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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 111 (Suppl.), December 2009

 

 

DOCUMENTO FINAL

 

I – El Evento

El Primer Encuentro Latinoamericano de Pastoral de la Carretera/Calle acaba de celebrarse en Bogotá (Colombia) del 19 al 24 de octubre de 2008, y organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, junto con la Sección de la Movilidad Humana del CELAM. Estaban presentes el arzobispo Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y dos Oficiales del mismo Dicasterio, cuatro obispos, y sacerdotes, religiosos/as y laicos/as procedentes de 11 países (Argentina, Bahamas, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú e Italia). Se leyeron también las aportaciones de expertos de Filipinas, Alemania y Myanmar, que, en el último momento, no pudieron participar. El tema del Encuentro era “’Jesús en persona se acercó y caminaba con ellos’ (Lc 24,15), la Pastoral de la carretera/calle: juntos en el mismo camino’”. El Congreso se ha desarrollado durante cuatro días, cada uno dedicado a un sector especial de la atención pastoral que el Pontificio Consejo presta en el ambiente de la carretera/calle y que están presentes en las “Orientaciones para la Pastoral de la Carretera/Calle” (OPC). Los trabajos han comenzado cada día con la celebración de la Eucaristía. Cuatro grupos de estudio se han reunido para reflexionar sobre las distintas conferencias e intervenciones.

El primer día ha comenzado con los discursos de bienvenida del Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, y del Obispo Víctor Sánchez Espinosa, Secretario General del CELAM. Siguió la ‘Presentación del Encuentro’, también por Mons. Agostino Marchetto, a la que han seguido las presentaciones personales de los participantes, ilustrando su compromiso pastoral. La tarde ha sido dedicada al tema “La Pastoral para los usuarios de la carretera y de la ferrovía” con una conferencia titulada “Caridad y servicio a los transportistas (carretera y ferrovía)”, del Rev. P. Marian Litewka, miembro del Equipo de la Pastoral de la Carretera del Brasil. Han seguido una Mesa Redonda cuyo tema era “’La Palabra de Dios ilumina el camino’ (OPC n. 10): Evangelización y Educación en el ambiente de la carretera y la ferrovía”, la lectura de la aportación del Rev. Mons. Wolfgang Miehle, Director Nacional para la Pastoral de los Emigrantes de la Conferencia Episcopal Alemana, y las intervenciones de la Rev. Hna. Teresinha Monteiro, mscs, Secretaria Ejecutiva de la Pastoral de la Movilidad Humana de Bogotá, Colombia, y la del Sr. Hugo Leal, Diputado Federal del Brasil.

El segundo día ha sido dedicado al tema: “’No podemos permanecer en silencio’... (OPC n. 86) - La Pastoral para la liberación de las Mujeres de la Calle” y ha comenzado con una conferencia titulada “La prostitución y el tráfico de seres humanos: nueva forma de esclavitud”, del Rev. P. Algacir Munhak, s.c., Vicepresidente del INCAMI, Chile. Ha seguido una Mesa Redonda sobre el tema “’El encuentro con Jesucristo, Buen Samaritano y Salvador’ (OPC n. 113): una pastoral de la redención y liberación de la mujer de la calle”. Luego han tenido lugar las  intervenciones de la Rev. Hna. Magdalena Gómez Molina, Coordinadora de la Red ‘TAMAR’, y del Sr. Francisco Javier García Aten, Coordinador Nacional del Proyecto Trata de México. Se ha leído después un documento de la Rev. Hna. Rebecca Kay Thi Oto, Trabajadora Social en Myanmar, que no pudo estar presente en el ultimo momento. La tarde ha sido dedicada a la conferencia titulada “Compromiso para la reintegración de la mujer de la calle”, de la Rev. Hna. Eugenia Bonetti, mc, Responsable de la Oficina ‘Trata de las Mujeres y Menores’ de la USMI Nacional de Roma. En la misma tarde los participantes han tenido el honor de recibir la visita del Arzobispo de Bogotá, el Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, que nos ha dirigido palabras de estímulo al trabajo apostólico y ofrecido sus oraciones.

En el tercer día, el tema era el siguiente: “’De la Pastoral de la espera a la Pastoral del encuentro’ (OPC n. 133) - La pastoral para los niños de la calle”. La mañana ha comenzado con una intervención de la Sra. María Augusta Machado Dib, Vicepresidenta de las ‘Mujeres Marginadas’ del Brasil. Han seguido una conferencia titulada “La pastoral de los niños de la calle en América Latina y el Caribe”, del Rev. P. Francisco Pereira Ochagavía, Director Pastoral de la Corporación ‘María Ayuda’ de Chile y una Mesa Redonda dedicada a “’Cambiar de camino...’(OPC n. 137): el desafío y las dinámicas para la reintegración de los niños de la calle, posiblemente en núcleos familiares”. Luego han tenido lugar las intervenciones del Sr. Andrea Franzini, Coordinador de pastoral infantil de la Conferencia Episcopal del Brasil (Región del Norte, Amazonia), del Rev. P. Benicio Enrique Montes Posada, Vicepresidente - Fundación ¡Vivan los Niños! de Colombia y Sra. Deise Sua, miembro del Equipo de la Coordinación nacional de la Pastoral de la Primera Infancia. La conferencia de la tarde se titulaba “Una Pastoral de acogida en favor de los niños de la calle”. Se ha leído después un documento enviado por el Rev. P. Shay Cullen, sscme, Presidente de la Fundación PREDA, Filipinas, que no pudo estar presente.

El cuarto día, dedicado al tema “’También los pobres nos evangelizan’ (OPC n. 163) - La Pastoral para las personas sin techo y los cartoneros”, ha comenzado con una conferencia sobre “La pastoral de las personas sin techo y de los cartoneros en el Continente Latinoamericano y el Caribe”, de la Rev. Hna. Maria Cristina Bove Roletti, Coordinadora Nacional de la Pastoral del Pueblo de la calle del Brasil. La Mesa Redonda trataba de “’Un futuro mejor’ (OPC n. 147): la buena práctica y colaboración en la pastoral de las personas sin techo y de los cartoneros”. Con intervenciones de la Sra. Luz Rodríguez Moreno Mathey de Perú, del Obispo Rubén óscar Frassia, Presidente de la Comisión Episcopal de Migrantes y Turismo de Argentina y la Rev. Hna. Nohemí Sánchez Castro, de las Hijas de San Vicente de Paúl de Colombia. Durante esta última intervención, se han escuchado también cuatro testimonios de personas que se habían beneficiado de esta pastoral. Por la tarde, se ha oído la conferencia sobre “Formas de solidaridad y compromiso apostólico con las personas sin techo y los cartoneros”, del Rev. P. Agustín Moreira, sj, Capellán General del Hogar de Cristo de Chile.

El quinto día, con el tema “Al final de este caminar por las varias vías de la pastoral de la carretera/calle...” (OPC n. 165), ha terminado el Congreso después de un debate y la aprobación de las propuestas conclusivas, los agradecimientos y las observaciones finales. El ambiente positivo del encuentro ha servido para estimular este apostolado tan especial, y el intercambio de experiencias, actividades y aspiraciones, junto con las metodologías y los objetivos. Al fin se han aprobado las siguientes Conclusiones y Recomendaciones. 

II - Conclusiones

  1. El Concilio Vaticano II atestigua que es deber permanente de la Iglesia reconocer los ‘signos de los tiempos’ a la luz del espíritu del Evangelio. Por lo tanto, estas realidades que hemos estudiado, sobre las cuales hemos reflexionado, compartiendo nuestras experiencias, nos llevan a vivir como discípulos misioneros de Jesucristo, invitando a los demás también hacerlo para que creyendo en él, nuestros pueblos tengan vida y vida en abundancia[1]. La conversión personal, que siempre será necesaria, debe ser unida, hoy más que nunca, con la conversión pastoral para responder como Iglesia a estas nuevas realidades, con sus desafíos y sufrimientos.
  2. Así no son pocos los que ven como categoría universal de interpretación de la realidad, de la historia mundial, la memoria passionis, la memoria de la pasión de la humanidad. Para nosotros, esta memoria, todavía, tiene que considerar también la memoria ressurrectionis, la de la resurrección. Para el cristiano, nada de lo que es humano le es ajeno. De la misma manera, no puede haber sufrimiento humano que a él le sea indiferente. Podemos hasta llegar a decir que en los que sufren hay una cierta “autoridad” que debemos considerar. De todo modo, la memoria de la pasión debe suscitar en el cristiano la compasión, en la dinámica de la resurrección, sustentada por la celebración Eucarística, en la cual hacemos memoria tanto de la pasión como de la resurrección del Señor Jesús, el primero de entre muchos hermanos y hermanas.
  3. Estas consideraciones están en línea con el gran acontecimiento de Aparecida ya mencionado, cuyo documento final presenta también los nuevos rostros de la pobreza en el Continente Latinoamericano[2], reflejando la pasión de distintas categorías de personas que necesitan de una palabra de ánimo y esperanza y de nuestra acción. Considerando esta realidad, los Obispos del continente invitan a que todos seamos misioneros, mensajeros de la Buena Nueva. Para ello, debemos ser enviados, pero nadie lo puede ser si antes no pasa por la experiencia del encuentro con el Señor. San Pablo, migrante, Apóstol de los gentiles, nos inspira también en esta misión.[3]
  4. Las estructuras y organizaciones, así como el estilo de vida eclesial, deben reflejar siempre el rostro sencillo de América Latina para facilitar un acercamiento a los desheredados, a los indígenas, a los emigrantes y desplazados, a los obreros, a los marginados, a los enfermos, y, en general, a los que sufren, es decir, a todos aquellos que son o han de constituir el objetivo de nuestra opción preferencial.[4]

Pastoral para los usuarios de la carretera

  1. La Iglesia quiere estar donde está y vive el hombre, en su realidad, en su dificultad, con su gozo y sufrimiento. Por esta razón, las acciones pastorales de la Iglesia asumen con creatividad, audacia y entusiasmo, el mundo de los usuarios de la carretera, especialmente los que, por sus trabajos, se encuentran alejados, no sólo de sus familias y hogares, sino también de la solicitud ordinaria territorial de las parroquias. Jesús se ha revelado a nosotros como el camino y la vida (cf. Juan 14,6) y quien lo encuentra de viaje, sabe que no camina solo y que debe ser responsable de la vida del otro, tiene que respetar su vida, ya que el otro, usuario de la carretera, aunque no sea conocido, es su hermano y esto independientemente de la religión que tenga.[5]
  2. La carretera/calle es también un ámbito para la acción pastoral de la Iglesia. Muchos de los que trabajan en las carreteras son personas de fe. Una gran parte de ellas son bautizadas, abiertas a la escucha de la Palabra de Dios. Muchas viven en silencio el drama de la soledad y la lejanía de la familia. Además, la carretera une a las personas y facilita el diálogo, dando lugar a procesos de socialización y de enriquecimiento personal.[6] Es el lugar donde Cristo puede aún ser encontrado, donde sus palabras y su vida pueden ser anunciadas a través de gestos y acciones, donde la Iglesia puede, con sus varias acciones apostólicas, transmitir la Gracia de Dios.[7]
  3. Los servicios de atención pastoral a las personas de la carretera existentes en nuestro continente son bastante significativos, pero insuficientes. La pastoral de la acogida en las terminales de transporte terrestre, las campañas de educación vial y de prevención de accidentes, los camiones-capilla, la celebración de los sacramentos de la Eucaristía y Reconciliación en los paraderos y puestos de servicios, son prácticas creativas que deberían ser replicadas en los distintos países del continente. Es verdad, además, que para ello se necesita de una mística propia y de instrumentos específicos que faciliten la implementación de este servicio pastoral tan particular.
  4. De todo modo, debido al creciente tráfico de bienes y movimientos de personas, el número de camioneros y transportistas en las carreteras seguirá aumentando. De manera correspondiente, como resultado de una siempre más fuerte competición a nivel mundial, la presión sobre su condición de vida y trabajo también se intensificará. La variabilidad y la inestabilidad, la inseguridad y el peligro afectan pues a la vida de los camioneros y éstos, también, en cierto modo, representan al pueblo de Dios peregrino en el tiempo hacia la comunión definitiva con el Señor.
  5. La Iglesia, por su natural y milenaria vocación a orientar la humanidad en camino, tiene gran fuerza de incidencia en la formación de la conciencia de las personas y una gran capacidad de diálogo con distintos sectores de la sociedad. Por ello encuentra en el mundo de la carretera un espacio apto para ejercer su Magisterio a favor de la vida y la prevención de las situaciones que causan la muerte de centenas de millares de personas cada año, y para desarrollar una verdadera “ética de la carretera”.[8]
  6. El apostolado de la carretera permite que Cristo camine con quienes se encuentran en ella (cf. Lc 24,15), que el Desconocido y no amado, llegue donde su rostro ha sido oscurecido por la miseria y el pecado, y hace que cada uno de nosotros tengamos una tarea especial: representar el rostro de Cristo para los demás.

Pastoral para la Liberación de las Mujeres de la Calle

  1. Fue considerado que la realidad de las mujeres víctimas de la prostitución muestra la gravedad del fenómeno, como también la tragedia de encontrarse cautivas en las redes criminales, en las calles, encerradas y esclavizadas sin una mínima posibilidad de defensa. Esta realidad es un llamamiento a asumir este importante apostolado, ya que “el encuentro con Jesucristo, Buen Samaritano y Salvador, es el factor decisivo de liberación y redención, también para las víctimas de la prostitución”.[9]
  2. El comercio de seres humanos, en particular de mujeres, menores de edad, niños y niñas, se ha convertido en un poderoso negocio global, el tercer crimen más lucrativo a nivel planetario después del tráfico de armas y drogas. Está formado por potentes redes que actúan en los países de origen, tránsito y/o destino.
  3. La prostitución no es un fenómeno nuevo, pero lo nuevo es que hoy se ha convertido, a nivel mundial, en un complejo comercio que se aprovecha de la miseria y la vulnerabilidad de sus víctimas. éstas se han convertido en las esclavas del siglo XXI. Engañadas y arrojadas a la calle, son un ejemplo vivo de una injusta discriminación en su contra, impuesta por la sociedad de consumo.
  4. Son muchas las dificultades existentes que impiden el reconocimiento de la trata de personas con fines a la explotación sexual como un delito. Entre ellas, hay una cierta invisibilidad del fenómeno, producto de una actitud que niega que las personas en situación de prostitución sean también víctimas.
  5. Es fundamental reconocer que la explotación sexual y la trata de seres humanos son actos de violencia, especialmente contra las mujeres, menores de edad, niños y niñas. En cuanto tales, constituyen una ofensa a la dignidad de la persona y son una grave violación de los derechos humanos fundamentales. El Magisterio de la Iglesia ha denunciado siempre las distintas formas de explotación de la persona, transformada, tantas veces, en objeto de tráfico y explotación por parte de bandas criminales[10], que no eximen ni siquiera a los niños.[11]
  6. La Instrucción Erga migrantes caritas Christi[12] nos recuerda que el fenómeno de las migraciones es un elemento estructural del mundo globalizado y la feminización de las migraciones un hecho que acompaña a este fenómeno. Por otro lado, la feminización en relación con los Derechos Humanos aún carece de profundización.
  7. A nivel de causas, una multitud de factores contribuyen a la trata de personas con fines a la explotación sexual. Muchas de estas víctimas provienen de hogares disfuncionales y, buscando salir de su situación, se convierten en presa fácil para los criminales reclutadores. No podemos olvidar también que el número de mujeres y de hombres de la calle ha aumentado notablemente en el mundo, por motivos de orden económico, social y cultural.
  8. En relación a esta Pastoral, el trabajo de las congregaciones religiosas que ya se lleva a cabo es altamente positivo. Sin embargo, la intervención de la Iglesia y de las entidades gubernamentales no ha sido adecuada o suficiente para lograr mejores resultados, hasta ahora. En los pastores de la Iglesia parece en general faltar un convencimiento más profundo para apoyar esta pastoral.

Pastoral para los Niños y Niñas de la Calle

  1. Es evidente la necesidad de una toma de conciencia sobre el drama y la gravedad de la situación de los niños y adolescentes de la calle o que viven en ella, y de un compromiso mayor y sistemático para afrontarlo, incluso en el campo eclesial.[13] El acompañamiento pastoral de los niños de la calle es una tarea titánica y hermosa que nos invita a dar testimonio de la luz de Cristo en medio de tantas tinieblas.[14]
  2. Se ve con dolor la situación de miseria, de violencia intrafamiliar y de abusos por la que atraviesa un buen número de nuestros niños y no se puede permanecer indiferentes ante tanto sufrimiento[15]. La creciente disgregación de las familias, las situaciones de tensión entre los padres, entre otros problemas, provocan el desarraigo del contexto habitual de la vida a tantos niños y su consiguiente desorientación, terminando por causar un número impresionante de víctimas, obligadas a veces a las más terribles de las esclavitudes.[16]
  3. Es importante distinguir entre niños “en” la calle y los “de” la calle, ya que la diferenciación entre los dos grupos está de acuerdo a su situación familiar. Los primeros constituyen el número mayor. Son los que pasan la gran parte del día en la calle, realizando tal vez algún tipo de trabajo, y mantienen el contacto familiar. En cambio, los niños “de” la calle están sin hogar y los vínculos familiares son inexistentes.
  4. Los niños que sufren el rechazo de sus familias con mayor facilidad huyen a las calles y se tornan fácilmente víctimas del trafico de drogas y de organizaciones criminales, cuando no terminan en prisión. La cárcel no es un lugar para niños, pero, además de existir, en bastante lugares, está muchas veces cerrada a profesionales y a los agentes pastorales de la Iglesia. Muchos de los niños encarcelados pierden su autoestima, la conciencia de su dignidad e incluso la esperanza de sobrevivir, si no se les salva y ayuda a tiempo.
  5. A pesar de tal panorama sombrío, hay todavía que considerar que en varios países del continente Latinoamericano son desarrolladas importantes actividades de atención, promoción y defensa de los derechos de los jóvenes, adolescentes y niños de la calle. Hay campañas de sensibilización, promoción de la adopción, prevención del trabajo infantil, acompañamiento de las madres adolescentes, acogida y solidaridad. Se multiplican los centros comunitarios de asistencia, escuelas, albergues, acciones que buscan, además de sacar a los jóvenes, adolescentes y niños de la calle, hacerles los verdaderos protagonistas de su futuro, lejos de la droga, de la violencia y de todo tipo de explotación. Pero lo que se está haciendo no es suficiente.

Pastoral para las Personas Sin Techo y Cartoneros

  1. La población de la calle y sin techo es un grupo heterogéneo que tiene en común la miseria absoluta, vínculos familiares frágiles o despedazados, el hecho de no poseer vivienda convencional normal y hacer de la calle su espacio para vivir. Sobreviven en las plazas, calles y aceras, bajo toldos o debajo de los viaductos, en terrenos desocupados, o también ocupan edificios y/o construcciones abandonadas, y sienten más fuertemente en sus vidas las consecuencias de los modelos de sociedad establecidos.
  2. En lo que se refiere a los cartoneros, se destaca la existencia de dos categorías: los que recolectan en los basureros y los que trabajan por las calles. Entre los últimos, algunos trabajan  individualmente y otros participan en actividades colectivas y están organizados en asociaciones o cooperativas. Es de destacar que la actitud de los cartoneros apuesta por la cultura del trabajo y la solidaridad con la familia.
  3. El camino de la Pastoral de la gente de la calle es como el soplo de Dios que da vida a todo, especialmente a los que sufren y se sienten excluidos de la ciudad, en este caso, los sin techo y los recolectores de material reciclable.
  4. Las cualidades que deben guiar una buena práctica en la Pastoral para las personas sin techo pueden ser, entre otras, la actitud de cercanía, de ir a su encuentro allí donde estén, considerando que estas personas también tienen algo que dar, compartir, aportar. Al agente de pastoral le toca desarrollar la capacidad de acogida fraterna, inserción, constancia y la capacidad de superar los frecuentes fracasos, creyendo que se puede, siempre, crecer juntos.
  5. El trabajo con las personas sin techo normalmente es muy difícil, por eso es imprescindible que los agentes de pastoral reciban asistencia apropiada, apoyo y cuidados pastorales por parte de la Iglesia y de sus responsables.
  6. Las personas que carecen de vivienda se encuentran en condiciones de gran vulnerabilidad, obligadas a depender de los demás. Generalmente, tienen como referencia la convivencia en pequeños grupos solidarios, con una identidad carente de autoestima, remarcada por actitudes de rechazo, desprecio, discriminación, maltrato o indiferencia.
  7. Cuando se ofrece amistad y reconocimiento social a las personas sin techo, ellas se sienten respetadas, acogidas y valoradas, lo que facilita la aceptación de los agentes pastorales que pueden ofrecerles posibilidades de cambio de vida, si ellos lo quieren.

III – Recomendaciones

  1. “En las grandes urbes, es cada vez mayor el número de las personas que viven en la calle y requieren especial cuidado, atención y trabajo promocional por parte de la Iglesia, de modo tal que, mientras se les proporciona ayuda en lo necesario para la vida, se los incluya en proyectos de participación y promoción en los que ellos mismos sean sujetos de su reinserción,”[17] sin descuidar la solicitud específica pastoral. 

Pastoral para los usuarios de la carretera

  1. Orientar a los fieles y promover acciones respecto a los principales factores relacionados con las muertes y lesiones causadas por el tránsito, así como su prevención. Para ello, indicamos, entre otros, el uso de los medios de comunicación social, sin olvidar la catequesis, las escuelas, las reuniones de los fieles.
  2. Trabajar conjuntamente con los Organismos estatales para promover, con todos los medios, una correspondiente y adecuada educación de los conductores, así como viajeros y peatones, en una perspectiva de formación ciudadana, además de cristiana.[18]
  3. Trabajar en red con quienes están dedicados a otra dimensión pastoral, considerando la especificidad del apostolado de la carretera/calle, promoviendo una conciencia misionera y acogedora en las Iglesias particulares que demandan intervenciones específicas según la realidad de los usuarios de la carretera.
  4. Considerar la posibilidad que entre los agentes de esta Pastoral se sumen los camioneros jubilados, que pueden ser de gran ayuda a los sacerdotes, de manera especial en lo que se refiere al acompañamiento de las familias de los camioneros. De todos modos, hay que invertir en la formación de los agentes de esta pastoral, y hay que involucrar también a sindicalistas, empresarios y a las autoridades para promover y defender juntos los derechos de las personas que sirven a los usuarios de la carretera, principalmente en el aspecto laboral.

Pastoral para la Liberación de las Mujeres de la Calle

  1. Promover una renovada solidaridad en la Iglesia, entre las congregaciones religiosas, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, las instituciones y asociaciones, para dar una mayor visibilidad y atención a la pastoral de las mujeres, menores, niños y niñas explotados por la prostitución, sin olvidar la Buena Nueva de completa liberación en Jesucristo.[19]
  2. Crear redes de trabajo para que el enfrentamiento de la realidad de la prostitución y de la trata de personas sea más eficaz. Sería conveniente, como Iglesia, sumar fuerzas con las relativas instituciones civiles y de gobierno, cada una con su legítima competencia.
  3. Asistir de manera integral a las víctimas del tráfico de personas, brindando alojamiento e información, con particular atención a sus derechos humanos, asistencia médica, psicológica y material, así como proporcionar nuevas oportunidades de trabajo, potenciando los valores de la vida de las víctimas.
  4. Dialogar con las autoridades, cuando los proyectos de leyes no contemplen claramente la prevención, el combate, la tipificación del delito y la protección de las mujeres, menores, niños y niñas, víctimas de la explotación sexual, para encontrar respuestas adecuadas.
  5. Denunciar proféticamente las injusticias, la violencia, la acción de las bandas criminales dondequiera que sea y en cualquier circunstancia que se presente.
  6. Desarrollar programas de formación para los agentes de Pastoral de las Mujeres de la Calle, a fin de facilitar técnicas y estrategias con el objetivo de luchar contra la prostitución y la trata de personas.

Pastoral para los Niños y Niñas de la Calle  

  1. Desarrollar proyectos pastorales específicos para la evangelización y asistencia de los niños de la calle, motivando a los cristianos al fin de que se comprometan con este servicio pastoral, y a los agentes pastorales a que salgan a su encuentro con actitud de acogida y respeto.
  2. Realizar el apostolado en favor de los niños y niñas de la calle en conjunto con la pastoral para la familia, buscando potenciar el sentido de pertenencia y la vinculación de los niños con sus padres y hermanos, en vista de su reintegración, cuando en cuanto sea posible, al entorno familiar, procurando dar término a la vida de calle.
  3. Proporcionar hogares seguros y protegidos, asistencia médica, psicológica, terapéutica, espiritual y educativa a los niños de la calle y, principalmente, a los rescatados de burdeles, liberados de las cárceles y a los que han sido victimas del tráfico y/o violados en sus propios hogares o vecindario.
  4. Reconocer que el niño en general no elige estar en la calle o ser de la calle. Esta realidad exige de la pastoral de la Iglesia, de la sociedad civil y del estado una rápida y organizada respuesta que considere la promoción de la dignidad del niño y, cuando sea posible, su reintegración familiar.
  5. Proponer a las escuelas que realicen momentos de formación e información sobre la situación de los niños de la calle y que, dentro de sus posibilidades, dispongan infraestructuras para desarrollar programas educativos para estos niños.
  6. Instar a los gobiernos para que implementen las leyes que protejan a los niños y reconozcan sus derechos según los relativos instrumentos internacionales existentes.

Considerar la posibilidad de familias sustitutas, cuando no hay condiciones efectivas de reintegrar a los niños de la calle a sus familias naturales. 

Pastoral para las Personas Sin Techo y Cartoneros

  1. Llevar el Reino de Dios hasta el asfalto y la basura, realizando gestos concretos que eliminen las fronteras del aislamiento, acerquen los cuerpos violentados y las manos que reciclan.
  2. Establecer vínculos con la gente de la calle que permitan crear relaciones de confianza y participación eclesial, hacia una completa “ciudadanía de hecho” y un real reconocimiento de su dignidad de hijos de Dios.
  3. Promover la participación de las personas de la calle en las asociaciones católicas, los movimientos eclesiales, las nuevas comunidades, para favorecer el reconocimiento mutuo que saque del anonimato y potencie la identidad personal y comunitaria.
  4. Promover el voluntariado como servicio para responder a las necesidades de las personas de la calle.
  5. Formar agentes para que asuman la misión pastoral de los sin techo, teniendo en cuenta el fenómeno de la urbanización sin regla que ha transformado nuestras ciudades. Estos cambios afectan la vida y la fe de millones de personas, que esperan respuestas nuevas de parte de la Iglesia.
  6. Desarrollar actividades de denuncia y de sensibilización ante la sociedad civil y gobiernos para lograr la implementación de políticas públicas y apoyos institucionales para la atención y promoción de la población de la calle.
  7. Establecer redes de colaboración entre instituciones eclesiales, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, que comparten las mismas preocupaciones y los mismos objetivos.
  8. Aceptar, ante todo, el amor de Cristo, conocerlo siempre más, amarlo y servirlo en la persona sin hogar, abriendo el corazón a la voz del Espíritu que continuamente invita a los sin techo a la conversión personal, y revisar los métodos de acción, para alcanzar una verdadera conversión pastoral a favor de estos hermanos más necesitados.
  9. Como Iglesia, nuestra misión es evangelizar. Por medio del trato diario con las personas de la calle se puede promover grupos de catequesis que preparen a las personas sin techo y los cartoneros al encuentro con el Señor en los Sacramentos y en la Palabra de Dios, verdadero alimento que da fuerza, transforma y envía. En este sentido, hay que comprometer a las personas que han sido sujeto de esta pastoral para que ellos también asuman su compromiso bautismal de ser discípulos y misioneros de Jesucristo en su ambiente.
  10. Que la Santa Madre de Dios, invocada tantas veces en este encuentro como Virgen del Camino, “nos indique la vía del humilde servicio cotidiano”. Guiados por ella, fijemos los ojos en Jesucristo, renovando nuestro compromiso misionero, para que el pueblo de Dios en las calles en Él tenga vida en abundancia.
 

[1] Cf. V Conferencia General del episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento conclusivo, Bogotá, D.C., 2007, p. 3.

[2] Cf. V Conferencia General del episcopado Latinoamericano y del Caribel.c., nº 65, p. 39.

[3] Cf. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, 2009, sobre el tema “San Pablo migrante, Apóstol de los pueblos”: L’Osservatore Romano, edic. semanal en lengua española, 17 de octubre de 2008, p. 7.

[4] Cf. Juan Pablo ii, Discurso a los Miembros de la Comisión Pontificia para América Latina: L’Osservatore Romano, edic. semanal en lengua española, 04 de abril de 2003, p. 7.

[5] Cf. Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral de la Carretera/Calle, n. 18, People on the Move (2007) Suppl. n. 104, pp. 257-258.

[6] Cf. Ibidem n. 8, p. 255.

[7] Cf. Marchetto Agostino, Arzobispo Secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e itinerantes. Discurso de Presentación de este 1º Encuentro Continental Latinoamericano e del Caribe de Pastoral de la Carretera/Calle, Bogotá, 19-24 de octubre de 2008, p. 3.

[8] Consejo Pontificio para la pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral de la Carretera/Calle, n. 68, l.c. , p. 288.

[9] Ibidem, n. 113, p. 285.

[10] Cf. Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Instrucción Erga migrantes caritas Christi, n. 29, People on the Move, XXXVI (2004) nº 95, pp. 269-270. 

[11] Cf. Ibidem n. 5, pp. 254-255.

[12] Cf. Ibidem n. 4, p. 254.

[13] Cf. Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral de la Carretera/Calle, n. 129, l.c., p. 290.

[14] Cf. Ibidem n. 134, p. 291.

[15] Cf. V Conferencia General del episcopado Latinoamericano y del Caribe, l.c., nº 439, p. 225.

[16] Cf. Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral de la Carretera/Calle, n. 122, l.c., p. 287-288.  

[17] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, l.c., nº 407, p. 213.

[18] Cf. Consejo Pontificio para la pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral de la Carretera/Calle, n. 64, l.c., p. 271.

[19] Cf. ID., Primer Encuentro internacional de pastoral para la liberación de las mujeres de la calle - 2005, Documento Final – Conclusiones, n. 9, People on the Move (2006) suppl. n. 102, p. 136.

 

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