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MENSAJE DEL CARDENAL JAVIER LOZANO BARRAGÁN,
PRESIDENTE DEL CONSEJO PONTIFICIO
PARA LA PASTORAL DE LA SALUD, CON MOTIVO
DE LA LIV JORNADA MUNDIAL DE LOS ENFERMOS DE LEPRA


Domingo 28 de enero de 2007

"Ve y haz tú lo mismo"

 

"Ve y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37)

Con ocasión de la LIV Jornada mundial de los enfermos de lepra, el Consejo pontificio para la pastoral de la salud envía un mensaje de esperanza y de comunión fraterna a las personas afectadas por la lepra y a las que, ya curadas, llevan en su cuerpo las discapacidades que derivan de ella.

Los considerables progresos que la medicina ha desarrollado en este sector durante los últimos decenios han generado en la conciencia social la convicción de que esta enfermedad, al ser curable, casi ha desaparecido del mundo; así la lepra se ha convertido en "una enfermedad olvidada".

Pero lamentablemente no es esta la situación real. Los datos presentados en las estimaciones epidemiológicas de la Organización mundial de la salud, publicados en los primeros días de agosto de 2006, demuestran que al comienzo de ese año los nuevos enfermos de lepra eran 219.826, cerca de 602 casos por día, distribuidos como sigue:  África 40.830; América 32.904; Asia sureste 133.422; Mediterráneo oriental 4.024; Pacífico occidental 8.646. En conjunto, las personas afectadas por la lepra son aún cerca de diez millones en el mundo.

La lucha contra la lepra se basa fundamentalmente en el "dépistage" preventivo de los casos y en la "poliquimioterapia":  un binomio que ha puesto de relieve una interesante disminución de 76.673 nuevos casos con respecto al comienzo del año 2005. Una lucha eficaz exige que, en las cercanías de los lugares en los que ataca la lepra, los servicios para afrontar esta enfermedad cuenten con la presencia de agentes sanitarios para brindar los auxilios elementales en los centros zonales.

Ciertamente, cuando las condiciones ambientales de acceso a los servicios sanitarios son poco favorables y se registra una ausencia de prevención y de higiene, mientras persiste el subdesarrollo, el bacilo "hanseniano" se radicaliza y los proyectos para su total eliminación encuentran muchos obstáculos. De todos modos, los países en donde la lepra es endémica seguirán recibiendo gratuitamente los medicamentos que componen la "poliquimioterapia". La Organización mundial de la salud asegura que seguirá reforzando la colaboración con las instituciones sanitarias públicas  y  privadas que se dedican a prevenir y curar a los enfermos de lepra.

La Iglesia, que desde siempre se ocupa de estos hermanos nuestros, invita a todos los fieles a compartir fraternalmente el gran servicio a fin de recuperar los cuerpos enfermos, siendo así testigos auténticos del anuncio de que "Cristo Médico" está con ellos para la "salvación global" de cada persona. El Consejo pontificio renueva a los fieles de las comunidades eclesiales el apremiante llamamiento para que intensifiquen la búsqueda de las informaciones necesarias y, al mismo tiempo, ofrezcan muestras palpables de un fraterno compartir de sus bienes. Esto será de gran ayuda a los que se han consagrado al servicio de los hermanos y hermanas enfermos de lepra. En particular, será importante el envío de personal sanitario especializado que ayude, durante un período considerable de tiempo, a los misioneros y a las religiosas que se dedican a la prevención y cura de las poblaciones en los países con riesgo de lepra.

Hacer que los misioneros, las religiosas y los voluntarios sientan aprecio personal y cercanía es responder de modo concreto a la invitación que el Santo Padre Benedicto XVI hizo en la audiencia concedida a los participantes en la "Conferencia internacional 2006" de nuestro dicasterio:  "No podemos olvidar a las numerosas personas afectadas por enfermedades infecciosas que se ven obligadas a vivir segregadas y a veces marcadas por un estigma que las humilla. Esas deplorables situaciones resultan aún más graves a causa de la desigualdad de las condiciones sociales y económicas entre el norte y el sur del mundo. A esas situaciones es preciso responder con intervenciones concretas, que fomenten la cercanía al enfermo, hagan más viva la evangelización de la cultura y propongan motivos inspiradores de los programas económicos y políticos de los Gobiernos" (Discurso del 24 de noviembre de 2006L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 1 de diciembre de 2006, p. 3).

Es la invitación que nos hace Jesús con la parábola del buen samaritano:  "Ve y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37). Con "Jesús, buen Samaritano", debemos evangelizar el ambiente cultural de la sociedad humana en la que vivimos, para eliminar los prejuicios aún presentes hacia quien se encuentra dramáticamente afectado por la lepra.

La Iglesia, fiel a su misión, repite siempre el acto misericordioso del Maestro divino que, en el gesto de curar a los leprosos, nos indica que la Redención se está realizando (cf. Lc 7, 22). En este camino abierto por Cristo Jesús muchos están implicados personalmente. Juntamente con san Francisco de Asís, el beato Damián de Veuster, el beato Pedro Donders, también hoy prosigue en nuestro mundo el compromiso de numerosos y anónimos "testigos del amor misericordioso de Dios", que han elegido libremente vivir "con y para" los hermanos y hermanas enfermos de lepra.

En esta LIV Jornada mundial de los enfermos de lepra merece un recuerdo particular el que la instituyó en 1954, Raúl Follereau, en el 30° aniversario de su muerte, como ejemplo y confirmación que el Amor de Dios impregna también a quien confiesa humildemente:  "Yo no conozco a Dios, pero soy conocido por él; esta es la esperanza" (R. Follereau, Le livre d'amour, ed. I.M.E, septiembre de 2005, p. 59, n. 35). Follereau era un hombre que oraba así:  "Señor, quisiera ardientemente ayudar a los demás a vivir, a todos mis hermanos, que padecen y sufren sin saber por qué, en espera de que la muerte los libere" (ib., p. 58, n. 30)

A todos los obispos, a los responsables de la pastoral de la salud en las Iglesias particulares, a los agentes de la salud, a los misioneros, a las religiosas, a los voluntarios laicos comprometidos en el acompañamiento de los hermanos y  hermanas  enfermos  de lepra, confío las palabras del Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la XV Jornada mundial del enfermo:  "Muchos millones de personas en el mundo viven aún en condiciones insalubres y no tienen acceso a los recursos médicos necesarios, a menudo del tipo más básico, con el resultado de que ha aumentado notablemente el número de seres humanos considerados "incurables" (...). Deseo apoyar los esfuerzos de quienes trabajan diariamente para garantizar que los enfermos incurables y en fase terminal, juntamente con sus familias, reciban una asistencia adecuada y afectuosa" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 22 de diciembre de 2006, p. 3).

A vosotros, hermanos y hermanas enfermos de lepra, y a los que lleváis en vuestro cuerpo los signos dolorosos que ha dejado la enfermedad, deseo repetir las palabras de la carta apostólica Salvifici doloris:  "En la cruz está el "Redentor del hombre", el Varón de dolores, que ha asumido en sí mismo los sufrimientos físicos y morales de los hombres de todos los tiempos, para que en el amor puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor y las respuestas válidas a todas sus preguntas. (...) A todos los que sufrís, os pedimos que nos ayudéis. Precisamente a vosotros, que sois débiles, os pedimos que seáis una fuente de fuerza para la Iglesia y para la humanidad" (n. 31).
 

 

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