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Trabajar buscando solo a Dios 

"Ayer, encontrándome en la habitación de un buen cura, mi mirada se fue a posar sobre estas palabras: ¡Sólo Dios! 

En aquel momento mi mirada estaba llena de cansancio y dolor, y la mente de nuevo pensaba en muchas jornadas afanosas como la de ayer, y por encima del revoloteo de tantas angustias, y sobre el ruido confuso de tantos suspiros, me parecía que fuese la voz afable de mi angel: ¡lo Dios!, alma desconsolada ¡Sólo Dios! 

En la ventana había una planta de ciclaminas, después un corredor y algunos curas que meditaban píamente y más allá un crucifijo, un querido y venerado crucifijo que me recordava años preciosos e inolvidables; y la mirada cargada de lágrimas se detuvo allí, a los pies del Señor.Y me parecía que el alma se alzase y que palabras de paz y de conforto descendieran de aquel corazón traspasado, y me invitasen a subir allá arriba, a confiarle a Dios mis dolores y a rezar. 

¡Qué silencio dulce y lleno de paz...! Y en el silenzio ¡lo Dios! Me repetía a mi mismo ¡Sólo Dios! 

¡Y me parecía sentir que una atmósfera benéfica y calma rodeaba mi alma!... 

Y entonces vi detrás de mí la razón de las penas presentes: vi que en vez de buscar en mi trabajo agradar sólo a Dios, desde hacía años mendigaba los halagos de los hombres y vivía en una contínua búsqueda, en el contínuo afán de alguien que me pudiera ver, apreciar, aplaudir, y saqué una conclusión: tengo que empezar una nueva vida también en ésto: ¡Trabajar buscando sólo a Dios! 

La mirada de Dios es como el rocío que fortalece, es como un rayo luminoso que fecunda y dilata: ¡Trabajemos entonces sin hacer ruido y sin tregua, trabajemos bajo la mirada de Dios, sólo de Dios! 

La mirada humana es un rayo ardiente que hace palidecer los colores más resistentes: en nuestro caso sería como una flor que habiendo pasado por muchas manos es casi impresentable. (...) 

¡Sólo para Dios!Oh, como es útil y consolador querer sólo a Dios por testigo! Sólo Dios, es la santidad en su más alto grado! Sólo Dios, es la seguridad mejor fundada de entrar en el cielo un día.

¡Sólo Dios, hijos míos, Sólo Dios!" 

De “L’Opera della Divina Provvidenza” del Beato Luigi Orione (1872-1940) (3 septiembre 1899) 

  

Oración 

¡Oh, Dios mío! Haz que toda esta pobre vida mía sea sólo un cántico de divina caridad en la tierra, porque quiero que sea -por tu gracia, oh Señor- un sólo cántico de divina caridad en el cielo. (del Beato Luigi Orione)

Preparado por el  "Movimento de los Focolares"

                                  

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