The Holy See
back up
Search
riga

 Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes

 

Los flujos “migratorios” en el mundo. 

Consecuencias y expectativas*

 

S.E. Mons. Agostino MARCHETTO

Secretario del Pontificio Consejo 

Hablar de los flujos migratorios en el mundo, y presentar sus consecuencias y nuestras expectativas, en alrededor de media hora, es una tarea muy, muy difícil. Procuraré hacerlo lo mejor posible, terminando con algunas observaciones.

Quisiera, ante todo, señalar que debemos aceptar la información que nos ofrecen los investigadores al respecto y las limitaciones que ellos mismos reconocen en los datos disponibles. Eso quiere decir también que la definición de migrantes, en un país, puede no ser exactamente la misma en otro. En realidad, cuando utilizamos el término "migración", su significado no es claro de inmediato. Tradicionalmente, se ha asociado a la noción de asentamiento permanente, o también a una permanencia a largo plazo. En realidad, se trata de una subcategoría de un concepto más general de "movimiento", que abarca una amplia variedad de tipos y formas de movilidad. 

La migración voluntaria ha sido estrechamente vinculada a la emigración por motivos de trabajo, que es con frecuencia temporal. En este tipo de migración están de hecho incluidos los trabajadores estacionales y fronterizos, pero también el personal altamente cualificado. También los que pasan diariamente las fronteras, los "turistas" por motivos de trabajo y los pequeños comerciantes. Además los emigrantes forzosos, es decir los que buscan asilo; los refugiados y los que necesitan una protección momentánea. Luego los estudiantes y los que trabajan en actividades relacionadas al tiempo libre. Otro grupo que pertenece al fenómeno de la movilidad es el de los turistas y los que viajan por motivos de negocios, que tienen algunas características de los migrantes temporales y facilitan igualmente la migración porque sostienen una red global de infraestructuras de viaje.

Los datos relativos a las migraciones o, más propiamente, los datos sobre la movilidad, estudiados por los expertos en los análisis de tendencias internacionales, hoy, pueden incluir, por tanto, una o varias de las categorías antes mencionadas de la movilidad humana. Los flujos migratorios, considerados como corrientes de movilidad dinámicas y flexibles, comprenden pues distintos tipos de personas y de motivaciones, tienen papeles y métodos diferentes de inserción en las sociedades que los acogen, y actúan bajo la influencia y la dirección de distintos organismos e instituciones. En este contexto, permítanme que les diga que mucho antes de que los académicos plantearan este problema, el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes ya había considerado todas estas categorías ─y otros grupos pertenecientes a la movilidad humana─ como destinatarios de su atención pastoral. El Consejo los divide en dos grupos: Emigrantes (migrantes, refugiados, estudiantes internacionales) e Itinerantes (nómadas, gitanos, circenses y feriantes, marinos, viajeros por aire y trabajadores en los aeropuertos, viajeros por carretera y trabajadores en las carreteras, gente que vive en la calle, turistas y peregrinos).

Dicho esto, podemos ahora tratar de examinar los flujos migratorios en el mundo.

La División de Población de las Naciones Unidas informa que 175 millones de personas viven actualmente en un lugar distinto de su país de origen. Constituyen alrededor del 3% de la

población mundial (aprox. 5,8 billones). El 60 % de estos "migrantes" (104 millones) se hallan en las regiones desarrolladas y sólo el 40% (71 millones) en las regiones menos desarrolladas. Europa acoge a 56 millones, Asia a 50 millones y América del Norte a 41 millones. África recibe 16 millones, América Central y del Sur 6 millones y Oceanía otros 6 millones. Podríamos decir que aproximadamente una de cada 10 personas que viven en las regiones desarrolladas es un migrante, mientras, en los países en vía de desarrollo, lo es una de cada 70 personas. Unos 2,3 millones de migrantes se desplazan cada año de las regiones menos desarrolladas a las más desarrolladas: en el período que va de 1995 al 2000 hubo un movimiento de aproximadamente 12 millones de personas. En todo caso, el panorama total de las migraciones muestra que los movimientos en dirección sur-sur son mayores que los que van sur-norte.

Si tomamos los datos referentes a los refugiados, podremos ver que bajo la protección de la OACNUR (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) y del OOPS (Organismo sobre Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente), se cuentan 16 millones de refugiados en el mundo, hoy.

Según datos de la OACNUR, en los últimos cinco años, han permanecido más o menos invariados los 12 millones de refugiados y los 900 mil en busca de asilo. De éstos, un 72% son acogidos en países de ingresos reducidos. Alrededor de la mitad son mujeres. La distribución geográfica es la siguiente: Asia, 5,8 millones de refugiados; África, 3,3 millones; Europa, 2,3 millones y América del Norte, 650.000.

En 2001, 915 mil personas pidieron asilo en 144 países. En Europa, la mayoría de las solicitudes fueron presentadas en Gran Bretaña (92.000) y Alemania (88.300). Estados Unidos recibió 83.200 peticiones.

Además de los refugiados, la OACNUR asiste, con arreglos especiales, a unos 5 millones de personas desplazadas en el interior de sus propios países. Éstas se ven obligadas a dejar el lugar de residencia debido a los conflictos internos, pero no han atravesado las fronteras; si lo hubieran hecho, hubieran podido pedir asilo. Esta cifra indica quizás sólo una quinta parte de las personas, en el mundo, que pertenecen a esta categoría.

Otro componente de los "migrantes", mucho menor en cantidad, pero importante por lo que se refiere a la calidad, es el movimiento internacional de estudiantes. Se calcula que ascienden a 1 millón 600 mil, concentrados sobre todo en Estados Unidos y Europa Occidental.

En el mundo de la movilidad, pero en calidad de itinerantes, podríamos incluir a los turistas internacionales y peregrinos, trabajadores marítimos y viajeros por mar, aire y tierra.

Los acontecimientos trágicos del 11 de septiembre, 2001, y otros hechos violentos, junto con la crisis económica en algunas partes, han tenido un impacto negativo en el turismo. In efecto, los turistas internacionales disminuyeron, de 696 millones en el año 2000, a 692 millones en 2001, aunque aumentaron a 715 millones en 2002. De éstos, se cuentan sólo 120 millones en las Américas. El Continente, en realidad, tuvo una fuerte disminución del turismo (-5,7%) entre 2000 y 2001, y éste bajó algo más, aunque muy poco (-0,6%), entre 2001 y 2002.

Examinemos otra categoría. En el 2000, había más de 2 millones de marinos y pescadores que trabajaban en alta mar, mientras los pescadores costeros ascendían a 30 millones.

A todos los datos anteriores, hay que agregar aquellos de los itinerantes por su misma cultura, por ejemplo, los gitanos. Aunque no existen cifras oficiales, los expertos calculan que actualmente debería haber 34 millones de gitanos en el mundo; de éstos, unos 17 millones en la India, donde se originó su movimiento, y otros 5 millones en Europa Oriental. Además, están los artistas y trabajadores circenses, cuyo número se estima que asciende a unos 50 mil.

Después de estos datos globales, examinemos más de cerca las tendencias por regiones y veamos lo que encontramos.

La migración en África

La movilidad humana es un proceso muy complejo en África. Existen muchos tipos de movimientos de población desde los países de África y entre unas y otras naciones en el interior del Continente, y no es fácil distinguir uno de otro. Los trabajadores emigrantes se ven impulsados a desplazarse por factores como la atracción que ejercen Europa Occidental y los países productores de petróleo del Oriente Medio, o por la falta de oportunidades de trabajo en sus propios lugares de origen. Los emigrantes pueden ser no cualificados, semi-cualificados, profesionales, pero también no autorizados. Además, están los movimientos de nómadas, refugiados y desplazados internos debido a factores históricos, políticos, ecológicos y étnicos.

Los emigrantes de África del Norte (Argelia, Marruecos, Túnez) van por lo general a trabajar o a estudiar a Europa, sobre todo a Francia, aunque los países europeos de destino han cambiado un poco últimamente. África Occidental se distingue por una emigración por motivos de trabajo, y una gran parte son irregulares. Los países que atraen a los emigrantes son: Costa de Marfil (hasta hace poco), Gambia y Nigeria. En el Sur de África, que se caracteriza por la migración de mano de obra contratada, los países principales de inmigración son la República Sudafricana y Botswana. África Oriental, por el contrario, presenta oleadas persistentes de refugiados, especialmente en el Cuerno de África, debido a las difíciles condiciones políticas, económicas y medioambientales. Sin embargo, los conflictos en Burundi, Ruanda y Congo Kinshasa han producido también refugiados procedentes de la zona de los Grandes Lagos. Existe, igualmente, la migración indocumentada entre Kenya, Uganda y Tanzania, que se beneficia de los antecedentes coloniales comunes: una misma lengua y la afinidad cultural. Sin embargo, la dirección cambia de vez en cuando, según las relaciones del momento entre los países.

Es importante notar que África está formada por países que presentan diversos niveles de desarrollo económico, pero muchos de ellos se ven afectados fuertemente por la movilidad humana internacional que, en cierto modo, indica la influencia de la inestabilidad política en dicho fenómeno. Sin embargo, existe también una notable interacción entre las motivaciones individuales y las condiciones globales externas.

Las mujeres ejercen un papel siempre más activo como migrantes independientes, pero también constituyen una gran parte de los flujos de refugiados, junto con los niños. El impacto de este fenómeno en la estructura y en la situación familiar ha de ser examinado atentamente.

La inmigración, en África, ha causado también una intensificación de los conflictos étnicos y un aumento de la xenofobia, pues se echa la culpa a los inmigrantes del excesivo desarrollo demográfico con las consiguientes 'aldeas de chabolas', desempleo y altas tasas de criminalidad.

Otra característica de la migración, en África, es la "circulación de cerebros", es decir, las personas altamente cualificadas dejan su propio país, pero permanecen en la región. Por consiguiente, no se produce una gran pérdida de recursos de personal altamente cualificado, desde un punto de vista regional, pero los países sufren por la "fuga de cerebros". Está vinculada también a este problema la presencia de 30 mil estudiantes africanos en Estados Unidos, sólo el 6% del total de los estudiantes extranjeros en ese país, pero que representan mucho para África. Si regresan, esto significaría una riqueza para sus países de origen; no obstante, si permanecen en Estados Unidos, son "cerebros perdidos" para África. Sin embargo, su decisión no depende sólo de su buena voluntad...

La migración en Europa

A partir de 1945, se ha producido una continua emigración internacional en Europa, con altibajos, pero siempre activa. Sin lugar a dudas, la década de 1990 es la que ha tenido el mayor número de migraciones en el Continente, desde la Segunda Guerra Mundial. Se trata de nuevos tipos de migraciones, en particular en Europa Central y Oriental y en la CEI (Comunidad de Estados Independientes). Los movimientos registrados en Europa parecen haber alcanzado el punto máximo en 1992-93. Actualmente Europa sigue siendo un territorio de inmigración, pero, en general, la afluencia está disminuyendo. Se han formado tres zonas de migración, distintas y relacionadas entre sí: Europa Occidental, Central y Oriental, incluso los países de la CEI y la CEI misma.

Si tomamos el número de residentes extranjeros en un país como indicador de la inmigración, podemos comprobar que, generalmente, en Europa Occidental, el número de los residentes extranjeros ha seguido aumentando, a pesar de que las tasas de aumento hayan disminuido.

La presencia de población extranjera en Europa Occidental es el reflejo de las sucesivas oleadas de emigración post-bélica, vinculadas, en primer lugar, a la falta de trabajo y, recientemente, a la reunificación y formación de las familias, así como a la fuga de refugiados de las zonas destrozadas por la guerra, tanto en Europa como fuera de ella. Así, los mayores grupos nacionales residentes en los países de Europa Occidental proceden todavía del Sur de Europa (Italia, Portugal, España y Grecia), a pesar de haber logrado recientemente el status de países de inmigración; proceden también de Turquía, de la ex-Yugoslavia y, desde hace poco, de los países de África del Norte. La importancia de otros grupos nacionales varía según los destinos.

Europa Occidental recibió, en el año 2000, a 392.200 personas que pedían asilo; de éstas, el 23,4% en el Reino Unido y el 18,9% en Alemania. Otros países elegidos por los que buscaban asilo fueron Francia, Bélgica y los Países Bajos. En Dinamarca, Suecia y Suiza, en cambio, disminuyeron las solicitudes.

En Europa Central y Oriental se ha presentado un movimiento creciente, a corto plazo y de breves distancias, a través de las fronteras. Aunque no se registraron, en realidad, emigraciones masivas de los países de Europa Central y Oriental después de que cayó el régimen comunista, muchas personas, sin embargo, atraviesan las fronteras que estaban tan controladas en el pasado. Gran parte de este movimiento tiene el objeto de ganarse la vida y está vinculado a la prosperidad de las economías informales, que comprenden el pequeño comercio, el "turismo" por motivos de trabajo y otras nuevas formas de migración. El sector informal proporciona trabajos estacionales y temporáneos que no ofrecen ninguna fuente estable de ingresos y que son considerados por muchos trabajadores como un suplemento a lo que pueden ganar en su propio país.

En la ex-Yugoslavia se han presentado movimientos repentinos, masivos y forzosos, en gran escala, como resultado de la guerra en esa zona.

Se supone que muchas personas que buscan asilo en Europa Central y Oriental son, en realidad, emigrantes de paso que desean, con el tiempo, entrar a Europa Occidental; aunque últimamente se notan indicios de que los que solicitan asilo tienen el proyecto de establecerse en esa zona debido a la creciente libertad política y al desarrollo económico.

Los datos indican un aumento general de la población extranjera oficialmente reconocida en la región, en el período 1990-2000, aunque al terminar dicho período había una tendencia a la disminución.

La migración en la ex-Unión Soviética (esencialmente en la CEI) se distingue, hoy, por la circulación interna, con algunas excepciones de carácter internacional. Las causas de este movimiento son múltiples; entre ellas, el nivel de vida que baja, la inestabilidad sociopolítica y una serie de conflictos armados. El resultado es una tipología compleja del movimiento. Algunos de sus elementos se pueden definir 'normales', como la emigración de mano de obra, mientras otros son el producto de una serie de emergencias.

Desafortunadamente, pero no inesperadamente, se produce una migración ilegal en gran escala. En 1994, alrededor de medio millón de inmigrantes procedentes de Asia, África y Oriente Medio entraron, violando los trámites de pasaporte y visa. Los informes de Bielorrusia señalan que de 100 mil a 400 mil indocumentados entraron durante un período de dos años (1994 y 1995).

Por lo general, en Europa, parte del flujo migratorio está destinado a los trabajos altamente cualificados, dado que, según los sistemas de permiso de trabajo de muchos países, se selecciona a los que tienen un alto nivel de experiencia. Sin embargo, se nota, cada vez más, una polarización con un gran número de ocupaciones, especialmente las labores pesadas como, por ejemplo, en el campo del abastecimiento de comidas y de la limpieza, a cargo de trabajadores relativamente poco cualificados, muchos de los cuales se encuentran en una situación irregular.

La migración de personal altamente cualificado es hija de la globalización económica y de las actividades de las corporaciones transnacionales; sin embargo, el número es relativamente bajo en comparación con el volumen de la emigración.

Por lo que se refiere a los estudiantes extranjeros, en Estados Unidos hay 78 mil quinientos europeos. Por otro lado, hay 197 mil estudiantes extranjeros en Gran Bretaña, 160 mil en Alemania y 130 mil en Francia.

En lo que concierne a la migración no autorizada, ésta, por su misma definición, es difícil de calcular. La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) estimó un total de 2,6 millones de extranjeros en Europa con una situación irregular, incluso los trabajadores estacionales y solicitantes asilo cuyas peticiones no han sido aprobadas y, sin embargo, se han quedado. En los países de Europa Central y Oriental, es probable que muchos trabajadores extranjeros estén indocumentados. En general, la tendencia de la migración no autorizada parece aumentar. Algunos indicios dan a entender que, tras una parte bastante notable de la migración irregular, se ocultan traficantes y contrabandistas.

La migración en Asia

La OIT estima que de 5 a 7 millones de trabajadores migrantes y personas a su cargo están fuera del propio país en Asia, y otros 8-9 millones de migrantes, en su mayoría asiáticos, en el Oriente Medio. Se han reconocido, en el Continente asiático, cinco principales "sistemas de migración" (se denomina 'sistema de migración' un grupo de países en el cual uno o varios de ellos son núcleo o destino, mientras los demás son periferia o países de origen). Los sistemas de migración son los siguientes:

(1) el sistema del Consejo para la Cooperación en el Golfo (CCG), con Arabia Saudita como nación núcleo y, en menor grado, también Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos. Aunque el 37% de los migrantes en la zona proceden de otros países árabes, Asia del Sur, en especial India y Pakistán, contribuye en gran parte (44%) a la afluencia a la región; Asia Suroriental participa con un porcentaje menor (el 11%), principalmente de Filipinas y, un número creciente, de Indonesia.

(2) el sistema del Subcontinente Indio se considera, tradicionalmente, una región de emigración hacia el Oriente Medio, adonde llega más del 90% de los trabajadores migrantes que salen de India, Pakistán y Sri Lanka, y más del 60% de los que salen de Bangladesh.

(3) el sistema Indochino (o de Asia Suroriental), con un núcleo constituido por Malasia y Singapore y otro núcleo que es Tailandia. Los migrantes, en Singapore, trabajan principalmente en la construcción y en el servicio doméstico. Malasia, actualmente, cuenta con 770 mil trabajadores extranjeros con permiso y, quizás, unos 450 mil migrantes indocumentados.

La inmigración llega a Tailandia sobre todo de los vecinos Birmania, Laos y Camboya, para los trabajos de construcción y para los sectores agrícola y pesquero.

(4) el sistema de Hong Kong y Taiwan, en el cual los núcleos están constituidos por Hong Kong y Taiwan.

(5) el sistema de Asia Nororiental, donde los núcleos son Japón y Corea. Ninguno de los dos países dispone de una política de trabajo para los migrantes, pero ambos utilizan mano de obra no cualificada. En Japón, la población extranjera asciende a 1 millón setecientos mil personas, incluidos 635.269 coreanos. La carencia de trabajadores no cualificados se suple con la mano de obra extranjera, aprendices y migrantes no autorizados. Corea, por su parte, es un país de inmigración reciente y recibe aprendices, para contar con una provisión de trabajadores migrantes.

Las tendencias de las migraciones de Asia hacia destinos no asiáticos no están consideradas entre estas tipologías. Es difícil, en efecto, clasificar, por ejemplo, la emigración endémica de filipinos, prácticamente hacia todos los continentes. Además, los asiáticos constituyen más del 54% del total de los estudiantes internacionales en Estados Unidos.

Algunos indicios indican la función estructural que la emigración ha adquirido en Asia. Hay que tener en cuenta que el negocio lucrativo de las agencias de reclutamiento y empleo tiene un papel importante en la continuación y expansión de la migración de trabajadores en el interior y fuera de Asia. Otra característica de la migración asiática es la gran cantidad de mujeres. Ellas "reemplazan", siempre más, en los trabajos domésticos, a las mujeres nacionales que trabajan en los países de destino.

 

Las extensas fronteras entre los países de Asia facilitan la emigración no autorizada. Aún más, las organizaciones criminales se han aprovechado de las leyes estrictas de la emigración en los países receptores para hacer prosperar el contrabando humano y el tráfico de personas, en especial de mujeres y niños.

Asia, en general, no se vería tan afectada como Europa para mantener los niveles de su población en edad de trabajar. Sin embargo, el Japón tendría una enorme necesidad de una migración de reemplazo para mantener los índices de población y de fuerza de trabajo. Se necesitarían unos 343 mil inmigrantes al año, desde ahora hasta 2050.

La migración en el Pacífico

La esencia misma de la identidad australiana consiste en ser una nación de inmigrantes. El país está experimentando todo tipo de movilidad. Las entradas son permanentes y temporáneas. Los que llegan para instalarse definitivamente pasan a través del programa de migración y el programa humanitario

Los refugiados han ocupado una parte importante en la historia de la inmigración a Australia, con dos oleadas principales: una procedente de Europa del Este, a finales de la década de 1940, y otra de Indochina, en la segunda mitad de los años 1970. La llegada de refugiados indochinos, por lo general "boat people", fue la primera, en gran escala, de no europeos a Australia y tuvo un papel decisivo porque cambió el componente étnico de la población.

En 1994-95, la inmigración a Australia era realmente global, pues procedía de más de 160 países. Actualmente se registra un creciente movimiento temporáneo de población. En 1994-95, se contaron 3,5 millones de personas que llegaron por corto tiempo, principalmente turistas, pero también visitantes por motivos de negocios. Igualmente, aumentaron los estudiantes extranjeros. No obstante, hay una emigración permanente desde Australia, que forma parte de las tendencias a la internacionalización económica.

En todo caso, el pluriculturalismo ha llegado a ser un elemento clave de la identidad australiana y ha significado un corte decisivo con el pasado colonialista y racista. Esta es una gran ventaja en los intentos por mejorar los vínculos con el resto del mundo, en particular con la región de Asia-Pacífico. Sin embargo, las actuaciones y políticas más recientes del gobierno, en particular aquellas referentes a los refugiados y a los que buscan asilo, parecen señalar el fin de esa apertura.

Nueva Zelanda se conoce como 'país de inmigración', al ser uno de los cuatro países del Pacífico que han acogido con entusiasmo a los emigrantes, en especial a aquellos procedentes de Europa. Con la introducción del 'sistema de puntos', se produjo un aumento masivo de la migración procedente de los países de Asia Oriental. Sin embargo, ahora que se exige a todos los miembros de la familia migrante el certificado de 'proficiency' en inglés, como prerrequisito para el permiso de residencia, se prevé que los migrantes procedentes de Taiwan, China y Corea del Sur disminuirán. El gobierno de Nueva Zelanda, para promover el turismo, ha suspendido la visa obligatoria para los visitantes de muchas partes de la región que llegan por corto tiempo.

La migración en América

A pesar de que los norteamericanos consideren, hoy, que sus países son ejemplos de sociedades multiétnicas y pluriculturales, hasta mediados del siglo XX los emigrantes voluntarios a América del Norte (Canadá y Estados Unidos) eran sobre todo europeos, y se les consideraba como el grupo que más convenía. Aunque más pronto que en Nueva Zelanda, sólo en la década de 1960 fueron eliminadas las políticas de inmigración fundadas en la raza o en el lugar de origen.

Por tanto, la migración desde los países asiáticos hacia el Canadá y Estados Unidos fue importante solamente después de la década de 1960, cuando fue liberalizada la legislación restrictiva sobre inmigración. Alrededor de 1 millón 300 mil asiáticos entraron a Estados Unidos durante el siglo XIX y principios del siglo XX, llegando a poco menos de 4% del total de la inmigración a América. Después de 1965, más de cuatro millones de inmigrantes entraron al país, es decir, el 25% del total de la inmigración legal. Aumentos semejantes se observaron en Canadá. Durante las décadas de 1970 y 1980, las llegadas de refugiados, entre los cuales numerosos 'boat people', aumentaron, pues huían de la guerra, de la agitación civil y de los regímenes opresores.

La migración procedente de África hacia Norteamérica, en el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial, fue la consecuencia, en gran parte, del desequilibrio económico, de los movimientos de refugiados y de los vínculos internacionales. Estados Unidos limitó las entradas de africanos a 7 mil al año en la década de 1990, a pesar de que había un gran número de refugiados en África en 1993.

Los africanos que viven en Estados Unidos son importantes para las economías de sus países de origen, por las remesas de dinero que envían. Incluso las pequeñas sumas tienen gran valor para los países africanos.

La cercanía de América Central, del Sur y el Caribe ha permitido una notable migración desde esas zonas hacia Estados Unidos y Canadá. En general, gran parte de la migración de esa zona al Canadá procede del Caribe, mientras la que se dirige a Estados Unidos procede de México, Chile, Puerto Rico, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica, y también del Caribe.

Aunque las consecuencias demográficas de la emigración internacional, hoy, no son las mismas que experimentaron los países europeos en el siglo XIX, podemos, en todo caso, decir que la emigración de México a Estados Unidos es uno de los mayores movimientos migratorios en el mundo, y el aumento extraordinario de hispánicos en ese país se está transformando en una importante cuestión política y también religiosa. La enorme migración no autorizada que atraviesa la frontera entre México y Estados Unidos es bien conocida, estimulada por la presencia de "coyotes" dispuestos a indicar a las personas dónde pueden atravesar la frontera, pero poniendo en peligro sus vidas. La reciente carta pastoral "Juntos en el Camino de la Esperanza" da testimonio de esta realidad.

Hasta la década de 1960, el movimiento internacional en América Latina era estacional, y limitado de una zona rural a otra, o de zona rural a zona urbana entre países limítrofes, y se podía considerar prácticamente una continuación de la migración interna más allá de los límites nacionales. En otros casos, los distintos grados de densidad de la población, así como la disponibilidad de la tierra y de la mano de obra para la producción, desencadenaron la migración: cruzar las fronteras era relativamente fácil.

Argentina, que fue el principal país receptor de la migración europea en el siglo XIX y gran parte del siglo XX, se transformó en país de una numerosa emigración, junto con Chile y Uruguay, después de la crisis política y económica de la década de 1970 que llevó a las dictaduras militares. Las metas eran Europa, Australia, Estados Unidos y Canadá, pero también otros países latinoamericanos, principalmente México, Venezuela y Costa Rica. Estos últimos, en efecto, son países fronterizos tradicionalmente receptores de emigrantes (Venezuela a los colombianos, Costa Rica a los nicaragüenses y México a los guatemaltecos).

En la década de 1970, Venezuela, país productor de petróleo, era, junto con Estados Unidos y Canadá, una meta favorita por los sueldos que allí se ofrecían, iguales o incluso mayores que los que se ofrecían en los países desarrollados. Por lo que se refiere a los movimientos fronterizos entre zonas rurales, Costa Rica era el principal país receptor, por ser el que gozaba de un relativo mayor desarrollo y de estabilidad política.

Otras tendencias migratorias importantes en la región fueron las siguientes: Brasil comenzó como país de emigración en 1980; la población inmigrante, en Paraguay, aumentó con 100 mil brasileños, según el censo de la población de 1990 (el movimiento de 'braziguayos', que comenzó en la década de 1970, tuvo importantes consecuencias geopolíticas para la región); además del movimiento fronterizo hacia Paraguay, la emigración brasileña a Estados Unidos y otros países aumentó; Portugal y Japón fueron testigos del retorno de sus descendientes nacidos en Brasil; siempre más numerosos, los descendientes de antiguos inmigrantes a Argentina, Uruguay y Chile regresaban a los países de sus ancestros (eso mismo se puede decir de los japoneses que vivían en Perú); contemporáneamente, aumentaron los peruanos en todos los países que permanecían aún abiertos a la inmigración (fue el grupo que creció más rápidamente en Venezuela, Argentina, Brasil y Chile, y también en Estados Unidos).

La violencia y la inestabilidad en América Central, desde mediados de la década de 1970, no sólo desencadenaron la migración internacional, sino que produjeron más desplazados internos y refugiados. Según la información de la OACNUR, proporcionada por los países receptores de refugiados, la población desplazada en América Central era de alrededor de 1.163.000 personas a principios de los años 90. Los refugiados se encontraban, en orden descendiente, en México, Costa Rica, Guatemala y Honduras. En 1993, sin embargo, disminuyó el número en muchos países, especialmente en Costa Rica; pero en México y Guatemala permaneció estable.

En general, para amplios sectores de la población latinoamericana, los Estados Unidos se han transformado en centro de gravedad y de atracción para los que buscan una promoción personal. En efecto, acogen también a 62 mil estudiantes latinoamericanos, de los cuales 11 mil procedentes de México.

Por lo que se refiere a América Latina, por consiguiente, hemos notado los siguientes motivos de movilidad de la población:

  • su crecimiento, junto con la urbanización y el desarrollo industrial;
  • la cercanía de fronteras invitantes;
  • las políticas de libre mercado, que reemplazaron las de desarrollo industrial, junto con las políticas destinadas a reducir el papel del Estado (esto llevó a un aumento del desempleo y a cortes en los gastos de previsión social, que causaron un empeoramiento del nivel de vida en grandes sectores de la población. Una respuesta a la crisis del trabajo fue la aparición de actividades de trabajo autónomo, comenzando por las funciones altamente especializadas, hasta aquellas no cualificadas. Esto fomentó la movilidad, ya que las personas se mueven hacia donde se les ofrecen oportunidades);
  • la inestabilidad política, las formas antidemocráticas de gobierno y la violencia;
  • la globalización, que ha universalizado rápidamente las expectativas y difundido los estilos de vida y modelos de consumo de los países desarrollados. Aunque se procura hacer revivir las identidades culturales y étnicas, amplios sectores de la población tienen la esperanza de llevar una vida igual a la que viven los que se hallan en el mundo desarrollado. Si no se dispone de oportunidades para realizar este ideal en el país de origen, la migración se convierte en una verdadera alternativa para muchos.

Conclusión (Consecuencias y Expectativas)

Como se afirma en el Informe Final del Encuentro Regional de Expertos sobre "La Migración Internacional y África" (Gaborone, Botswana, 2-5 de junio, 1998), "La migración internacional se considera, generalmente, desde un punto de vista negativo; por tanto, hay una urgente necesidad de 'reconceptualizarla', porque constituye una aportación positiva importante para la transformación y el cambio social y económico...". Esta reflexión se refería a África, pero no vamos a dudar en extender su aplicación al resto del planeta. 

Por consiguiente, después de haber examinado rápidamente, pero no de modo superficial, las tendencias de la migración internacional en las distintas regiones del mundo (el lector podrá tener una visión más amplia consultando las notas de mi texto escrito en inglés), podemos observar lo siguiente:

  • La migración por motivos de trabajo se debe a la necesidad del trabajador de encontrar un empleo que no halla en el país de origen.La situación cambia, según los casos. En algunos países significa desempleo masivo, e incluso imposibilidad, para el trabajador, de garantizar las necesidades básicas a sí mismo y a su familia. En otros casos, significa la incapacidad del país de ofrecer puestos de trabajo que correspondan a la cualificación y competencia de las personas. Entre estos dos extremos se presentan muchos grados de necesidad. Sin embargo, la migración por motivos de trabajo responde también a una necesidad, en el país de destino, de profesionales y de trabajadores altamente cualificados, que no puede proporcionar la población local, de personas que realicen trabajos penosos que la población local se rechaza a prestar, o de trabajadores en general (por tener una población que está envejeciendo y, por tanto, insuficiente o imposibilitada para trabajar).
  • Mientras, en el siglo pasado, la migración era a menudo cuestión de hombres solteros, actualmente es más común la migración familiar: emigra toda la familia, o se sigue el esquema de la reunificación familiar.
  • La necesidad de personas altamente cualificadas en los países tecnológicamente avanzados ha llevado al "intercambio de cerebros" entre esos países y a la "circulación de cerebros" en algunas regiones, así como, desafortunadamente, a la "fuga de cerebros" de los países en desarrollo o menos desarrollados que cuentan con buenos recursos humanos, pero, por desgracia, no pueden proporcionar los instrumentos adecuados o pagar lo debido. Existe además, la "cacería de cerebros" por parte de las naciones industrializadas, con el objeto de contratar personas altamente cualificadas de los países en desarrollo, incluso de modo definitivo.

    Por lo que a esto se refiere, algunos organismos están realizando un trabajo encomiable entre los estudiantes, por ejemplo el KAAD (Servicio católico alemán de intercambio académico), que ofrece programas de sensibilización para los estudiantes, respecto a la necesidad que tienen sus países de líderes que quieran trabajar en favor del propio pueblo y por el bienestar del país, independientemente de los beneficios económicos. Los animan, así, a regresar al país de origen con un espíritu de verdadero y justo nacionalismo.

  • Los países de origen que son pobres cuentan con las remesas de los trabajadores emigrantes para sostener la economía local, mientras los países de destino cuentan con la mano de obra barata para seguir produciendo y manteniendo sus propias industrias, y para reemplazar en los trabajos domésticos a las mujeres que han entrado a formar parte de la fuerza laboral.
  • Las mujeres entran, siempre en mayor número, a formar parte de las filas de los migrantes internacionales, en beneficio de las familias donde trabajan y en menoscabo de las familias que dejan en la patria. Contratadas con frecuencia como trabajadoras no cualificadas, o para el servicio doméstico, las mujeres son más vulnerables a la violencia y a la violación de los derechos humanos y laborales, que a menudo no se les reconocen. Ellas constituyen también una gran parte de los flujos de refugiados. Junto con los niños, son las víctimas más frecuentes del tráfico ilícito de comercio humano.
  • Por el temor a una llegada masiva de migrantes, acentuado por el 'síndrome del 11 de septiembre', los países ricos industrializados han aumentado los controles de seguridad en las fronteras y hacen cumplir con severidad las leyes sobre inmigración. Esto ha producido una proliferación de agencias de empleo que logran grandes ganancias explotando las esperanzas de los "pobres" migrantes. Y lo peor es que ha desencadenado la migración ilegal de los que no pueden cumplir con los requisitos. El resultado de todo esto es el aumento de las ganancias de los contrabandistas y traficantes de personas. La Unión Europea ha intentado luchar contra esta plaga social tratando de introducir una legislación que castigue, no sólo a los traficantes y contrabandistas, sino también a los que 'compran' sus “productos”.
  • La grave crisis económica, las calamidades naturales, la violencia, los conflictos raciales, la inestabilidad política y las guerras han llevado a la migración forzosa y han producido refugiados, personas desplazadas y migrantes por motivos económicos. Todos ellos, por su parte, han contribuido a la formación de sociedades multiculturales y multiétnicas que han enriquecido el patrimonio cultural de los países receptores; han transformado incluso pequeñas y aisladas comunidades en realidades pluralistas e interculturales.

    No obstante, los migrantes son víctimas con frecuencia de la discriminación racial, de la xenofobia y de otras formas de intolerancia. Esto ha agregado un ulterior sufrimiento a sus vidas, ya de por sí desdichadas. Es necesario por lo contrario reconocer en las personas de otras culturas la obra de Dios, tarea no fácil, y pasar de la simple tolerancia de los demás a un verdadero respeto por sus diferencias. Sin embargo, el respeto debe ser recíproco, y los inmigrantes están llamados a cumplir las leyes del país que los acoge.

  • La migración internacional afecta, de distintos modos, a los países de origen, tránsito y destino, pero sus causas y efectos los unen entre sí. Es necesario luchar contra el lado negativo de la migración y estimular sus aspectos positivos. La movilidad humana es, en efecto, un derecho, pues da la posibilidad, a todos los hombres y mujeres, de aventurarse en un mundo desconocido y enriquecerse con nuevos descubrimientos. Al mismo tiempo, les permite salvarse de tristes o tremendas circunstancias, aunque el futuro no sea siempre risueño o brillante. Dondequiera que vayan, llevan su propio patrimonio de cultura y dones humanos, capaz de transformar y mejorar los lugares donde eligen quedarse e instalarse.
  • En muchos países se promueve la migración legal, especialmente cuando se carece de mano de obra o experiencia, y al mismo tiempo se lucha contra la migración no documentada. En realidad, tanto esta como la migración autorizada son dos elementos de un mismo fenómeno, así como con frecuencia es difícil establecer una clara distinción entre los migrantes por motivos económicos y los refugiados. Basta aquí señalar que muchos migrantes clandestinos son parientes y amigos de los migrantes legales que los animan a reunirse con ellos y a darles apoyo. Los hechos demuestran que un estricto control de las fronteras, las inspecciones y una legislación severa sobre la inmigración, no son suficientes para tener bajo control la migración en general, y la migración no autorizada en particular. 
  • Si la migración es un derecho de toda persona humana, – dadas ciertas circunstancias - , es también un derecho permanecer en el propio país y en el propio ambiente cultural. La migración, en particular la migración forzosa, se presenta especialmente cuando es difícil, si no imposible, para un individuo, sobrevivir según las normas locales. La migración no estaría tan difundida, pues, si las condiciones locales garantizaran una vida digna a la persona y a su familia. Por consiguiente, los países ricos industrializados que temen la migración en sus territorios, deben contribuir al desarrollo (no sólo económico) y a la seguridad de los países emisores de migración, para que puedan garantizar a sus ciudadanos una vida mejor.
  • A pesar de todo, las personas se desplazarán siempre, quizás menos permanentemente y más temporáneamente, para migrar, porqué tratase de un proceso humano natural, como lo afirma la historia desde los tiempos más antiguos. Sea lo que fuere, las sociedades están vinculadas siempre más a las poblaciones receptoras de distinta cultura y nacionalidad. La pluralidad de culturas, incluso de credos y nacionalidades, está destinada pues a ser siempre mas la característica de nuestras sociedades. La presencia reglamentada de "extranjeros" ha sido una riqueza para las personas, en los distintos países, siendo la naturaleza humana una sola, y perteneciendo todos a una misma familia. Si queremos ser dignos de nuestra identidad, es necesario que tratemos a los demás como hermanos y hermanas, sin distinción de nacionalidad, raza, credo o posición social. En efecto, una norma necesaria para organizar todos nuestros programas y actividades consiste en respetar el bien común, también universal.
  • Por consiguiente, tenemos que considerar a la humanidad como una familia de pueblos que no se parapetan en la fortaleza de sus fronteras, sino que son los bienvenidos en una libre y razonable circulación en el interior y a través de los territorios nacionales. Así haríamos, haciendo de la tierra un verdadero hogar global para todos. He aquí un ejemplo, quiero decir un estudio de las Naciones Unidas en el cual se prevé la entrada de alrededor de 160 millones de inmigrantes en los países de la Unión Europea en los próximos 50 años, si Europa quiere mantener su actual dinamismo económico. Para que esto suceda pacífica y justamente, la actitud de muchos tendrá que cambiar y el papel de la Iglesia en este proceso es y será indispensable.

Si puedo manifestar una expectativa, sin pretender ser futurólogo, diría que un día el ideal de hermandad universal se realizará también gracias a la contribución del fenómeno migratorio. Los cristianos debemos recordar que ya actualmente, como afirma el Santo Padre en su Carta apostólica Novo Millennio Ineunte (n. 49-50), "nadie puede ser excluido de nuestro amor, desde el momento que 'con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre'. Ateniéndonos a las indiscutibles palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una presencia especial suya, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos (...). Son muchas, en nuestro tiempo, las necesidades que interpelan la sensibilidad cristiana. Nuestro mundo empieza el nuevo milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico, que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando no sólo a millones y millones de personas al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana (...). El panorama de la pobreza puede extenderse indefinidamente (...). Es la hora de una 'nueva imaginación' de la caridad, que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como una limosna humillante, sino como un compartir fraterno".

En este panorama de pobreza, la Iglesia está presente y acoge con los brazos abiertos de Cristo la soledad de todos los corazones, cerciorándose de que su amor llegue a cada uno, pero especialmente a los pobres, y a los muchos emigrantes e itinerantes entre ellos. Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora del Magníficat, la Madre de Dios y de toda la humanidad, sea nuestro modelo y guía en nuestra actitud de compasión, de ayuda a la promoción humana, y en la evangelización.

Gracias por su atención!

* Congreso Nacional sobre la Pastoral de la Movilidad Humana, (10-14 marzo 2003), Veracruz, México.

(Las notas que acompañaban la redacción original de este texto, pueden consultarse en el texto en inglés)

top