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PONTIFICIAE ACADEMIAE


 

SEGUNDA SESIÓN PÚBLICA COMÚN
DE LAS ACADEMIAS PONTIFICIAS

En el umbral del Gran Jubileo del año 2000, la labor de las Academias Pontificias está orientada toda ella a la promoción del humanismo cristiano desde la especificidad propia de cada una. No se trata sólo de estudiar y de profundizar en el rico patrimonio humanístico de la Iglesia —lo cual es absolutamente necesario— sino también de presentar el humanismo cristiano como propuesta válida para el nuevo milenio. Es necesario avivar en las nuevas generaciones la conciencia del valor y del significado de la persona humana; la sociedad y la cultura están sometidas a mutaciones de tal calibre que corremos el riesgo de que se pierdan de vista los puntos de referencia fundamentales que son indispensables para una comprensión del hombre completa y adecuada a su compleja realidad.

Las Academias Pontificias están llamadas a dar, desde la diversidad de métodos y de disciplinas que las caracterizan, una aportación al humanismo que ponga de relieve cómo el conocimiento y la comprensión del hombre presuponen un redescubrimiento y una profundización de su relación constitutiva y vital con Dios, Creador y Redentor suyo. Desde esta perspectiva, el Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias ha encomendado a las dos Academias teológicas la preparación de un estudio que ofrezca "un esbozo del humanismo cristiano según Santo Tomás de Aquino". Dicho estudio fue presentado en sendas alocuciones pronunciadas por el Rvdo. P. Raimondo Spiazzi —de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y de Religión Católica— y por el Rvmo. Mons. Brunero Gherardini —Vicesecretario de la Pontificia Academia Teológica Romana— en el curso de la Segunda sesión pública común de las Academias Pontificias.

La sesión fue presidida por Su Santidad Juan Pablo II el lunes 3 de noviembre de 1997, en el aula del Sínodo de los obispos del Vaticano. Asistieron al acto el Sacro Colegio cardinalicio, el cuerpo diplomático, así como representantes de los Ateneos Pontificios romanos y de las diversas instituciones culturales de la Santa Sede. Durante la sesión, el Rvmo. Mons. Marco Frisina —miembro de la Pontificia Academia de los Virtuosos del Panteón, y Maestro de capilla de la Basílica de San Juan de Letrán— dirigió el coro de la Patriarcal Basílica lateranense, cuya contribución musical sirvió para subrayar e ilustrar el vínculo constitutivo que une la fe con la cultura, especialmente en sus expresiones más elevadas, como la música sacra.

Durante la sesión tuvo lugar un acontecimiento significativo. En la primera sesión pública del año anterior —el 28 de noviembre de 1996— el Santo Padre había instituido un Premio de las Academias Pontificias, para recompensar y alentar a candidatos jóvenes o a instituciones culturales que hagan aportaciones relevantes al desarrollo de las ciencias religiosas, o al arte inspirado en la fe, con vistas a la promoción del humanismo cristiano. Un año después, en el curso de la segunda sesión pública común de las Academias Pontificias, el Santo Padre ha entregado el primer Premio de las Academias Pontificias. La institución agraciada ha sido el Pontificio Instituto "Regina Mundi", en razón de su prestigio por la enseñanza religiosa que imparte, en cinco lenguas distintas, a unas 800 religiosas provenientes de 91 países. El Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias ha propuesto este beneficiario del premio teniendo en cuenta la orientación teológico-cultural de su enseñanza y como incentivo para este centro académico en el que tantas religiosas reciben una formación importantísima para el trabajo pastoral que han de desarrollar en las más diversas culturas de origen.

El Instituto Pontificio "Regina Mundi" ha presentado los trabajos realizados por tres religiosas: Euphrasie Beya Malumbi, congoleña, cuya obra sobre la soteriología de Santo Tomás de Aquino constituye un ejemplo de inculturación, al saber leer, en clave actual, una serie de valores teológicos que pertenecen a la Iglesia universal, insertándolos en su cultura particular; Cecilia Pham Thi Tien, vietnamita, que ha estudiado la fuerza evangelizadora del canto, haciendo una referencia especial a la música vietnamita, como valor utilizable para la difusión de la doctrina y de la espiritualidad cristianas; y Marie-Monique Rungruang-Kanokkul, tailandesa, que afronta la cuestión de la preparación al sacramento de la eucaristía para hijos de matrimonios mixtos; se trata de una verdadera aportación teológico-pastoral que aplica la doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica a la dinámica pastoral de la realidad tailandesa.

Bastan estos elementos para advertir el valor, la oportunidad y eficacia de las aportaciones de este Instituto "Regina Mundi" en orden a la promoción humana y religiosa por medio de una profundización científica en el mensaje cristiano de salvación. Así lo confirman las tres valiosas obras presentadas por el Instituto Pontificio, en tres áreas distintas y al mismo tiempo convergentes: la teología y el humanismo cristiano; la evangelización y la música; la catequesis y la moral.

Junto con un cheque de 60.000.000 de liras italianas, el Santo Padre hizo entrega a la Rvda. Madre Fernanda Barbiero, Presidente del Instituto, de un pergamino firmado por el Cardenal Poupard, Presidente del Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias, con la siguiente inscripción latina: summus pontifex ioannes paulus ii proponente consilio pro academiarum pontificiarum coordinatione pontificio instituto regina mundi in urbe praemium academiarum pontificiarum benevole tribuit. Ex Aedibus Vaticanis, die III mensis Novembris A.D. MCMXCVII.

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ALOCUCIÓN DE SALUDO DEL
CARDENAL PAUL POUPARD

Presidente del Consejo de Coordinación
de las Academias Pontificias

Beatísimo Padre:

Ha pasado un año desde que Vuestra Santidad presidiera, benigna y autorizadamente, la primera sesión de las Academias Pontificias, con la cual celebrábamos, solemnemente, una jornada importante para la cultura católica. Hoy rendimos de nuevo homenaje a esta cultura, gustando al mismo tiempo el trabajo científico solícito que las Academias Pontificias han desarrollado, con generosidad y dedicación, durante el presente año, en el ejercicio de las funciones que les han sido encomendadas, encaminadas todas ellas al servicio de la misión pastoral del Sumo Pontífice y de la Santa Sede.

Dicho servicio acoge las indicaciones de Vuestra Santidad referentes a la aportación específica propia, en el terreno de la ciencia y de la investigación, de cada una de las Academias, las cuales se orientan hacia el Gran Jubileo del año 2000 trabajando con tesón para una promoción fructífera y concreta del humanismo cristiano como propuesta válida para el nuevo milenio.

Hemos escuchado con gran atención dos conferencias profundas de gran interés, en las cuales el Rvdo. P. Raimondo Spiazzi, de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y de Religión Católica, y Mons. Brunero Gherardini, de la Pontificia Academia Teológica Romana, han recuperado y actualizado, con sabiduría e inteligencia, la relación —siempre fecunda y especial— que vincula el humanismo cristiano con el pensamiento filosófico y teológico del gran Aquinate, fuente inextinguible en la cual con gusto bebemos para apagar nuestra sed de verdad sobre Dios y sobre el hombre.

La aportación que las Academias Pontificias dan a la cultura católica, Beatísimo Padre, es irreemplazable, sobre todo en estos tiempos en que aflora en lo profundo de las conciencias el inmenso desafío cultural que tenemos ante nosotros, junto con la urgencia de crear una nueva primavera de cultura cristiana que ayude al florecimiento de un pensamiento rico y fuerte, que brote de lo hondo de la humanidad y esté abierto a la trascendencia de Dios. Un pensamiento que encuentre a Cristo, Hijo de Dios, Sabiduría de Dios, fuente del único humanismo auténtico, que es modelo de toda cultura digna de la persona humana y dirigida al crecimiento moral y espiritual de la humanidad.

En los diversos campos culturales que les han sido encomendados, los académicos pontificios se dedican, con amor, —siguiendo el ejemplo generoso y la exhortación paterna que Vuestra Santidad les ofrece— a promover incesantemente —con su trabajo incluso escondido, paciente, humilde, pero siempre insustituible— un conocimiento profundo y armonioso del hombre y de la cultura de la que él es el creador y autor. La meta del Gran Jubileo, tal y como Vuestra Santidad la propone a todos los hombres de buena voluntad, nos espolea a trabajar por una cultura renovada que ponga en su centro vital, y como punto de referencia, al hombre en cuanto hijo de Dios, al hombre en la plenitud de su naturaleza, iluminada por la luz divina y transformada por la gracia del Redentor. De la interioridad cristiana, en la cual palpita una cultura del amor, brota el nuevo humanismo cristiano para el nuevo milenio, que todos esperamos sea de concordia, de paz y de solidaridad.

Beatísimo Padre, el humanismo cristiano, que pertenece de modo perenne al patrimonio de la humanidad entera, nos estimula a redescubrir la matriz divina del hombre, porque en el hombre está impresa la imagen y la semejanza con Dios. El evangelio de Cristo ha sembrado a lo largo de los siglos una cultura perenne e indeleble —el humanismo cristiano— a través de una simbiosis de intentos y de contenidos en los cuales la Iglesia ha encontrado siempre un instrumento ejemplar para una evangelización que esté atenta al hombre y a sus valores. También con vistas a la nueva evangelización que Vuestra Santidad no cesa de recordarnos, la cultura cristiana proveerá un pensamiento completamente válido y unos instrumentos creativos que enriquecerán y consolidarán sin cesar el rostro verdadero del hombre. Tertio millennio adveniente, las ciencias, las artes, las conquistas del saber en general, entran con razón en esta misión de orden superior: Veritatis splendor, que ilumina nuestros pasos y conforta nuestra búsqueda de Dios.

Hace un año, en el curso de la primera sesión pública de las Academias Pontificias, Vuestra Santidad instituía el Premio de las Academias Pontificias, destinado a recompensar y a alentar, tanto a candidatos jóvenes como a instituciones culturales, con motivo de una aportación relevante al desarrollo de las ciencias religiosas, o del arte inspirado en la fe, en orden a la promoción del humanismo cristiano.

En calidad de Presidente del Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias, he entregado a Vuestra Santidad las conclusiones del Consejo al respecto. Ahora, haciéndome intérprete de todos, le agradezco, Beatísimo Padre, la concesión del primer Premio de las Academias Pontificias.

Agradecidos por su ejemplo estimulante y por el don de sus enseñanzas, le pedimos, Beatísimo Padre, con devoción reverente y filial, una Bendición Apostólica especial.

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[Français]
Le Cardinal Paul Poupard souligne la mission irremplaçable des Académies pontificales pour une féconde et concrète promotion de l'humanisme chrétien, engagement fondamental pour le nouveau millénaire en vue de créer un nouveau printemps de la culture chrétienne, qui se développe au plus profond de l'homme, ouvert à la transcendance divine, une culture renouvelée qui place en son centre l'Homme Fils de Dieu. De l'intériorité chrétienne naît la nouvelle culture de l'amour.

[English]
Cardinal Paul Poupard stresses how fruitful and practical it is that the Pontifical Academies are committed to promoting Christian humanism as a sound approach for the new Millennium. The Academies have a unique role in creating a second spring for Christian culture, something which comes from the heart of humanity and yet is open to the transcendence of God. It is a renewed culture whose central focus is Man, the Son of God. From the inner life of the Christian there comes forth a new culture of love.

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PROMOVER EL HUMANISMO CRISTIANO

JUAN PABLO II

Señores cardenales;
excelentísimos embajadores;
ilustres miembros de las Academias Pontificias;
amables señoras y señores:

1. Me alegra particularmente encontrarme con vosotros, con ocasión de la segunda sesión pública de las Academias Pontificias. Agradezco al Señor Cardenal Paul Poupard, Presidente del Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias, que en nombre de todos vosotros ha querido explicar los objetivos, las metas y las finalidades que os proponéis con miras al gran jubileo del año 2000. Saludo a los señores cardenales, a los venerados hermanos en el episcopado, a los excelentísimos embajadores ante la Santa Sede, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, así como a todos los miembros de las diferentes Academias Pontificias.

Un programa interesante y actual

Nos encontramos hace un año por primera vez en este mismo lugar para celebrar la reforma de las Academias Pontificias y para dar nuevo impulso a las instituciones culturales de la Santa Sede. De este modo, se dio reconocimiento público a la labor científica y artística que realizan vuestras Academias Pontificias al servicio de la nueva evangelización en los diversos campos de la cultura y del arte, de la teología y de la acción apostólica.

2. Vuestro plan de trabajo académico, a pesar de la variedad de disciplinas que autorizadamente representáis, quiere concretarse en una peculiar "contribución al humanismo cristiano en el umbral del tercer milenio". A la vez que manifiesto mi aprecio por este programa tan interesante y siempre actual, os exhorto a proseguir con valentía por ese camino, para que vuestra contribución a una comprensión más exacta, amplia y profunda del humanismo cristiano sirva a la causa de la persona humana y al reconocimiento de su valor específico y de su dignidad inalienable.

En la variedad de las culturas actuales se manifiesta cada vez más el desafío que la Iglesia está llamada a afrontar, pues tiene el deber preciso de "escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la relación mutua entre ambas" (Gaudium et spes, 4).

Los cristianos deben ser capaces de proponer la verdad sobre el hombre, revelada por Jesucristo, "camino, verdad y vida" (Jn 14, 6) y "primogénito entre muchos hermanos" (Rm 8, 29), porque sólo en él puede resplandecer con plenitud la dignidad del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26).

Sed de valores auténticos

3. Agradezco al representante de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y de Religión Católica y al de la Pontificia Academia Teológica Romana sus sabias reflexiones sobre las líneas maestras del humanismo cristiano, inspiradas en el pensamiento del Aquinate. A la eminente doctrina del doctor Angélico es posible referirse oportunamente para definir el humanismo auténtico, capaz de reconocer y dar expresión conveniente a todas las dimensiones de la persona humana.

En el actual contexto cultural, frecuentemente marcado por incertidumbres y dudas que mortifican los valores espirituales fundamentales, el humanismo cristiano —perenne en su sustancia, pero siempre nuevo en su enfoque y en su presentación— brinda una respuesta válida a la sed de valores y de vida realmente humana que siente el alma de toda persona interesada por su propio destino.

Impulso a la investigación filosófica y teológica

4. La actividad de los académicos pontificios está en íntima relación con la misión del Sucesor de Pedro. Mientras confirmo vuestra generosa tarea, espero que gracias a los estudios, a las publicaciones y a las obras artísticas que realizáis y promovéis, los hombres de todas las culturas descubran el auténtico humanismo, verdadero espejo en el que se revelan el rostro de Dios y el rostro del hombre.

Asimismo, espero que, gracias a vuestro ejemplo y a la seriedad de vuestros trabajos académicos, se dé un nuevo impulso a la investigación filosófica y teológica, y a la enseñanza de estas disciplinas, de forma que la razón humana, iluminada por la Revelación divina, pueda descubrir caminos nuevos para expresar en el lenguaje de las diversas culturas "las inescrutables riquezas de Cristo" (Ef 3, 8).

Muchos contemporáneos, especialmente jóvenes, están desilusionados, porque algunas promesas, incluso seductoras, que han marcado la segunda mitad del siglo XX, a menudo han resultado meras utopías, incapaces de librar al hombre de su angustia existencial. No son pocos los que tienen hoy la sensación de avanzar por un callejón sin salida. A los cristianos, y en particular a vosotros, miembros de las Academias Pontificias, corresponde la tarea de difundir el conocimiento del humanismo cristiano, principalmente cuando la verdad sobre el hombre es alterada o negada por concepciones que no respetan su dignidad específica.

Con la humildad de los discípulos y la fortaleza de los testigos, vosotros, ilustres académicos, tenéis la exaltante misión de profundizar en el patrimonio filosófico, teológico y cultural de la Iglesia, para hacer partícipes de él a los que buscan una respuesta satisfactoria.

Entrega del premio

5. Y ahora, acogiendo la indicación del Consejo de Coordinación, me complace entregar el premio de las Academias Pontificias al Instituto Pontificio "Regina Mundi", que lleva a cabo en Roma actividades universitarias para la formación filosófica, teológica, espiritual y pastoral de las religiosas procedentes de todo el mundo. Este Instituto Pontificio ha presentado los trabajos de tres religiosas: Eufrasie Beya Malumbi, congoleña, que ha sabido traducir con lenguaje moderno y con categorías culturales de su país de origen algunos aspectos significativos de la teología de la salvación en Santo Tomás de Aquino; Cecilia Phan Thi Tien, vietnamita, que ha estudiado la eficacia evangelizadora del canto, con particular referencia a la música de su tierra; y Marie Monique Rungruang-Kanokkul, tailandesa, que ha realizado un estudio teológico-pastoral sobre la preparación para el sacramento de la Eucaristía de los hijos de matrimonios mixtos en su región.

Con la entrega del premio deseo expresar también mi aprecio a la Reverenda Directora, Madre Fernanda Barbiero, y a los profesores del Instituto "Regina Mundi" por la labor que llevan a cabo en favor de la promoción del humanismo cristiano en las múltiples culturas a las que pertenecen las religiosas estudiantes.

Encomiendo a todos los presentes y su misión a María Santísima, Sede de la sabiduría, y de corazón os imparto a vosotros, a vuestras familias y a todos vuestros seres queridos, una Bendición Apostólica especial.

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[Français]
Le Pape Jean-Paul II exhorte les Académies pontificales à poursuivre avec courage le chemin entrepris. Dans le contexte culturel actuel, caractérisé souvent par les incertitudes et les doutes quant aux valeurs spirituelles fondamentales, l'humanisme chrétien, un en sa substance mais toujours neuf par son approche et sa présentation, offre une réponse pleinement adaptée à la soif de valeurs et de vie pleinement humaine qui dévore tant d'âmes en recherche d'idéal de vie. Les Académies ont l'exaltante mission d'approfondir le patrimoine philosophique, théologique, culturel de l'Église, pour en faire participer tous ceux qui cherchent une réponse satisfaisante. Le Saint-Père attribue le Prix des Académies Pontificales à l'Institut pontifical Regina Mundi, dont l'activité universitaire forme à Rome des religieuses en provenance du monde entier, dans les domaines de la philosophie, de la théologie, de la spiritualité et de la pastorale.

[English]
John Paul II encourages the Pontifical Academies to continue courageously along the road on which they have set out. Uncertainties and doubts in contemporary culture can suffocate spiritual values. Christian humanism, which never changes substantially but can always adapt itself to new approaches, really can assuage the thirst for genuinely human life and values which burns in the hearts of those who have a care for their own destiny. The Academicians have the exciting mission of making their own the philosophical, theological and cultural heritage of the Church, in order to share it with all those who need to be satisfied. The Holy Father concluded by awarding the Pontifical Academies' Prize for the first time: the winner was the "Regina Mundi" Pontifical Institute, which offers university-level formation in philosophy, theology, spirituality and pastoralia for women religious from all over the world.


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