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Dios mío, ¿qué ser es el vuestro?

"Mas ¿por ventura cabéis en el cielo y tierra, aunque es cierto que les llenáis? ¿O los llenáis de tal modo que sobre todavía, porque no cabéis todo en cielo y tierra? Pues ¿adónde derramáis todo eso que de Vos ha sobrado, después de haber llenado tierra y cielo? ¿No será mejor decir que para estar Vos en vuestras criaturas no es necesario que os contengan ellas, siendo, por el contrario, que sois Vos quien las contiene a todas? Así, los vasos que están llenos de Vos, no son ellos los que os contienen, haciéndoos allí estable y permanente; pues aunque ellos se rompan, Vos no os derramaréis. Y cuando os derramáis sobre nosotros, no es cayendo Vos, sino antes más bien levantándonos a nosotros que estábamos caídos; y lejos de desuniros Vos y disiparos, nos recogéis y reunís a nosotros. Pero, Señor, supuesto que llenáis todas las cosas, ¿las llenáis con todo vuestro ser?, o acaso, porque no pueden ellas abarcaros todo entero y de una vez, ¿no reciben más que una parte de Vos? ¿Y esa misma parte la reciben también y al mismo tiempo todas las criaturas?, ¿o cada una de ellas recibe distinta parte, y más grande las mayores, y más pequeñas las que son menores? En tal caso habría en Vos alguna parte que fuese mayor que otra. Pero ¿no es más cierto que todo Vos estáis en todas partes y que ninguna cosa hay que os abarque ni comprenda todo?

Pues, Dios mío, ¿qué ser es el vuestro?, ¿qué es lo que Vos sois sino mi Dios y Señor? Porque ¿qué otro Señor hay sino este Señor mismo?, ¿o qué Dios sino el Dios nuestro? Vos sois, Dios mío, un soberano Ser, altísimo, perfectísimo, poderosísimo, omnipotentísimo, misericordiosísimo y justísimo, ocultísimo y presentísimo, hermosísimo y fortísimo; tan estable como incomprensible; inmutable y que todo lo mudáis; nunca nuevo y nunca viejo; renováis todas las cosas, y dejáis envejecer a los soberbios sin que lo reconozcan; siempre estáis en acción y siempre quieto; recogiendo y no necesitando; lleváis, llenáis y protegéis todas las cosas; las criáis, aumentáis y perfeccionáis todas. Buscáis sin que os falte cosa alguna; tenéis amor y no tenéis inquietud; tenéis celos y estáis seguro; os arrepentís y no tenéis pesadumbre; os enojáis y tenéis tranquilidad; mudáis vuestras obras sin mudar de parecer.

Recibís también lo que halláis, sin haber jamás perdido cosa alguna; nunca sois pobre y os alegráis con las ganancias; nunca avariento y nos pedís usuras; en obras de supererogación os damos algo de más, y Vos os constituís nuestro deudor; pero todo eso que os damos, ¿de quién sino de Vos lo recibimos?, ¿ni quién tiene cosa alguna que no sea dádiva vuestra? Finalmente, pagáis deudas sin deber a nadie; y perdonáis lo que os deben sin perder nada de lo que os es debido.

Pero Dios mío de mi vida y dulzura de mi alma, ¿qué es todo esto que acabo de decir, respecto de lo que Vos sois?, ¿y qué es cuanto puede decir cualquiera que hable de Vos? Y así, infelices y desgraciados aquellos que de Vos no hablan; pues aun los que hablan mucho de Vos se quedan tan cortos como si fueran mudos."

San Agustín, Las Confesiones, 1,3 - 1,4

 

 

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