desde hace dos mil años la vida de Jesús y el anuncio de la buena nueva de la salvación tienen una dimensión exquisitamente mariana. La Virgen Madre está cercana al corazón de los hombres de todos los tiempos y culturas, como lo atestiguan las obras maestras del genio humano que han florecido en todas las épocas de la historia. 4. El Nuevo Testamento presenta a la Virgen como una mujer extraordinaria en la sencillez de su existencia. Los Padres de la Iglesia, maestros de espiritualidad cristiana, expresaron la fe de la comunidad de los creyentes, poniendo de relieve las verdades que atañen al papel específico y excepcional que desempeña María. Ella es la Theotókos, la Deipara, la Madre de Dios, a quien la Iglesia honra con un "culto especial" (Lumen gentium, 66). En el umbral del gran jubileo del año 2000, me complace recordar el inmenso tesoro de amor, devoción y arte que, en el arco de dos milenios, han testimoniado las Iglesias orientales. Honran a María santísima, la Theotókos, también con otros espléndidos títulos, como Panaghia, Toda Santa; Hiperagionorma, Santa más allá de todo límite; Platythera, Inmensa; Odigitria, la que indica el camino; Eleousa, la llena de misericordiosa ternura. La tradición mariana oriental contempla, venera y canta las alabanzas de la Virgen, cuyos iconos recuerdan a todos que la Madre de Dios es la imagen elegida de la humanidad redimida por Cristo. Por tanto, en su riquísimo patrimonio mariano, las Iglesias de Oriente no sólo nos ofrecen un camino ecuménico, sino también un modelo de humanismo cristiano. 5. Por lo que se atañe a Occidente, la teología, la espiritualidad y el arte, para honrar a la Madre de Dios y poner de relieve su maternidad espiritual universal, hacen referencia a los misterios de la santísima Trinidad y del Verbo encarnado. Su unión con Cristo es el arquetipo de la unión de la Iglesia y de cada cristiano con el Redentor. Los discípulos del Señor, al reflexionar en esa unión, comprendieron enseguida que María santísima es la primera entre los redimidos, imagen perfecta de la redención. A este propósito, el beato Juan Duns Escoto, cantor de la Inmaculada Concepción, escribió: "Por tanto, si Cristo nos reconcilió plenamente con Dios, mereció que a alguien se le evitara este gravísimo castigo. Esto sólo pudo ser en favor de su Madre" (Opus Oxoniense, III, d. 3, q. 1). Me alegra que la Pontificia Academia Mariana internacional y el Pontificio Ateneo "Antonianum" hayan instituido una cátedra de estudios mariológicos dedicada a este gran teólogo. 6. En la misma línea de la exhortación apostólica Marialis cultus de mi venerado predecesor el siervo de Dios Pablo VI, quise reafirmar en la encíclica Redemptoris Mater el vínculo esencial que existe entre María y la Iglesia, poniendo de relieve su misión en la comunidad de los creyentes. En la exhortación apostólica Mulieris dignitatem recordé también que María ilumina y enriquece el humanismo cristiano que se inspira en el Evangelio, porque, además de los diversos aspectos de la humanidad nueva que se realiza en ella, manifiesta la dignidad y el "genio" de la mujer. Elegida por Dios para el cumplimiento de su designio de salvación, María nos ayuda a comprender la misión de la mujer en la vida de la Iglesia y en el anuncio del Evangelio. Esta dimensión antropológica, que no puede estar ausente en la nueva Evangelización, será motivo de estudios posteriores especialmente durante el 20º. Congreso Mariológico  Mariano Internacional, organizado por la Pontificia Academia Mariana Internacional en el 2000, en Roma, como cierre de un siglo de congresos Marianos con el tema "María y el Misterio de la Santísima Trinidad". 7. Amadísimos hermanos y hermanas, acogiendo la propuesta del consejo de coordinación entre las Academias pontificias, me alegra ahora entregar el premio de las Academias pontificias a la doctora Deyanira Flores Gonzalez, de Costa Rica, por su trabajo en Mariología titulado: "La Virgen María al pie de la cruz (Jn 19, 25-27) en Ruperto de Deutz", presentado en la Pontificia Facultad Teológica "Marianum". La autora es la primera doctora en Mariología de Costa Rica, donde ha iniciado la enseñanza de esta disciplina teológica, dedicándose a la difusión de los estudios de Mariología en su país y en otros de América Latina. En su tesis, demuestra como Ruperto interpreta la Sagrada escritura con la Sagrada Escritura para deducir la maternidad espiritual de María, que en el calvario da a luz a Cristo como primogénito de entre los muertos, convirtiéndose así también en Madre del pueblo Cristiano. Volviéndose en realidad la primera investigadora primero en el método y después en la sustancia del argumento. Ella logra resaltar la originalidad de Ruperto. Logra hacer coincidir la hora de María con la hora de Jesús en el parto espiritual y doloroso bajo la cruz; el cumplimiento del parto físico y glorioso de María en Belén, ciudad en la que la Virgen da a luz a Jesús, destinado a morir por nosotros; en el calvario María coopera al nacimiento del hijo de Dios, cuyo poder nos salva, por tanto coopera a nuestro nacimiento como hijos de Dios en Cristo. Mientras la Iglesia genera en el Bautismo a los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, María, activamente al lado del crucificado, genera, en su Fe en la resurrección futura, Cristo mismo, cabeza del cuerpo Místico. Por tanto, el aporte di Ruperto a la doctrina católica de la maternidad de María es parte de la tradición viva de la Iglesia, señalada en los números 53, 57, 58 y 61 de la constitución Dogmática "Lumen Gentium", y que yo os he querido proponer en mi exhortación apostólica "Mulieris Dignitatem", sea en mi discurso del 15 de enero de 1984, sobre el tema de la espada anunciada por el anciano Simón. Finalmente, el Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias ha querido proponerme premiar y estimular a los autores de dos tesis por haber conseguido el doctorado. Con mucho gusto quiero entregar también, como signo de estima, una medalla de mi pontificado a dos personas que acaban de obtener el doctorado: la señora Marielle Lamy, francesa, por su tesis: "El culto mariano entre doctrina y devoción: etapas y desafíos de la controversia sobre la Inmaculada Concepción en la Edad Media (siglos XII-XV)", presentada en la Universidad París X Nanterre; y al padre Johannes Schneider, franciscano austríaco, por su tesis "Virgo Ecclesia facta: la presencia de María en el ÂCrucifijo de san Damián y en el ÂOfficium Passionis de san Francisco de Asís", presentada en el Pontificio Ateneo "Antonianum" de Roma. Como es sabido, el premio de las Academias pontificias, instituido hace dos años, quiere alentar a jóvenes universitarios, artistas e instituciones a contribuir al desarrollo de las ciencias religiosas, del humanismo cristiano y de sus expresiones artísticas. Expreso, en particular, mi deseo de que un renovado compromiso de los estudiosos en el campo de la investigación mariológica ponga de relieve los aspectos del humanismo fecundado por el Espíritu de la gracia, cuyo modelo e icono es María santísima. Con estos sentimientos, os imparto de corazón a vosotros, a vuestras familias y a vuestros seres queridos, una especial bendición apostólica. - - - [Français] [English]
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