El 21 de mayo, el Consejo pontificio Justicia y paz organizó un simposio con el fin de debatir las cuestiones sociales y económicas que afectan a África en este tiempo, caracterizado por el fenómeno de la globalización. Dicho simposio contó con la participación de los embajadores de los países africanos acreditados ante la Santa Sede. Esta Declaración recoge las reflexiones más importantes que se hicieron durante el encuentro, realizado con un espíritu de colaboración constructiva.
1. El Santo Padre Juan Pablo II, que siempre ha manifestado predilección por África, contemplándola con una mirada de amor y esperanza, envió al simposio un mensaje, lleno de orientaciones y estímulos. En él el Papa expresa una vez más su confianza en los pueblos africanos e invita a todos a no ceder ante las generalizadas y perniciosas formas de escepticismo que asechan a quienes quieren ayudar a solucionar los problemas de África: "Ojalá que la comunidad internacional contribuya, con determinación y generosidad, a promover una sociedad justa y pacífica en el continente africano".
2. El clima de diálogo entre los participantes favoreció una reflexión sincera sobre los muchos y delicados problemas que entorpecen el camino del continente africano: numerosos conflictos armados, pandemias, situaciones de miseria y pobreza, inestabilidad política, inseguridad social..., son realidades dramáticas que exigen un camino radicalmente nuevo para el continente africano. El debate ofreció signos estimulantes, que permiten alimentar esperanzas fundadas de progreso del continente. En cualquier caso, África necesita formas nuevas de solidaridad, a nivel bilateral y multilateral, que lleven a un compromiso más decidido de todos, con la plena convicción de que el bien de los pueblos africanos es condición indispensable para la consecución del bien común universal.
3. Todos los participantes en el simposio, de forma unánime, consideraron que los pueblos africanos han de ser los sujetos y protagonistas de su propio destino, así como de su propio desarrollo cultural, civil, social y económico. El derecho al desarrollo de los pueblos africanos se ha de promover como un camino original hacia su desarrollo. Se trata de una perspectiva fundamental, ampliamente destacada por su notable importancia moral, cultural y política, que debe orientar cualquier enfoque de la cuestión del desarrollo africano.
En efecto, África debe dejar de ser objeto de asistencia para convertirse en sujeto de una nueva participación convencida y decidida. Para lograr este objetivo es necesaria una nueva cultura política, que permita dirigir la cooperación internacional, a pesar de las dificultades actuales, que impiden una participación a la altura de los desafíos. En ese contexto, el incumplimiento de las reiteradas promesas de ayuda pública al desarrollo, y la cuestión, aún sin resolver, de una deuda externa que sigue afectando sobre todo a los países africanos, constituyen graves obstáculos que urge superar.
4. Los participantes en el simposio pusieron de relieve la conveniencia de que se fortalezca la relación entre África y la Iglesia católica. Para los católicos, esa relación tiene su fuente de inspiración en la comunión de fe, de esperanza y de caridad trazada por el Evangelio de Jesucristo. Las numerosas y extraordinarias iniciativas de promoción humana de la Iglesia se deben coordinar mejor, de acuerdo con un plan común, que deberá desarrollarse con un creciente intercambio de dones entre la Iglesia en África y la Iglesia universal. La Iglesia en África, que ha dado a la Iglesia universal algunos de sus hombres y mujeres más ilustres, brinda un testimonio de altísimo valor para el bien de los pueblos africanos y para el bien de la humanidad.
Cardenal Renato Raffaele MARTINO
Presidente del Consejo pontificio Justicia y paz