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DISCURSO DE S.E. MONS. PAUL RICHARD GALLAGHER
EN LA REUNIÓN PLENARIA DE ALTO NIVEL DE LAS NACIONES UNIDAS
PARA CONMEMORAR Y PROMOVER EL DÍA INTERNACIONAL
PARA LA ELIMINACIÓN TOTAL DE LAS ARMAS NUCLEARES

Nueva York, 28 de septiembre de 2021

 

Señor Presidente:

La conmemoración hoy del Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares es una ocasión para hacer notar al mundo, y en particular a los dirigentes de los Estados poseedores de armas nucleares, la insistente demanda de la humanidad de que se eliminen las armas nucleares y las numerosas promesas de este foro de liberar al mundo de la amenaza de la guerra nuclear.

Hace cuatro años, 122 Estados miembros votaron para adoptar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. El pasado mes de enero ese tratado entró en vigor. La Santa Sede está agradecida a los Estados que han firmado y ratificado el Tratado, y anima a los Estados reticentes a unirse a este importante acuerdo.

Señor Presidente:

Dos factores contribuyen a la perpetuación del status quo nuclear.

El primero es la política de disuasión, que impulsa la carrera armamentista[1] y genera un entorno tecnológico deshumanizado que mantiene y agrava la desconfianza entre las naciones[2]. Debemos hacer nuestra la intuición del Papa Juan XXIII, de que «una paz internacional verdadera y constante no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en la confianza recíproca»[3]. La confianza entre las naciones garantiza la verificación y la Santa Sede apoya firmemente los acuerdos de desarme verificables.

El segundo factor es el gasto exorbitante de unos pocos Estados en la producción y despliegue de arsenales nucleares, que es una fuente de creciente desigualdad tanto dentro de las naciones como entre ellas. Ante una pandemia mundial de duración incierta y el agravamiento de los efectos del cambio climático mundial, los Estados deben reducir los gastos militares para responder a las necesidades humanitarias y a las exigencias de nuestra casa común. En ese contexto, deseo renovar la petición de la Santa Sede de que los gobiernos apliquen «el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, [a constituir] un Fondo mundial para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres»[4]. Insto en particular a aquellos Estados que se benefician del paraguas nuclear a que contribuyan a recalibrar las prioridades mundiales apoyando los esfuerzos de desarme nuclear en virtud del artículo VI del Tratado de No Proliferación.

Señor Presidente:

Las primeras palabras de la Carta de las Naciones Unidas establecen un fuerte compromiso para «preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que... ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles»[5]. Así pues, hace tiempo que la comunidad internacional debería haber cumplido su determinación. Está en el corazón de la misión de esta Organización y es el deseo largamente incumplido de la familia humana. Ya es hora de que actuemos.

Gracias, señor Presidente.

 


 

[1] Arzobispo Dominique Mamberti, Discurso a la Reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General sobre el desarme nuclear, 26 septiembre 2013

[2] Papa Francisco, Fratelli tutti, 258.

[3] Papa Juan XXIII, Pacem in terris, 113.

[4] Papa Francisco, Fratelli tutti, 262; Pablo VI, Populorum progressio, 282

[5] Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas.

 


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 29 de septiembre de 2021.