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PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
 

Cristianos y Musulmanes,
juntos para vencer la pobreza
 

MENSAJE POR EL FIN DEL RAMADÁN

1430 H. / 2009 A.D.

 

Queridos Amigos Musulmanes:

1. Con ocasión de la conclusión del mes del Ramadán, quiero ofreceros mis mejores deseos de paz y de alegría y, por medio de este Mensaje, proponer una común reflexión sobre el tema: “Cristianos y Musulmanes, juntos para vencer la pobreza”.

2. Debemos alegrarnos, sin duda, al constatar que este Mensaje del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso se ha convertido no solamente en una costumbre, sino en una cita esperada. En muchos países, es una ocasión de encuentro amistoso entre Cristianos y Musulmanes. No es raro, antes bien corresponde a una preocupación compartida, propicia para intercambios esperanzadores y abiertos. ¿No es cierto que todos estos elementos constituyen ya signos de amistad entre nosotros, por lo que debemos dar gracias a Dios?

3. Para venir al tema de este año, la persona humana que está en situación de indigencia es incontestablemente el centro de todos los preceptos y preocupaciones, que por diversos títulos, nos son queridos. La atención, la compasión y la ayuda que todos, hermanos y hermanas en humanidad, podemos dar al que es pobre para devolverle su lugar en la sociedad de los hombres es una prueba viva y fehaciente del Amor del Altísimo, ya que es el hombre como tal el que nos llama a amar y a ayudar, sin distinción de pertenencia.

Todos sabemos que la pobreza humilla y es causa de sufrimientos intolerables; circunstancias que frecuentemente originan aislamientos, cólera, sentimientos de odio y deseos de venganza. Todo ello podría empujar a acciones de hostilidad con todos los medios disponibles, buscando incluso justificarlas con consideraciones de índole religiosa: apoderarse, en nombre de una pretendida “justicia divina”, de la riqueza del otro, y como consecuencia de su paz y de su seguridad. Es por lo que rechazar los fenómenos de extremismo y violencia implica necesariamente la lucha contra la pobreza mediante la promoción de un desarrollo humano integral que el Papa Pablo VI definía como “el nuevo nombre de la paz (Carta Encíclica Populorum Progressio, 1975, n. 76)

En su reciente Encíclica Caritas in Veritate sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad, el Papa Benedicto XVI, teniendo en cuenta el contexto actual del compromiso a favor del desarrollo, pone en luz, entre otras cosas, la necesidad de una “nueva síntesis humanista (n. 21) que, salvaguardando la apertura del hombre a Dios, le devuelva su lugar “en el centro y en la cima de la tierra” (n. 57). Un verdadero desarrollo no podrá más que ser ordenado a “todo hombre y a todos los hombres” (Populorum Progressio, n. 42)

4. En su homilía del pasado 1 de enero, con motivo de la Jornada Mundial de la Paz 2009, Su Santidad el Papa Benedicto XVI distinguía dos tipos de pobreza: una pobreza a combatir y una pobreza a abrazar.

La pobreza a combatir es patente a los ojos de todos: el hambre, la falta de agua potable, la penuria de atenciones medicas y de vivienda adecuada, la carencia de sistemas educativos y culturales, el analfabetismo, sin olvidar, por otra parte, la existencia de nuevas formas de pobreza “por ejemplo en las sociedades ricas y avanzadas, …fenómenos de marginación, de pobreza relacional, moral y espiritual (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2009, n. 2).

La pobreza a abrazar es la que nos invita a un estilo de vida simple y esencial que evite el desperdicio y respete el medio ambiente y todos los bienes de la Creación. Esta pobreza es también, al menos durante ciertos periodos del año, la de la frugalidad y del ayuno. La pobreza así elegida predispone a salir de nosotros mismos y dilata el corazón.

5. Como creyentes, desear el acuerdo para buscar juntos soluciones justas y duraderas al flagelo de la pobreza significa también reflexionar sobre los graves problemas de nuestro tiempo y, cuando sea posible, comprometerse conjuntamente para encontrar una respuesta adecuada. Por ello, es necesario que la referencia a los aspectos de la pobreza relacionados con la globalización de nuestras sociedades revista un sentido espiritual y moral, ya que compartimos la vocación de construir una sola familia humana en la que todos —individuos, pueblos y naciones— regulen sus comportamientos sobre los principios de fraternidad y de responsabilidad.

6. Una mirada atenta sobre el complejo fenómeno de la pobreza nos conduce a ver fundamentalmente su origen en la falta de respeto a la dignidad innata de la persona humana y nos llama a una solidaridad global, por ejemplo mediante la adopción de un “código ético común” (Juan Pablo II, Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, 27 abril 2001, n. 4) cuyas normas no tendrían solamente un carácter convencional, sino estarían enraizadas en la ley natural inscrita por el Creador en la conciencia de todo ser humano (cf. Rm 2, 14-15).

7. Parece que en diversos lugares del mundo nos hemos pasado de la tolerancia al encuentro, a partir de un modo común de vivir y de preocupaciones compartidas. Lo que ciertamente constituye una importante meta conseguida.

Poniendo a disposición de todos la riqueza de la oración, del ayuno y de la caridad de unos y de otros, ¿no va a ser posible que el diálogo movilice las fuerzas vivas de los que están en camino hacia Dios? El pobre nos interpela, nos desafía, pero sobre todo nos invita a colaborar con una noble causa: ¡la de vencer la pobreza!

¡Buen y feliz ‘Id al-Fitr!

Jean-Louis Card. Tauran
Presidente

Arzobispo Pier Luigi Celata
Secretario

PONTIFICIO CONSEJO
PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
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