CARTA DEL CARDENAL TARDINI,
El Padre Santo ha sabido con satisfacción que se celebrará en Río Janeiro del 15 al 20 de agosto próximo, patrocinado por la Asociación Católica Internacional para la Radiodifusión y Televisión (U.N.D.A.), un importante Congreso en el que se proponen participar varios miembros del Episcopado de Hispanoamérica y numerosos responsables de las emisiones de radio y televisión en los diferentes países de este Continente. Tal iniciativa permitirá estudiar más oportunamente el modo de aplicar en el marco concreto de las necesidades de es los países las disposiciones pontificias referentes a la radio y televisión tal y como están formuladas especialmente en la Encíclica Miranda prorsus del llorado Papa Pío XII. Permitiría en particular —según un reciente deseo del Consejo Episcopal de Hispanoamérica— establecer organismos eficaces y capaces de asegurar un desarrollo armonioso de ambas técnicas de difusión en una región que es, como sabéis, objeto de una especialísima solicitud por parte de la Iglesia y de su Cabeza visible. El sentido cristiano de los oyentes y espectadores, su generosidad, la buena voluntad de los responsables de las Estaciones de Radio y Televisión alimentan las mejores esperanzas; esperanzas fundadas en resultados ya logrados y tan alentadores. Casi podemos decir que cada año aumentan en Hispanoamérica las emisoras católicas que difunden la instrucción religiosa y la cultura; sacerdotes y religiosos celosos, aceptando la invitación de las estaciones de radio nacionales o privadas, aprovechan la ocasión que se les depara para dar a conocer "la buena nueva" del Evangelio a muchas almas. Este es, sin duda, un motivo de gran satisfacción y el Padre Santo se alegra hondamente. Sin embargo, en un momento en que se generaliza cada vez más en todo el continente hispanoamericano el uso de la radio y la televisión con todas las ventajas e inconvenientes que implican, se requiere un esfuerzo particular de todos los hijos abnegados de la Iglesia para emplear esas técnicas modernas en la difusión y defensa de la fe católica, en mantener la práctica generosa de los mandamientos, en la educación de la juventud en un espíritu auténticamente cristiano. Por tanto, parece necesario, aun a costa de grandes sacrificios, preparar especialistas, sacerdotes y seglares, para este apostolado; crear en todos los países donde no existen todavía centros nacionales encargados, bajo la dirección de los Obispos, de vigilar los programas y el empleo positivo de las emisoras existentes; coordinar luego la actividad de esos centros nacionales en el plano hispanoamericano conforme a las directrices de la Jerarquía y asegurar su colaboración con los organismos católicos de los otros países, pues "la misma naturaleza de los medios modernos de difusión, como dijo el Padre Santo en su Motu Proprio Boni Pastoris, exige la unidad de dirección y de acción" (AAS. LI, 1959, pág. 185). Sólo a este precio los admirables descubrimientos, como la radio y televisión. lejos de perjudicar a la vida espiritual y al desarrollo cultural, podrán aportar su valiosa contribución en enriquecer el patrimonio cristiano de las nobles naciones hispanas del continente americano. El Sumo Pontífice desea, pues, el establecimiento en Hispanoamérica de una selección de especialistas católicos plenamente conscientes de la transcendencia de su apostolado, y confiando que las reuniones de Río de Janeiro contribuirán a este importante resultado, envía de todo corazón a todos los que participarán en ellas una paternal Bendición Apostólica. Reciba, reverendo Padre, el testimonio de mi consideración distinguida en Cristo. Domenico Cardenal Tardini
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