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PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO

MENSAJE CON OCASIÓN DEL FIN DEL RAMADÁN
‘Id al-Fitr 1433 H. / 2012 a.d.

Educar a los jóvenes cristianos y musulmanes a la justicia y a la paz

 

Queridos amigos musulmanes:

1. La celebración del ‘Id al-Fitr, que concluye el mes del Ramadán, nos brinda la alegría de presentaros los cordiales augurios del Consejo pontificio para el diálogo interreligioso.

Nos alegramos con vosotros por este tiempo privilegiado que os ha permitido, mediante el ayuno y otras prácticas de piedad, profundizar en la obediencia a Dios, un valor también fundamental para nosotros.

Por eso, este año nos ha parecido oportuno centrar nuestra común reflexión sobre el tema de la educación de los jóvenes cristianos y musulmanes en la justicia y la paz, que son inseparables de la verdad y de la libertad.

2. Como sabéis, aunque la tarea de la educación está encomendada a toda la sociedad, corresponde principalmente y de manera particular a los padres y, con ellos, a las familias, a las escuelas y a las universidades, sin olvidar a los responsables de la vida religiosa, cultural, social, económica, y al mundo de la comunicación.

Se trata de una empresa bella y al mismo tiempo difícil: ayudar a los muchachos y a los jóvenes a descubrir y desarrollar los recursos que el Creador les ha confiado y a establecer relaciones humanas responsables. Refiriéndose a la tarea de los educadores, Su Santidad el Papa Benedicto XVI afirmó recientemente: «Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca... El testigo es el primero en vivir el camino que propone» (Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2012: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 18 de diciembre de 2011, p. 3). Recordemos, asimismo, que también los jóvenes son responsables de su propia educación, así como de su propia formación en la justicia y la paz.

3. La justicia es determinada sobre todo por la identidad de la persona humana, considerada en su integridad; no puede reducirse a su dimensión conmutativa y distributiva. No olvidemos que el bien común no puede obtenerse sin solidaridad y amor fraterno. Para los creyentes, la justicia auténtica vivida en la amistad con Dios profundiza las relaciones consigo mismos, con los demás y con toda la creación. Además, los creyentes profesan que la justicia tiene origen en el hecho de que todos los hombres son creados por Dios y están llamados a formar una sola y única familia. Esta visión de las cosas, en el pleno respeto de la razón y abierta a la trascendencia, interpela también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, permitiendo conjugar armoniosamente derechos y deberes.

4. En el mundo atormentado en que vivimos, se vuelve cada vez más urgente la educación de los jóvenes en la paz. Para comprometerse de forma adecuada, se debe comprender la verdadera naturaleza de la paz, que no se limita a la ausencia de la guerra, ni al equilibrio de las fuerzas contrapuestas, sino que es al mismo tiempo don de Dios y obra humana, que se debe construir sin cesar. Es fruto de la justicia y un efecto de la caridad. Es importante que los creyentes estén siempre activos en el seno de las comunidades de las que son miembros: practicando la compasión, la solidaridad, la colaboración y la fraternidad, pueden contribuir eficazmente a afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo: crecimiento armonioso, desarrollo integral, prevención y resolución de conflictos, por citar sólo algunos.

5. Para concluir, deseamos alentar a los jóvenes musulmanes y cristianos que quieran leer este mensaje, a cultivar siempre la verdad y la libertad, para ser auténticos heraldos de justicia y de paz, y constructores de una cultura respetuosa de los derechos y de la dignidad de todo ciudadano. Los invitamos a tener la paciencia y la tenacidad necesarias para realizar estos ideales, sin recurrir jamás a componendas ambiguas, a atajos engañosos o a medios poco respetuosos de la persona humana. Sólo hombres y mujeres sinceramente convencidos de estas exigencias podrán construir sociedades en las que la justicia y la paz se hagan realidad.

¡Quiera Dios colmar de serenidad y de esperanza los corazones, las familias y las comunidades de aquellos que albergan el deseo de ser «instrumentos de paz»!

¡Feliz fiesta a todos!

Vaticano, 3 de agosto de 2012

Jean-Louis Cardinal Tauran
Presidente

Arzobispo Pier Luigi Celata
Secretario

 

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