Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes 1° Encuentro Europeo de Directores Nacionales para la Pastoral de la Carretera
Apertura del Encuentro
S. E. Mons. Stephen Fumio HAMAO
Presidente del Pontificio
Excelencias, Reverendos Monseñores y Padres,
Bienvenidos a este Primer Encuentro para Responsables Nacionales del Apostolado de la Carretera. Durante este encuentro, nuestra reflexión estará orientada a examinar las posibilidades pastorales y las necesidades de la gente cuyas profesiones y vidas se centran en la carretera. Queremos ver los retos que emergen del análisis de esta realidad y considerar qué estructuras son las apropiadas para estos servicios y cómo proveer agentes pastorales, en este campo, para el futuro. Todo ello está en línea con el mandato del Pontificio Consejo de "apoyar a las Iglesias particulares para que todos aquellos que están fuera de su hogar reciban una oportuna ayuda espiritual" (Pastor Bonus, art. 151).
La movilidad humana supone hoy una creciente tendencia a la globalización. Ello comporta nuevos problemas y retos a encarar, en los cuales Dios nos ofrece también posibilidades pastorales. La Iglesia acepta estos nuevos retos convirtiéndose en el Buen Samaritano por los caminos de la humanidad, promoviendo solidaridad y responsabilidad, así como el ejercicio de la caridad apostólica.
Dado que la movilidad humana es por definición un fenómeno de cambio que se expande casi incontrolado más allá de las fronteras tradicionales, ella requiere una cooperación, responsabilidad y solidaridad internacional y regional. Esto es real, no sólo para las relaciones entre Estados, sino también para la Iglesia, a quien Dios llama igualmente a promover la comunión, la solidaridad y la cooperación en este campo entre las Iglesias particulares, al igual que en el diálogo ecuménico e interreligioso.
Aun más, la evangelización en el Tercer Milenio supone una renovada confianza en la planificación pastoral, según la carta y el espíritu de Novo Millennio Ineunte. La Iglesia, en un mundo globalizado, está llamada a intensificar su rol de promotora y animadora de la solidaridad y respeto por la dignidad humana y sus derechos fundamentales. Este Pontificio Consejo, con renovado vigor, desea ejercitar su papel de promotor de estructuras y servicios pastorales, así como la colaboración entre Conferencias Episcopales, en beneficio de la "gente de la carretera".
Permítanme mostrarles algunas estadísticas que puedan aterrorizarnos por su dramática realidad. Treinta y cinco millones de personas, en el mundo entero, han muerto en accidentes de coche durante el siglo XX y 1.500 millones han resultado heridos; medio millón de personas mueren y de 10 a 15 millones resultan heridas cada año en accidentes de carretera en todo el mundo. Aproximadamente el 70% de estas personas muertas y heridas pertenecen al mundo desarrollado. En la Unión Europea, 40.000 personas mueren y 1.700.000 resultan heridas cada año en accidentes de tráfico, con un coste de $160.000 millones. Noventa por ciento de los accidentes de coche ocurren debido a errores humanos. Finalmente, para el año 2020, se prevé que los accidentes de tráfico serán la tercera causa de muerte, mientras eran la novena en 1990.
Les voy a compartir ahora una cita de la Conferencia Episcopal Francesa que supone un reto a todos los que creemos en Jesucristo: "Autos, motos, ciclomotores, bicicletas, los vehículos juegan hoy un papel central en la vida cotidiana de los ciudadanos. Su uso es fuente de placer y de confort. Son útiles indispensables en el trabajo o la búsqueda de empleo. Reducen las distancias entre los hombres, facilitan la vida práctica, permiten los viajes, ofrecen a muchos una libertad acrecentada. El progreso técnico ha permitido, gracias a una mejor calidad de los vehículos, una mayor seguridad, un respeto mayor del entorno. Pero estos magníficos utensilios, puestos en nuestras manos, no deben convertirse en instrumentos de muerte. Esta inseguridad vial es un escándalo que debe provocar la reflexión de todos los conductores de vehículos e incitarles a un cambio en sus comportamientos. 'No matarás': este mandamiento de los orígenes conserva hoy toda su actualidad, también en la carretera. Aun más, el Evangelio nos permite escuchar la llamada de Cristo que va todavía más allá, la de la conversión de nuestras mentalidades. Se trata de adoptar en este campo como en otros, actitudes inspiradas en la caridad! La carretera no se coge, se comparte. Es un lugar de encuentro con los otros. Debe dejar lugar a los más débiles, a fin de que ellos sean respetados y libres para aprovecharse de un espacio social digno de este nombre. Aceptar la escuela del Evangelio supone, pues, control de sí mismo, mutua ayuda, conciencia de las propias responsabilidades. La carretera se convierte entonces en el lugar de expresión de la fraternidad". ('Seguridad vial: un reto evangélico', Obispos de Francia, Octubre 2002).
Estamos aquí, en este 1° Encuentro Europeo, para estudiar el pasado, presente y futuro del Apostolado de la Carretera. Todos nosotros, agentes y animadores pastorales, queremos compartir nuestras experiencias y nuestra riqueza apostólica, para desarrollar todo lo que debe llevarse a cabo en este sector, y también para abrirnos al futuro que está delante de nosotros. He ahí el reto que Cristo nos presenta hoy.
La historia de la salvación no es más que un “caminar” continuo de Dios que viene al encuentro de los hombres en la variedad y contradicción de su propia existencia, y que viene a acompañarnos hasta la meta de nuestro viaje. La Virgen es un ejemplo de ese ponerse en camino. Quiera María, la madre de Jesús (el camino, la verdad y la vida), protegernos y estar con nosotros especialmente durante este encuentro.
Les agradezco, ya desde ahora, su participación. Auguro a todos un provechoso trabajo. Espero que de él pueda brotar un más fuerte y vasto compromiso de los agentes pastorales nacionales e internacionales en una de las cuestiones urgentes que el mundo de la movilidad humana plantea hoy a la Iglesia: la pastoral de la carretera.
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