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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 99 (Suppl.), December 2005

 

 

Lo que esperan los jóvenes circenses, feriantes y lunaparkistas de la Comunidad Eclesial

 

 

Don Jesús Peiró Viana

Delegado

 Conferencia Episcopal Española

Introducción

Buenas tardes a todos y a todas. Como bien han dicho en la presentación, mi nombre es Jesús Peiró y pertenezco a la Delegación que la Conferencia Episcopal Española ha traido a este VII Congreso Internacional de la Pastoral para los Circenses y Feriantes.

Quisiera empezar mi intervención explicando que durante la misma voy a utilizar la 1ª persona del plural, en honor a que mis palabras surgen de la representación que hoy hago ante ustedes, de los y las jóvenes circenses y feriantes de España. En su nombre, les doy las gracias por su presencia. 

Primera parte (comunidad eclesial)

Para dar respuesta al título de esta Mesa Redonda, que dice: “Lo que esperan los jóvenes circenses, feriantes y lunaparkistas de parte de la Comunidad Eclesial”, lo primero que los jóvenes del circo y de la feria nos planteamos es esta otra pregunta: ¿Qué espera la Comunidad Eclesial de los jóvenes circenses, feriantes y lunaparkistas?

En palabras de Mons. Gerard Defois, “Los que hacen la fiesta para nosotros, tienen una vida difícil, conocen el peso de la crisis económica, de las deudas y de la inestabilidad de las condiciones de trabajo. Éllos deben luchar para vivir, pero no lo dejan ver, tienen una vida fuerte de familia, pero nosotros no vemos en éllos más que falsos perpetuos adolescentes en la inestabilidad de su juventud”

También es cierto que la Iglesia ve en la juventud, la constante renovación de la vida de la humanidad y que descubre en ella un signo de sí misma: “La Iglesia es la verdadera juventud del mundo”; con todo lo que ésta afirmación conlleva, desde el punto de vista biológico, psicológico, sociocultural y, por supuesto, espiritual.

En definitiva, creemos que la juventud ha de ser un símbolo de la Iglesia, llamada, ésta, a una constante renovación de sí misma hacia un incesante rejuvenecimiento. 

Segunda parte (jóvenes)

Entrando de lleno en la pregunta de qué esperamos nosotros de la Comunidad Eclesial, la primera cuestión a tratar es que la imposibilidad de participación en la vida de la sociedad con frecuencia nos provoca una cierta “marginalidad” y, dentro de esa participación social, encuadramos la Comunidad Eclesial.

Es normal que los jóvenes identifiquemos a la Iglesia con sus obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y, a veces, esto nos lleva a pensar que no se nos llama a una plena participación en la Comunidad Eclesial, de ahí que nuestra presencia, hoy y durante estos días en este Congreso Internacional, la agradecemos y la asumimos como una oportunidad de diálogo y de participación.

Nos gustaría entablar un diálogo donde primara un lenguaje de transmisión de la Palabra más cercano y que tuviera una mayor repercusión en nuestra vida. Además del diálogo, es necesario que se produjeran actitudes y realizaciones más concretas dirigidas a nosotros, desde nuestro propio entorno y realidad social.

Dadas nuestras características de jóvenes, inmersos en una parte de este mundo, con unas circunstancias propias, que no excluyentes, nos cuesta mucho pertenecer a organizaciones de la Comunidad Eclesial demasiado institucionalizadas, con estructuras muy rígidas y de pertenencia masiva. A los jóvenes circenses y feriantes, nos gustaría aportar a la Comunidad Eclesial el conjunto de nuestros propios valores con el apoyo de ella, como compromiso de la aplicación de nuevas realizaciones dentro de la Pastoral de Circos y Ferias. 

Tercera parte (conclusiones)

Sin duda, nuestra expresión de la Fe, por medio de los sacramentos, nos propicia un acercamiento a la Comunidad Eclesial, si bien nuestra práctica religiosa, como jóvenes, se va alejando, poco a poco, de la propia Comunidad Eclesial.

La necesidad de la presencia de la Iglesia entre los jóvenes, en general, y entre nosotros, en particular, es urgente.

Reconozcamos nuestro protagonismo como miembros de pleno derecho de la Comunidad Eclesial y salgamos al reencuentro como elementos fundamentales de socialización y de evangelización.

Hasta aquí mi intervención. Muchas gracias por su atención. 

Epílogo

“La Iglesia, al invertir en los jóvenes de hoy, recibirá mucho más en el futuro en forma de corresponsabilidad, liderazgo y vocaciones. Más aún, la inversión que los jóvenes hagan en la Iglesia, se multiplicará debido a sus talentos, habilidades, educación y deseo de servir.” (Kriss Egan. Iowa)

 

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