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INTERVENCIÓN DE MONS. GIOVANNI CHELI,
OBSERVADOR PERMANENTE DE LA SANTA SEDE
ANTE LAS NACIONES UNIDAS,
EN LA XXXIII ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU


Miércoles 2 de noviembre de 1977

 

Señor Presidente:

Deseo agradecer a usted y a todos los miembros del Comité el privilegio que se me ha otorgado de hablar sobre el importante tema de los secuestros aéreos.

Señor Presidente: el ofrecimiento reciente del Papa Pablo VI como rehén en un secuestro de hace pocos días reavivó la consciencia del mundo sobre la gravedad de este crimen nefasto, llevado a cabo con frecuencia creciente contra miembros de la comunidad mundial. La Santa Sede condena los secuestros aéreos porque es una forma de violencia. Los secuestros son más odiosos aún porque emplean la violencia contra víctimas que en su mayor parte no tienen relación alguna con el objeto de la protesta: desconocen en absoluto los sucesos en cuestión, se hallan indefensos y muchas veces (especialmente si son niños, ancianos o enfermos) necesitan cuidados, respeto y protección particulares.

La Santa Sede ha reiterado en más de una ocasión su firme oposición a la violencia, sea cual fuere. Esta actitud está expresada en el tema que Pablo VI ha elegido para la Jornada mundial de la Paz, del 1 de enero de 1978. El lema dice: "No a la violencia, sí a la paz". Es el desarrollo lógico del tema de 1977: "Si quieres la paz, defiende la vida". Porque la violencia, y concretamente los secuestros, amenaza, desfigura y destruye la vida humana. Quizá está motivada por el frenesí del dominio que llamamos poder, o por el ansia del consumismo que llamamos afán de poseer. Dicha violencia se manifiesta en males que denominamos racismo, genocidio y tortura —por mencionar algunos solamente—, o en la imposición y mantenimiento de estructuras políticas y económicas injustas y discriminantes; y por desgracia, existe también la violencia de los débiles, de los que están privados de ciertos derechos fundamentales y cuyo deseo de vida y de justicia explota al fin en acciones violentas.

Es difícil deslindar los dos aspectos, y la injusticia puede ser mutua. Es patente que el uso de la violencia lleva a romper las relaciones, y los que están en conflicto se encuentran en actitudes marcadas por el odio, el desprecio, la crueldad, la tortura, el abandono de los inocentes, las represalias y los secuestros.

Por tales razones creemos urgente que esta Asamblea dé los pasos necesarios no sólo para limitar y eliminar actos de sabotaje en todos los medios de transporte, sino también para descubrir modos de impedir y aliviar situaciones que llevan al uso ilegal de la fuerza.

Gracias, señor Presidente.

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