Queridos amigos musulmanes:
1. Con ocasión del 'Id al-Fitr que concluye el mes del Ramadan, quisiera expresaros, como Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, los mejores votos de parte de los católicos del mundo entero.
2. Junto con los otros creyentes, nosotros, cristianos y musulmanes, somos "buscadores de Dios". El libro de los Salmos, el Zabour, habla de este proceso de hombres y mujeres como de una búsqueda del rostro de Dios: "De ti mi corazón ha dicho: busca su rostro. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro" (Salmo 26, 8-9). Todas las buenas acciones que los creyentes se esfuerzan por cumplir, por ejemplo la oración, el ayuno, la limosna, están bajo el signo de esta búsqueda de Dios. Ellas expresan una conversión continua a Dios. Podemos decir que la búsqueda de Dios es también un signo de esperanza.
3. Durante nuestro peregrinaje terrestre hacia la eternidad, al-dar al-akhira, es la fe en Dios la que nos ilumina, nos guía y nos ayuda, mientras que la esperanza nos hace desear y esperar los bienes futuros, por los cuales Dios nos recompensará si hemos permanecido en la fe, en el amor de Dios y de los hombres.
4. La esperanza nos hace percibir también todo el bien que está en el mundo. Es el fruto y la señal de la acción de Dios en el corazón de los hombres. Son "numerosos" los "signos de esperanza": la solidaridad creciente entre los hombres de nuestros tiempos, sobre todo con los más pobres, el deseo de justicia y de paz, el voluntariado, el retorno a la religión, la conciencia de la dignidad humana y de los derechos que de ella derivan, la atención al medio ambiente, etc. Quisiera mencionar el diálogo interreligioso como un signo particular de esperanza, subrayado por Juan Pablo II.
5. ¡Es triste que miembros de la misma familia no se hablen, que eviten de mirarse, de encontrarse! ¡Es bien doloroso que musulmanes y cristianos, todos haciendo parte de la única familia humana, se ignoren, no intercambien ni siquiera el saludo o, peor aún, peleen entre sí! Por el contrario, ¡como es de bonito vivir en paz con todo el mundo, reencontrarse, hablar de nuestras alegrías y penas, de nuestras angustias y de nuestras esperanzas! ¿Cómo no ver en el diálogo entre los creyentes, y notoriamente entre musulmanes y cristianos, un signo de esperanza, para el presente y para el futuro?
6. El hombre de fe y de esperanza es, al mismo tiempo, un hombre realista, que no puede cerrar los ojos ante la realidad, en sus dimensiones positiva y negativa. No podemos ignorar los dramas de nuestro mundo: la guerra entre los diversos países, las guerras civiles, el terrorismo en todas sus formas, la injusticia que ensancha siempre más la brecha entre ricos y pobres, el hambre, la falta de vivienda para muchos, el desempleo - sobre todo entre los jóvenes - , la droga, la inmoralidad, el aborto. La lista podría continuar. Sin embargo, la pequeña lámpara de la esperanza debe estar siempre alumbrando y brillando sobre los caminos de la humanidad hacia una futuro mejor.
7. Cristianos y musulmanes, podemos colaborar para dar más esperanza a la humanidad. Al mismo tiempo, debemos aceptar nuestras diferencias, respetarnos mutuamente y amarnos de verdad, bajo la mirada de Dios que ejerce su misericordia para con todos. Estamos llamados a hacer un "pacto de paz", por el cual declaramos de renunciar al uso de la violencia como método de solución de las discrepancias. Queremos presentarnos al mundo como creyentes en Dios y como fieles al hombre, a su dignidad y a sus derechos. Pues seremos más creíbles como creyentes, y seremos para la humanidad un signo particular de esperanza que se suma a aquellos que ya existen.
8. Es en este espíritu que os reitero, queridos amigos musulmanes, mis mejores votos por el 'Id al-Fitr.