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 ORDENACIÓN EPISCOPAL DE MONSEÑOR ANDRÉS CARRASCOSA COSO

HOMILÍA DEL CARDENAL ANGELO SODANO*

Jueves 7 de octubre de 2004

 

Señores cardenales y queridos hermanos en el episcopado y en el presbiterado;
señores embajadores y distinguidas autoridades;
hermanos y hermanas en Cristo


Ha llegado la hora de la ordenación episcopal de nuestro querido monseñor Andrés. Un día lejano él oyó la voz del Señor que le susurraba dulcemente: "Ven y sígueme (...) te haré pescador de hombres" (Mt 4, 18).

Y él, con la generosidad del apóstol Pedro, como la de su hermano Andrés, aceptó seguir a Jesús y ser continuador de su obra en el mundo. Así, el joven Andrés se convirtió en sacerdote. El día 2 de julio de 1980, el obispo de Cuenca, mons. José Guerra Campos le impuso las manos en la iglesia del seminario mayor de su diócesis y, elevando la oración consacratoria, lo transformaba en ministro del Señor.

1. La misión apostólica

Después de tantos años de fecundo ministerio sacerdotal, el Señor le pide ahora un servicio aún más exigente, repitiéndole otra vez: "Ven y sígueme (...) Apacienta mis corderos (...) apacienta mis ovejas" (cf. Jn 21, 15-19).

Una vez más, él ha escuchado la voz de Aquel que lo llamaba a un grado más alto de servicio pastoral, como obispo de la santa Iglesia de Dios. En efecto, sabemos que el sacerdocio es único en la Iglesia y ha sido querido por Cristo para continuar su obra de salvación. Algunos son llamados a vivir el sacerdocio como presbíteros, otros como obispos: dos grados de un único ministerio apostólico. Es propio del obispo garantizar la unidad de los presbíteros y de los fieles de una Iglesia particular, y por eso invocaremos sobre mons. Andrés la gracia de guiar santamente al pueblo de Dios. Descenderá así, sobre él, ese Spiritus principalis, el Espíritu que rige y guía, como diré al recitar la fórmula consacratoria junto con los otros obispos presentes.

Se unen a nuestra oración los familiares y los amigos provenientes de Cuenca y de otras partes de España, así como de Roma y de los distintos países donde mons. Carrascosa ha trabajado en estos últimos años.

Nuestra oración quiere ser similar a la de los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén mientras esperaban la venida del Espíritu Santo. Estaba con ellos la Virgen María, y precisamente hoy la sentimos muy cercana:  esta ordenación tiene lugar en un día dedicado a ella, la fiesta de la Virgen del Rosario. Que ella alcance del Señor abundantes dones del Espíritu Santo sobre don Andrés para que pueda llevar a cabo su misión apostólica con tanta generosidad.

2. El heraldo del Evangelio
Como presbítero, el nuevo obispo predicaba el Evangelio de Cristo, pero ahora lo deberá anunciar desde un lugar más elevado. Será maestro de fe en la santa Iglesia de Dios. Esta es la primera misión del obispo, junto con la de ser ministro de la gracia y guía del pueblo cristiano. Tres aspectos importantes igualmente entre sí. Es evidente que todo brota, se desarrolla y se consolida partiendo del Evangelio de Cristo. Por eso, le impondré sobre la cabeza el libro del Evangelio de vida y después se lo entregaré diciendo: Recibe el Evangelio y predica la palabra de Dios con toda clase de paciencia y doctrina.

3. El testigo del Evangelio
La predicación evangélica sería vana si no fuera acompañada del testimonio de vida. A este propósito vale la pena recordar las memorables palabras de la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi del Papa Pablo VI cuando afirmaba que el mundo de hoy cree en nuestra palabra si va acompañada del testimonio de vida: "La buena nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio" (n. 21).

Por ello, nosotros hoy invocaremos en las letanías la intercesión de todos los santos para que ayuden al nuevo obispo a ser siempre un testigo auténtico de Cristo, buen Pastor.
Un obispo puede estar como cabeza de una diócesis o puede ser coadjutor o auxiliar, puede trabajar en un sector determinado o estar al servicio del Obispo de Roma, puede estar en servicio o ser emérito, pero siempre y en todas partes es sucesor de los Apóstoles, llamado a testimoniar con su vida el Evangelio de Cristo. En estos días, en la liturgia de las Horas, leemos la primera carta de san Pablo a Timoteo, con la exhortación válida para cada uno de nosotros: "Procura ser para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza. No descuides el carisma que hay en ti" (1 Tm 4, 12).

4. La espiritualidad episcopal

Este es el primer aspecto que ha querido resaltar la última Asamblea general del Sínodo de los obispos, como se desprende de la exhortación apostólica postsinodal Pastores gregis, publicada hace un año, el 16 de octubre de 2003. Se trata de un documento llamado a acompañar a don Andrés en su vida y en su misión apostólica.

Al Sucesor de Pedro le interesa mucho la vida espiritual del obispo, condición para la fecundidad de su ministerio. A este respecto el Papa escribe:  "Los padres sinodales subrayaron repetidamente que la espiritualidad específica del obispo se enriquece ulteriormente con la gracia inherente a la plenitud del sacerdocio y que se le otorga en el momento de su ordenación. En cuanto pastor de la grey, (...) el obispo debe reflejar y en cierto modo hacer transparente en sí mismo la persona de Cristo, Pastor supremo. En el Pontifical Romano se recuerda explícitamente esta exigencia: "Recibe la mitra, brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, merezcas recibir la corona de gloria que no se marchita" (n. 13).

5. El campo de acción

El nuevo obispo ejercerá su misión en tierra africana. En ese inmenso continente, tan grande como tres veces Europa, hay dos naciones esperándole: Congo y Gabón.

En la República del Congo, y precisamente en la capital, Brazzaville, el arzobispo Andrés Carrascosa tendrá su sede. Como cada nuncio apostólico, ha de mantener el contacto con los obispos del lugar y con las autoridades civiles para cooperar al progreso espiritual de la población. Desgraciadamente, después del acontecimiento de la independencia, ese amado país se ha visto flagelado por guerras civiles, que han causado tanto dolor. Los obispos de las siete circunscripciones eclesiásticas han tratado de llevar a la nación por el camino de la reconciliación y a encontrar nuevas vías para la concordia. En estos momentos una nueva época de esperanza parece abrirse para el Congo.

En Gabón, y precisamente en la capital, Libreville, está la segunda nunciatura apostólica que deberá atender mons. Carrascosa. Encontrará allí una Iglesia joven, con seis circunscripciones eclesiásticas, deseosa de contribuir al progreso espiritual de la nación.

El Santo Padre Juan Pablo II visitó el Gabón durante uno de sus viajes pastorales a África, en febrero de 1982. Recordó el camino realizado por la Iglesia en Gabón, desde cuando el primer misionero, el inolvidable padre Bessieux, celebró la primera misa en esas tierras el 29 de septiembre de 1844. La evangelización del Gabón marcó el inicio de toda la epopeya misionera de los tiempos recientes en tierra africana, como está escrito en los muros de la catedral: "D'ici la lumière de l'Evangile a brillé sur les pays africains", "¡Desde aquí la luz del Evangelio ha brillado sobre los países africanos!".

El nuevo nuncio apostólico ayudará a la Iglesia que está en Gabón a continuar trabajando en este surco fecundo, en vistas de la evangelización de las queridas poblaciones africanas.

6. Conclusión ¡No estarás solo!
Querido don Andrés, fortalecido con los dones del Espíritu Santo, parte seguro hacia tu nueva misión al servicio de la Iglesia. A través mío, el Santo Padre te manda su bendición y te asegura su cercanía y su recuerdo en la oración. Te estaremos también cercanos nosotros, que colaboramos con el Papa en los distintos dicasterios de la Curia romana. Te acompañará siempre el afecto de tus familiares y de tantos amigos, hoy tan numerosos aquí, para estar junto a ti en este momento de gracia. Que desde el cielo interceda la Virgen María, la Reina de los Apóstoles, que nosotros hoy en la fiesta del Rosario invocamos también como Reina de las Victorias. Ella cuide de ti y te acompañe en tu camino apostólico.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española n°42 p.7 (515).

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