The Holy See
back up
Search
riga

INTERVENCIÓN DE MONS. ETTORE BALESTRERO,
REPRESENTANTE DE LA SANTA SEDE,
EN UNA REUNIÓN DE LA OSCE *

Jueves 12 de octubre de 2006

Señor moderador:

La diversa índole étnica, cultural y religiosa de los Estados participantes hace de esta Organización un laboratorio de sociedades interculturales, interreligiosas e interétnicas potencialmente eficaces y duraderas. Hoy esto ha llegado a ser cada vez más importante: además de los intentos por provocar un conflicto de civilizaciones, a veces parece que existe también un enfrentamiento en curso sobre la civilización, es decir, sobre los elementos que deberían constituir una civilización.
No puede establecerse ninguna sociedad entre las identidades culturales, religiosas y étnicas sin el conocimiento mutuo. Crear una sociedad requiere diálogo. Sin embargo, el diálogo es sólo el primer paso, que debería llevar a identificar una "terreno" común y sólido en el que se pueda establecer una sociedad perdurable. Este terreno común debería consistir en el respeto y el aprecio por la religión y la cultura. Hoy, con demasiada frecuencia se manipula a las religiones o, por malentendidos, se las considera como parte del problema, cuando, de hecho, son y deberían ser consideradas como parte de la solución de los problemas que existen entre diferentes culturas y civilizaciones.

En consecuencia, la OSCE debería promover la responsabilidad y la sensibilidad para resolver las cuestiones religiosas e interculturales y, al hacerlo, esta Organización podría apoyarse en la invitación de Su Santidad Benedicto XVI a no considerar la burla de lo sagrado como un derecho de libertad. Una razón sorda a lo divino, que relegue la religión al ámbito de las subculturas es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas (cf. Discurso al mundo de la cultura en la Universidad de Ratisbona, 12 de septiembre de 2006). Las culturas religiosas tienen la profunda convicción de que excluir la religión de la universalidad de la razón es un ataque contra sus convicciones más íntimas.

El Papa Benedicto XVI también destacó que la religión no debe asociarse a la violencia, sino a la razón. Desde esta perspectiva, la OSCE debería seguir garantizando que las religiones no sean instrumentalizadas por quienes persiguen una estrategia de la tensión.

Por último, el sistema educativo y los medios de comunicación tienen la responsabilidad particular de evitar tópicos, distorsiones, actitudes de intolerancia y el frecuente escarnio de la religión y la cultura. Esta es una importante tarea de la OSCE. Más aún si los medios de comunicación, los debates civiles y políticos o el sistema educativo dan poco valor a las religiones o las presentan con prejuicios o con un lenguaje despectivo. Las religiones no pueden luchar de forma eficaz contra los tópicos, si ellas mismas son sus víctimas.

Señor moderador, con referencia a las iniciativas emprendidas por la OSCE y la ODIHR para promover la tolerancia y el respeto, quisiera presentar, por último, algunas recomendaciones.
El programa de tolerancia y no discriminación de la ODIHR debería prestar una atención más eficaz al cumplimiento del compromiso específico de la OSCE de luchar contra los prejuicios, la intolerancia y la discriminación respecto de los cristianos y los miembros de otras religiones; esto se aplica también en el contexto de la educación como un medio para promover el respeto y la comprensión y en la obra de la ODIHR relacionada con los Desafíos y respuestas a los incidentes motivados por el odio.

Para beneficio de todos, es preciso señalar la conciencia y el debido reconocimiento de los crecientes prejuicios y, al mismo tiempo, de la hostilidad contra los cristianos y su religión. De hecho, todas las religiones corren riesgo, ya que cada una de ellas es víctima de tópicos o prejuicios.

En la lucha contra la discriminación y la intolerancia, la acción de la ODIHR debería permanecer dentro del lenguaje acordado por la Organización y, por tanto, evitar extender su acción a cuestiones en las que no hay consenso entre los Estados participantes.

La Santa Sede también podría acoger favorablemente ulteriores sugerencias del representante del CIO sobre discriminación e intolerancia, poniendo de relieve en especial la discriminación e intolerancia contra los cristianos y los miembros de otras religiones. Después de dos años de trabajo, es el momento de formular ideas prácticas sobre cómo afrontar la intolerancia y la discriminación contra los cristianos, puesto que esto es parte central de su mandato y está íntimamente relacionado con la razón de ser de su presencia en la OSCE.

Señor moderador, la Santa Sede aprecia la intención de estudiar el papel de los jóvenes y de las organizaciones juveniles como agentes de cambio para combatir las manifestaciones de odio, tanto más cuanto que la Santa Sede y la Iglesia católica están comprometidas decididamente en la puesta en práctica de proyectos educativos formales e informales para combatir la intolerancia y la discriminación como medio para prevenir la violencia. Con este espíritu, me alegra particularmente compartir con los Estados participantes algunas buenas experiencias de la Iglesia católica en este campo.

A nivel general, se podría recordar que durante su larga historia las escuelas católicas han promovido siempre la promoción humana y espiritual de todos los hombres y mujeres, independientemente de su raza o condición social. La primera escuela popular libre europea, fundada por san José de Calasanz en Roma, en 1597, abierta a los más pobres de los pobres, es un ejemplo de este compromiso.

Hoy, la Santa Sede pide que todas las instituciones educativas católicas cumplan su misión teniendo en cuenta estas dos directrices:

Proporcionar una educación que no sólo sea adecuada sino que también esté de acuerdo con la conciencia, en los términos expuestos por la Declaración universal de derechos humanos.

Contribuir a la formación integral de la persona humana, con respecto a la cual no puede admitirse la intolerancia, la discriminación o el prejuicio racial. Debido a la dignidad de la persona humana, reconocida como creada a imagen y semejanza de Dios, los alumnos deben ser formados de modo que puedan contribuir a crear una sociedad más justa y caracterizada por una mayor solidaridad, basada en el amor.

Por consiguiente, la escuela católica es un instrumento privilegiado para enseñar a los alumnos que "todos los hombres de cualquier raza, condición y edad, puesto que todos están dotados de la dignidad de la persona, tienen el derecho inalienable a una educación que responda a su propio fin, al carácter propio, a la diferencia de sexo, adaptada a la cultura y las tradiciones de su patria y abierta a la relación fraterna con otros pueblos, para fomentar la verdadera unidad y la paz en la tierra" (Gravissimum educationis, 1).

Esto es particularmente así hoy, sobre todo si miramos a las generaciones más jóvenes. Los sentimientos de odio y venganza han sido inculcados en numerosos jóvenes en las partes del mundo marcadas por conflictos, en contextos ideológicos donde se cultivan las semillas de antiguos resentimientos y sus almas se preparan para la violencia futura. Es preciso derribar estas barreras y favorecer el encuentro.

Desde esta perspectiva, el Papa ha encomendado al Consejo pontificio para el diálogo interreligioso la tarea de organizar en Asís, del 4 al 8 de noviembre, un encuentro de diálogo, oración y educación con vistas a la paz para jóvenes de diferentes religiones y de diversos países. Será una importante ocasión para que reflexionen sobre las maneras de promover y fomentar la tolerancia y la paz. Un mensaje final hará públicas sus conclusiones y atraerá la atención tanto de las autoridades políticas como religiosas.

Dentro de la Iglesia católica también hay varios movimientos y grupos que fomentan en los jóvenes actitudes de tolerancia y de paz. Muchos de ellos están asociados a grandes congregaciones religiosas, como los salesianos, esparcidos por todo el mundo y dedicados explícitamente a la educación de las generaciones futuras.

Teniendo en cuenta el carácter específico de la OSCE, sin pretender ser exhaustivo, quisiera mencionar aquí la así llamada "Semana del mundo unido", un encuentro anual organizado en todos los países donde está presente el Movimiento de los Focolares. Miles de jóvenes están profundamente comprometidos a vivir y orar por la paz y la unidad. Al final del encuentro se celebra una teleconferencia mundial, que termina con una oración en la que los jóvenes prometen ser portadores de paz, no sólo donde hay violencia, sino también en sus propios países. Para promover una cultura de interdependencia y amor entre las diferentes tradiciones y etnias, se ha creado un foro interreligioso de la juventud y se ha organizado un musical enteramente dirigido por jóvenes. En Bosnia, más de 200 jóvenes de diez países diferentes enviaron por correo diez mil tarjetas postales con una oración por la paz. Esta iniciativa fue galardonada con el premio del Parlamento federal alemán.

La Comunidad de San Egidio organiza un encuentro anual que atrae a numerosos jóvenes. Pretende promover el diálogo intercultural e interreligioso a través de lecturas, debates, grupos abiertos y una marcha por la paz.

Comunión y Liberación, otro movimiento católico, promueve todos los veranos, en Rímini, un importante acontecimiento, llamado: "Meeting para la amistad entre los pueblos". Este año reunió a casi novecientas mil personas de todo el mundo, la mitad de las cuales eran jóvenes. El Meeting se realiza gracias al apoyo generoso de tres mil alumnos universitarios de diferentes nacionalidades. Se organizan acontecimientos abiertos para promover un debate educativo sobre los grandes desafíos que debe afrontar la sociedad contemporánea.

Juntamente con otros grupos, Comunión y Liberación también ha promovido una campaña para destacar la importancia de la educación como instrumento indispensable para construir una sociedad de inteligencia y humanidad.

Por lo que se refiere a la OSCE, más que establecer encuentros específicos para la juventud, puede ser oportuno garantizar que la obra de sus instituciones procure difundir entre los jóvenes el conocimiento de la actividad de la OSCE con vistas a la construcción de la democracia y el diálogo intercultural e interétnico.

Gracias, señor moderador.

 


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española n.44 p.10 (574).

top