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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 111 (Suppl.), December 2009

 

 

la pastoral de los niños de la calle en América Latina y el Caribe

 

Rvdo. Francisco Pereira Ochagavía

Director Pastoral Corporación María Ayuda

Chile

1. Introducción

Después de 4 años de realizarse  el  Primer Encuentro Internacional para la Pastoral de los Niños de la Calle en Roma (25-26 Octubre 2004), donde han participado, representantes de las Conferencias Episcopales de 11 Naciones europeas, además de 7 Países de otros continentes, comprendiendo los expertos, es decir, de Bolivia, Brasil, Congo R.D., Filipinas, India, México y Perú, hemos sido convocados ahora al Primer Encuentro Continental Latinoamericano de la Pastoral de la carretera-calle, en la ciudad de Bogotá, Colombia.

El tema de este día, la Pastoral para los niños de la calle tiene como lema “De la pastoral de la espera a la Pastoral del encuentro” (n° 133, OPC), haciendo hincapié en el encuentro y la acogida, para llegar hasta los muchachos en sus  nuevos lugares de reunión , en las calles, en las plazas Â…Se pide ir al “encuentro con amor para llevarles la Buena Noticia y testimoniar, con la propia experiencia de vida, que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida”.

Las OPC propone como camino de intervención del educador de los niños y niñas de la calle una doble actitud: actuar con una propuesta religiosa específicamente evangélica, pero al mismo tiempo la vía de la recuperación humana de los niños y niñas de la calle.

La propuesta pastoral que aquí expongo tiene relación con la forma en que el educador o los agentes pastorales y los niños deben vincularse, y pone el acento en el aspecto pedagógico de la transmisión de valores evangélicos y referentes valóricos en general para los niños y niñas.

2. Concepto de Niños y Niñas de la calle

En un principio los/as niños/as de la calle, eran denominados genéricamente como “menores”. Esta palabra, que aborda universalmente a este grupo, venia adosada con un adjetivo, calificando las diversas subcategorías de éste: menores abandonados, menores carenciados, menores inadaptados, menores faltos de asistencia, menores infractores, etc. Tanto las políticas públicas como la sociedad civil no advierten una diferencia sustantiva de enfoque sobre el uso de este concepto, pero, eso sí, se crea un consenso entre las entidades gubernamentales y no gubernamentales en relación a la forma de encarar y de intervenir en esa realidad.. Esos niños y niñas, con edades que oscilan entre los 10 y 14 años, intentan  sobrevivir en el único “hogar” disponible, esto es, las calles del continente. El concepto de niños y niñas de la calle, es un término general que enmarca a la niñez en alto riesgo de las zonas urbanas, pero no considera las diferencias entre ellos, ya que no todos son abandonados o viven en la calle. Asimismo, UNICEF hace una diferenciación entre dos grupos de niños, de acuerdo a su situación familiar, en la que se encuentra: los niños y niñas “en” la calle es el grupo más numeroso. Ellos/as, pasan la mayor parte de día en la calle realizando algún tipo de trabajo pero sus relaciones con sus familias aún las mantienen. Es necesario destacar, que no necesariamente son desertores escolares y generalmente colaboran con el ingreso familiar. La mayoría (aproximadamente un 75%) mantiene sus vínculos familiares, y a pesar de estar mucho tiempo lejos de ellos, sienten que tienen un hogar. En cambio, las niñas y niños “de” la calle (aproximadamente el 25%)[1] están sin hogar y los vínculos familiares son inexistentes a causa de la inestabilidad o la desestructuración familiar, y dependen de sus propios esfuerzos para poder satisfacer sus necesidades básicas. Bajo este contexto marginal en las que se ven expuestos,  los sitúa en un riesgo mayor que a la mayoría de los otros niños y niñas. El quiebre del vinculo familiar, que, por lo general, vive condiciones de pobreza, va a ser la causa central que lleva a estos niños/as a transformarse en un niño/a de la calle[2]. 

3. Naturaleza y dimensión del fenómeno de los niños de la calle

Según el autor Antonio Carlos Gomes da Costa [3] de la CELATS, la América Latina de los 80Â’s se conoce como la década perdida en la historia de su desarrollo económico. Esto debido a la baja de la renta per cápita de todos los países de la región durante esa época. Sin embargo, en relación al desarrollo de las instituciones democráticas y de la organización social de la población vivió significativos avances.

A modo general, plantea el autor, los 90´s en América Latina se vio enfrentada  ante tres grandes desafíos: 1. La inserción competitiva en una economía internacional en acelerado proceso de globalización; 2. La erradicación de las desigualdades sociales intolerables; 3. La elevación de los niveles de participación democrática de la población y de respeto a los derechos humanos.[4]

El autor deduce, que a pesar de un avance de las instituciones democráticas y los movimientos sociales de los 80´s, no han logrado revertir el proceso de deterioro social causado tanto la disminución de las tasas de crecimiento económico y por el proceso de la globalización económica sobre la estructura y las políticas públicas.

4. Cifras

De acuerdo a los informes de UNICEF (United Nations Children's Fund),  existen 100 millones de niñas y niños abandonados en todo el mundo, de los cuales 40 millones pertenecen a América Latina. Se estima además, que en la actualidad existe un 72% de esa población que vive en centros urbanos, según FNUAP. Según la CEPAL, hasta fines de la década, el 57% del total de pobres estarán viviendo en los grandes y medianos centros urbanos.

La situación de pobreza en que vive y crece la mayoría de los niños y niñas en América Latina, así como el precario o nulo nivel adquisitivo de la familia, empujan a los niños a la calle; convirtiéndose ésta en muchas ocasiones  en hogar y medio de subsistencia.

 existen 100 millones de niñas y niños abandonados en todo el mundo, de los cuales 40 millones pertenecen a América Latina; Ciudad de México, México D.F. 1.900.000; Sao Paulo, Brasil 500.000; Lima, Perú 10.000; Bogotá, Colombia Entre 5.000 y 9.000; Caracas, Venezuela, 4.000; Santiago, Chile aprox.  330 (1.039 a nivel nacional). 

5.  Documentos eclesiales oficiales sobre el tema

1) Primer Encuentro Internacional para la Pastoral de los Niños de la Calle  (Roma, 25-26 Octubre 2004)

El Encuentro se desarrolló en la sede del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, en Roma. En él participaron, además de los Superiores del Consejo y de sus dos Oficiales del sector, dos Obispos y varios sacerdotes, religiosos/as y laicos, representantes de las Conferencias Episcopales de 11 Naciones europeas, además de 7 Países de otros continentes, comprendiendo los expertos, es decir, de Bolivia, Brasil, Congo R.D., Filipinas, India, México y Perú.

De este encuentro nace la especial preocupación por el dramático creciente número de los niños de la calle y en la calle, de donde deriva la urgente necesidad de una acción pastoral más allá de las laudables iniciativas actuales de asistencia, y la dificultad de incluir tales acciones en las estructuras eclesiales de hoy.

Conclusiones del encuentro: 1. los niños de la calle constituyen, indudablemente, uno de los retos más comprometidos e inquietantes de nuestro siglo para la sociedad civil y política, y también para la Iglesia; 2. se ha constatado que las instituciones públicas, aún cuando manifiestan claro conocimiento de la gravedad del fenómeno, no se movilizan adecuadamente para traducirlo en intervenciones eficaces de prevención y de recuperación; 3. que los niños de la calle, en sentido estricto, se sienten privados de ligazón o vínculo con su propio núcleo familiar de origen, son los muchachos que han hecho de la calle su habitat, constreñidos frecuentemente a dormir.

 Recomendaciones del encuentro: 1. se propone la organización de una pastoral específica para estos muchachos, formulando nuevas estrategias y modos de ponerlos en contacto con la fuerza liberadora y curativa del Evangelio;  2. se concluye también, desafortunadamente, a este respecto que solo una minoría de las iniciativas, incluso en ámbito eclesial, va más allá de las intervenciones socio-asistenciales y psico-pedagógicas, las cuales no asumen, al menos en un primer momento, tampoco una clara calificación pastoral de primera o nueva evangelización, en el intento de recuperar y revalorizar la dimensión religiosa del muchacho; 3. se constata, pues una doble vía y modalidad de intervención, la que apunta directamente a la propuesta religiosa y específicamente evangélica, o bien se apunta a la recuperación humana del muchacho; 4. en lo religioso: es fundamental pasar de la pastoral de espera a la pastoral del encuentro, actuando con imaginación, creatividad y valor, a fin de encontrar los muchachos en sus nuevos lugares de reunión, en las calles, en las plazas, etc. Es necesario ir a su encuentro con amor, a fin de llevarles el gozoso anuncio y testimoniar con la propia experiencia de vida que Cristo es Camino, Verdad y Vida. 

2) Documento de Aparecida

(N. 439) “Vemos con dolor la situación de pobreza, de violencia intrafamiliar (sobre todo en familias irregulares o desintegradas), de abuso sexual, por la que atraviesa un buen número de nuestra niñez: los sectores de niñez trabajadora, niños de la calle, niños portadores de HIV, huérfanos, niños soldados, y niños y niñas engañados y expuestos a la pornografía y prostitución forzada, tanto virtual como real. Sobre todo, la primera infancia (0 a 6 años) requiere de una especial atención y cuidado. No se puede permanecer indiferente ante el sufrimiento”.

Tomando en cuenta estas conclusiones y recomendaciones es que ahora quiero compartir con Uds. nuestra propuesta pastoral, desde nuestra experiencia, poniendo especial énfasis en el aspecto pedagógico de la transmisión de la fe. 

6. La experiencia de María Ayuda desde hace 25 años.

La situación social y económica en Chile en el año 1983, cuando nace María Ayuda, es de gran depresión. Miles de familias no tienen como alimentar a sus hijos, por lo que son enviados a los comedores infantiles, que se organizan en parroquias, juntas de vecinos y otras tantas alternativas para satisfacer el más mínimo derecho a la alimentación. Muchas familias ante esta situación de carencia material comienzan a enviar a sus niños y niñas a las calles de la gran ciudad a pedir dinero, bajo la amenaza de ser castigados si no regresaban con lo necesario. En algunos casos con el consentimiento de sus papás y en otros sin que ellos sepan, muchas niñas de muy corta edad venden sus cuerpos por unas pocas monedas, por la angustia de volver a sus casas con las manos vacías. María ayuda, que existía en el santuario de Schoenstatt de la Florida, Santiago, sólo como un lugar para repartir paquetes de alimentos, sale ahora al encuentro de una nueva realidad. Su lema, “María Ayuda al Cristo que sufre hoy”, se enfrenta a una nueva realidad. Se comienza a hablar públicamente en Chile de la prostitución infantil, siendo el padre Hernán Alessandri, sacerdote de Schoenstatt, de los primeros en plantear ante la opinión pública el drama de la dignidad pisoteada en estas niñas de corta edad. 

7. Nuestra propuesta desde nuestra Institución María Ayuda: una propuesta pedagógica y pastoral

1. Primer fundamento de nuestra acción: la dignidad de cada persona

Frente a un mundo que despersonaliza cada vez más sus relaciones, queremos rescatar el valor de cada persona: su propia dignidad. Que el hombre sea persona, significa que posee una naturaleza espiritual, capaz de conocer y amar, de salir de sí mismo y establecer vínculos profundos y significativos con otras personas. Esta vinculación sustentada en el respeto mutuo, debería darse en su entorno más íntimo correspondiente a su familia, al menos durante su etapa de desarrollo, para el logro de la conformación de una personalidad sana, acorde a su ser. Devolverles la dignidad despojada a las niñas más desvalidas, fue la profunda motivación del Padre Hernán Alessandri, quien en el año 1983 inicia la obra de María Ayuda, como una acción concreta que respondiera a tal necesidad vital.

Toda persona se caracteriza por ser: único, libre y comunitario. Cada persona puede también no presentar estas características, podemos tener un hombre masificado, que no se distingue de los demás, esclavo de si mismo, esclavo de las cosas o de sus propias ambiciones. También  un hombre encerrado en si mismo, solitario, egoísta, que vive sólo para si mismo.

¿Cómo ayudar para que a medida que la persona crece y se desarrolla estas características se vayan haciendo presentes en la vida de cada persona? La experiencia fundamental es la experiencia del hogar.

2.  Segundo fundamento de nuestra acción: la vivencia del hogar

La familia y el hogar, constituyen el lugar natural y el instrumento más eficaz de humanización y de personalización de la sociedad. (FC, JPII) Cada vez es más clara la trascendencia que posee la familia y la vivencia del hogar para el equilibrio y sanidad sicológicos de la persona, para la edificación de una sociedad más justa y solidaria. Nuestra espiritualidad desarrolla ampliamente el concepto del hogar, mostrando su importancia en el contexto de una cultura carente de hogar, donde reina un hombre desarraigado tanto física como espiritualmente. No se trata sólo del hogar físico que requiere toda persona para crecer sanamente, sino también del hogar, entendido en sentido amplio psicológico-personal: cada persona necesita saberse y sentirse amada y el hogar, en este sentido, es el lugar privilegiado donde cada uno de nosotros puede y debe recibir y dar amor.

¿Como hacer frente a la problemática de la carencia del  hogar?

Cuando se ha nacido en  el seno de una familia bien constituida, es decir en aquél lugar donde uno se siente seguro y cobijado, porque hay un padre, una madre y hermanos que comparten un mismo techo, un lugar donde se recibe afecto, cariño, y todo tipo de atenciones, entonces se tiene una base sólida para su vida futura. Cuando no es así, es decir cuando no existe la verdadera experiencia del hogar, en el sentido del afecto, del amor y de vínculos sanos,  la persona  tendrá siempre una carencia que tarde o temprano afectará su desarrollo. En cualquier tipo de programas, ya sea residencial o de acogida, ya sea escuela o centro de atención especializados, procuramos siempre que el ambiente esté impregnado de las características del hogar: calidez en las personas y en el ambiente externo, vínculos personales y cercanos, atmósfera familiar y personalizada, un lugar donde ellos reciban apoyo y orientación, donde se incentive su crecimiento, asemejándonos dentro de lo posible lo que más podamos a una familia natural. Toda persona necesita en verdad de la educación, cuya base es la pedagogía del amor. Entendiendo por amor no sólo un afecto, sino un amor “pedagógico”, que acoge la originalidad de la persona y le ayuda a crecer, que desarrolla sus talentos y se integra en la sociedad.

3. Tercer fundamento de nuestra acción: La pedagogía de las vinculaciones como acento prioritario de todo nuestro trabajo psico-pastoral.

 1. ¿Qué entendemos por vínculos? Hablamos de la necesidad de establecer vínculos personales, pero qué entendemos por vínculos. Es mucho más que una “relación”, que puede reducirse a un contacto que no compromete. El mundo de hoy está saturado de relaciones impersonales, funcionales o utilitaristas, que no enriquecen a la persona sino que la dejan vacía o la utilizan como un objeto, manipulándola.

Para nosotros el término vínculo significa establecer una relación de amor verdadero, personal, libre, cargada de afecto. El verdadero amor genera la posibilidad que se cree entre las niñas y los niños una relación positiva con sus educadores. Ese vínculo incentiva el crecimiento, la conquista de actitudes, la superación personal. No basta con poner exigencias u obligaciones, no basta con instruir y proporcionar lo necesario para la subsistencia. Nuestra meta consiste en que se desarrollen auténticas personalidades, aptas para la lucha de la vida. En cada persona se va gestando, a lo largo de sus vidas, una red de vínculos en la cual está inserta y a la cual ella coopera solidariamente con su aporte.

Vínculo consigo mismo: si los niños que contactamos se sienten acogidos positivamente, irán, con la ayuda de sus educadores, desarrollando su propio yo. Aprenderán a conocerse, a quererse y valorarse como persona digna, única, original e irrepetible, cuyo aporte es necesario para construir una sociedad más sana. Aprender a aceptar su historia dolorosa y a veces traumática, conociéndola y asumiéndola como parte de su vida, ayudándola a proyectar su vida futura desde su yo interior, con todas las luces y sombras que pueda haber en su vida.

Vínculo con los demás: los niños que recibimos traen consigo dolorosas huellas de carencia de amor, de abusos, maltratos, de abandono y, por ello, necesitan aprender a relacionarse en forma sana con otras personas. En nuestros hogares procuramos, en primer lugar, que los niños tengan la posibilidad de sanar sus heridas, que comiencen a sentir a los demás niños como “hermanos” de casa, como amigos, educando siempre actitudes de solidaridad, compañerismo, generosidad. Este vínculo fraterno los prepara para afrontar su vida con una visión positiva de los demás, con una actitud de mayor bondad y solidaridad. Sienten en muchos casos la necesidad de retribuir a otros más desvalidos lo que ellos han recibido. Simultáneamente tratamos de que ellos, en la medida de lo posible, establezcan una nueva relación con sus familiares.

Vínculo con Dios: en nuestra concepción antropológica, entendemos que la persona posee una dimensión trascendente, que de otra forma, su vida queda trunca. Por eso, tratamos de que el anhelo consciente o inconsciente hacia Dios, que existe en todo ser humano, encuentre también una respuesta en nuestros hogares y en cualquier tipo de programas.

3.2  La terapia de la carencia de vínculos.

¿Qué sucede cuando la experiencia familiar ha sido negativa, o, incluso, traumática?  2 tipos de terapia:

1. La terapia natural: la internalización de nuevas vivencias, y no a la mera comprensión y revisión de la vida pasada. Las cuatro alternativas:

- La primera alternativa consiste en la renovación integral de la vida familiar, particularmente de la conciencia esclarecida de paternidad y maternidad, junto con la capacitación para asumirla. Esta terapia apunta a un complejo proceso de reeducación psico-social y es, sin duda, la de mayor impacto preventivo.

La segunda alternativa preconiza la postvivencia de una auténtica paternidad o maternidad a través de  la vinculación filial con personas de gran calidez paternal maternal, tal vez algún tío, abuelo, maestro, jefe o amigo, que compensarían las vivencias deficitarias. También se podría dar en la relación con el psicólogo u orientador, aunque, por tratarse de una relación profesional de cliente-terapeuta, se limita más bien a la comprensión y aceptación del pasado.

La tercera alternativa postula la vivencia por contraste o antítesis. Es la terapia más difícil. Consiste en desarrollar todo aquello que el papá o la mamá no fueron. ¿Cómo opera? Más bien por vía intelectual, por ejemplo, a través de la comparación de padres o madres sanos de otras familias y situaciones análogas. En el caso de una persona con vínculos religiosos, con una fe viva, podría contrastar los rasgos bíblicos de Dios Padre o María como madre de Jesús, con los del propio papá o mamá, y compensar así sus carencias.

La cuarta alternativa es la vivencia complementaria. Se da cuando la actitud filial del hijo propio o de algún hijo “espiritual”, despierta fuertes vivencias de paternidad o maternidad en la persona que ha carecido de una experiencia filial en el seno de la propia familia.  Hemos visto en muchos casos, que recién después de experimentar su propia maternidad o paternidad, se despierta recién en esa persona una vivencia nueva, que no conocía en su propia familia, o que no había podido comprender cuando niño o adolescente.

2. La terapia sobrenatural: María como instrumento para la vivencia religiosa.

La terapia sobrenatural que proponemos es el fruto de un profundo y auténtico amor a María. El Padre José Kentenich, fundador de Schoenstatt se pregunta: “Si mi alma y la de los míos está tan enferma, ¿puede recibir en su ser un amor cálido a María?... Estamos ante una gran dificultad. La respuesta es afirmativa. La razón sicológica más profunda es que, normalmente, la vivencia más honda del niño es la vivencia maternal. Si no existe, podemos preguntarnos desesperadamente como ayudar al hombre de hoy”.

Como en ningún otro aspecto, se confirma aquí la íntima interdependencia entre naturaleza y gracia. Más de alguien podría argumentar que bastan las vivencias sanas en el orden natural para lograr la integración personal o la vivencia de la fe. Es un error. Por muy necesario que sea, el máximo esfuerzo de que seamos capaces, ese esfuerzo es un don de arriba, en último término, obra de la gracia. Este es el sentido de las palabras de Jesús: “Sin mí, nadie va al Padre; sin mí, nada podéis hacer”.

La posición naturalista niega la eficacia soberana de Dios, quien puede y quiere compartir su vida aún con los seres humanos más desviados, para sanarlos como Jesús lo demostró. Ello no quita que una naturaleza sana, sobre todo, si cuenta con vivencias paterno-maternales positivas, sea el fundamento normal sobre el cual el Señor quiere edificar. Después de todo, El es creador, tanto de la naturaleza como del mundo sobrenatural. El error surge cuando el axioma tomista sobre la relación entre naturaleza y gracia es citado en forma trunca. La gracia no sólo supone la naturaleza, sino también la eleva, perfecciona y sana.


[1] http://www.iin.oea.org/Forse.pdf

[2] SERNAC “Niños y Niñas de la calle”. Pág. 9 Series de 5 estudios y seminarios, agosto 2000.

[3] Antonio Carlos Gomes da Costa, Niños y Niñas de la Calle: Vida, Pasión y Muerte. Trayectoria, situación actual y perspectivas de un categoría de comprensión y acción social en la lucha por los derechos del niño y del adolescente en América Latina, Centro latinoamericano de trabajo social - celats

[4] Ibidem, p. 2.

 

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