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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
A IRAK
[5-8 DE MARZO DE 2021]

CONFERENCIA DE PRENSA DEL SANTO PADRE
DURANTE EL VUELO DE REGRESO


Lunes, 8 de marzo de 2021

[Multimedia]


 

Matteo Bruni:

Buenos días, Santidad. Buenos días a todos. Gracias por este viaje extraordinario que ha marcado la historia de este país, que ha llegado a tantos lugares y también al corazón de tantos iraquíes y de muchos que lo han podido seguir estos días, gracias también al trabajo de los colegas periodistas. Aquí está también monseñor Dieudonné Datonou, que ha trabajado para la realización de este viaje… “¡el nuevo sheriff!” También le agradecemos su trabajo, sabiendo que ha podido contar con la experiencia de la Oficina viajes de la Secretaría de Estado y también con la experiencia de muchas partes de la estructura de la Santa Sede que participan en la organización del viaje. Y ahora, si quiere, una palabra de saludo y después hay algunas preguntas por parte de los periodistas, sobre estos días.

Papa Francisco:

En primer lugar, gracias por su trabajo y su compañía… ¡y por su cansancio!

Después, hoy es el día de la mujer: felicidades a las mujeres. La fiesta de la mujer… Decíamos, por qué no está la fiesta de los hombres… También en el encuentro con la esposa del Presidente [de la República de Irak], dije: “¡Porque nosotros los hombres estamos siempre de fiesta, nosotros!”. Es necesario una fiesta para las mujeres. La mujer del Presidente ha hablado bien de las mujeres, me ha dicho cosas bonitas hoy, esa fortaleza que tienen las mujeres para llevar adelante la vida, la historia, la familia… muchas cosas.

¡Y felicitaciones a todos!

Y tercero: hoy es el cumpleaños de la periodista de la Cope, ¡no el otro día! ¡Muchas felicidades! Y tenemos que celebrarlo… Después veremos cómo… Ahora la palabra es vuestra.

Matteo Bruni:

La primera pregunta, Santo Padre, viene precisamente del mundo árabe, de Imad Atrach, periodista de Sky News Arabia.

Imad Abdul Karim Atrach (Sky News Arabia):

Santidad, hace dos años fue el encuentro con el Imán Al-Tayyeb de Al-Azhar en Abu Dabi y la firma de la Declaración sobre la fraternidad. Hace tres días usted se reunió con Al-Sistani. ¿Se puede pensar en algo similar también con la vertiente chií del islam? Y después, un segundo punto. El Líbano, que san Juan Pablo II decía que es más que un país, que es un mensaje. Este mensaje, lamentablemente, yo, como libanés, le digo que está desapareciendo. ¿Pensamos en una futura, inminente, visita suya al Líbano? Gracias. 

Papa Francisco:

El documento de Abu Dabi del 4 de febrero [2019] fue preparado con el gran Imán en secreto durante seis meses, rezando, reflexionando, corrigiendo el texto. Fue, yo diría —es un poco presuntuoso, tómenlo como una presunción— un primer paso de esto que usted me pregunta. Podemos decir que esto [con Al-Sistani] sería el segundo. Y habrá otros. Es importante, el camino de la fraternidad. Después, los dos documentos: el de Abu Dabi dejó en mí la inquietud de la fraternidad, y salió [la Carta encíclica] Fratelli tutti. Ambos documentos se deben estudiar porque van en la misma dirección, buscan… sobre la fraternidad. El Ayatolá Al-Sistani tiene una frase que trato de recordar bien: los hombres son hermanos por religión o iguales por creación. La fraternidad y la igualdad, pero por debajo de la igualdad no podemos ir. Creo que es también un camino cultural. Pensemos en nosotros los cristianos, en la guerra de los Treinta años, en la noche de San Bartolomé, por poner un ejemplo. Pensemos en esto. Cómo entre nosotros cambia la mentalidad. Porque nuestra fe nos hace descubrir qué es esto, la revelación de Jesús es el amor y la caridad nos lleva a esto. ¡Pero cuántos siglos para aplicarlo!

Esto es algo importante, la fraternidad humana, que como hombres somos todos hermanos, y tenemos que seguir adelante con las otras religiones. El Concilio Vaticano II ha dado un paso grande en esto; después también las instituciones, el Consejo para la unidad de los cristianos y el Consejo para el diálogo interreligioso, el Cardenal Ayuso nos acompaña hoy. Tú eres humano, tú eres hijo de Dios, eres mi hermano, punto. Esta sería la indicación más grande, y muchas veces se debe arriesgar para dar este paso. Usted sabe que hay algunas críticas: que el Papa no es valiente, es un inconsciente, que está dando pasos contra la doctrina católica, que está a un paso de la herejía… Hay riesgos. Pero estas decisiones se toman siempre en oración, en diálogo, pidiendo consejo, en reflexión. No son un capricho, y son también la línea que el Concilio ha enseñado. Esto respecto a su primera pregunta.

La segunda: el Líbano es un mensaje. El Líbano sufre, el Líbano es más que un equilibrio, tiene la debilidad de las diversidades, algunas todavía no reconciliadas, pero tiene la fortaleza del gran pueblo reconciliado, como la fortaleza de los cedros. El Patriarca Raï me pidió por favor, en este viaje, hacer una parada en Beirut, pero me parecía poco. Una migaja delante de un problema, a un país que sufre como el Líbano. Le escribí una carta, hice la promesa de hacer un viaje. Pero el Líbano en este momento está en crisis, pero en crisis —no quiero ofender— en crisis de vida. El Líbano es muy generoso, en la acogida de los refugiados… Este es el segundo viaje.

Matteo Bruni:

Gracias, Santidad. La segunda pregunta es de Johannes Neudecker, de la agencia de prensa alemana Dpa.

Johannes Claus Neudecker (agencia de prensa alemana Dpa):

Gracias, Santo Padre. Mi pregunta es también sobre el encuentro con Al-Sistani. ¿En qué medida el encuentro con Al-Sistani ha sido un mensaje también a los jefes religiosos de Irán?

Papa Francisco:

Yo creo que ha sido un mensaje universal. He sentido el deber, en esta peregrinación de fe y de penitencia, de ir a encontrar a un grande, un sabio, un hombre de Dios. Y sólo escuchándolo se percibe esto. Hablando de mensajes, yo diría: es un mensaje para todos, es un mensaje para todos. Y él es una persona que tiene esa sabiduría… y también la prudencia. Él me decía: “Desde hace diez años —creo, me ha dicho así— no recibo gente que viene a visitarme con otro fines, políticos y culturales, no, solamente religiosos”. Y él ha sido muy respetuoso, muy respetuoso en el encuentro, y yo me siento honrado. También en el saludo: él nunca se levanta, y se levantó, para saludarme, dos veces. Es un hombre humilde y sabio. Y este encuentro me ha hecho bien al alma. Es una luz. Y estos sabios están por todos lados, porque la sabiduría de Dios se ha esparcido por todo el mundo. Sucede lo mismo también con los santos, que no son sólo los que están en los altares. Son los santos de todos los días, los que yo llamo “de la puerta de al lado”, los santos —hombres y mujeres— que viven su fe, cualquiera que sea, con coherencia, que viven los valores humanos con coherencia, la fraternidad con coherencia. Yo creo que deberíamos descubrir a esta gente, resaltarla, porque hay muchos ejemplos… Cuando hay escándalos, también en la Iglesia, muchos, y esto no ayuda… Pero hagamos ver la gente que busca el camino de la fraternidad, los santos de la puerta de al lado, y encontraremos gente de nuestra familia, seguramente algún abuelo, alguna abuela… ¡Seguramente!

Matteo Bruni:

La tercera pregunta es de Eva María Fernández Huescar, de Cope, a quien felicitamos de nuevo.

Eva María Fernández Huescar (Cadena Cope 31H):

Santo Padre, ¡qué bonito retomar las ruedas de prensa! ¡Es muy bonito!

En estos días, su viaje a Irak ha tenido una gran repercusión en todo el mundo. ¿Usted piensa que este pueda ser el viaje de su pontificado? Se ha dicho también que ha sido el más arriesgado, ¿ha tenido miedo en algún momento del viaje? Y ahora que retomamos con los viajes y usted está a punto de cumplir el octavo año de pontificado, ¿sigue pensando que será corto? Y después la gran pregunta de siempre, Santo Padre, la gran pregunta, ¿volverá a Argentina? Y ya que estoy, yo soy española, ¿llegará el día en el que el Papa vaya a España? ¡Gracias, Santo Padre!

Papa Francisco:

Gracias, Eva. Te he hecho celebrar dos veces el cumpleaños: una con adelanto y otra con retraso. 

Empiezo por la última, que es una pregunta…, la entiendo…, porque está ese libro de mi amigo periodista Nelson Castro, médico. Él había escrito un libro sobre la enfermedad de los presidentes y yo una vez le dije, [cuando yo estaba] ya en Roma: tú debes hacer uno sobre la enfermedad de los Papas, porque será interesante conocer las enfermedades de los Papas, al menos de algunos de los últimos tiempos. Empezó a hacerlo, me hizo una entrevista, salió el libro. Me dicen que es bueno, yo no lo he visto. Él me hizo una pregunta: “¿Si usted renuncia —si muero o si renuncio—, si usted renuncia, volverá a Argentina o se quedará aquí?” “Yo no volveré a Argentina —así le dije— sino que me quedaré aquí, en mi diócesis”. Pero sobre esa hipótesis —esto va unido a la pregunta sobre cuándo voy a Argentina o por qué no voy— yo respondo siempre un poco irónicamente: estuve 76 años en Argentina, es suficiente, ¿no?

Pero hay una cosa que, no sé por qué, no se dice. Se había programado un viaje en Argentina en noviembre de 2017. Se empezaba a trabajar, se hacía Chile, Argentina y Uruguay. Pero después —habría sido para finales de noviembre— pero después, en ese tiempo Chile estaba en campaña electoral, porque en esos días, en diciembre, fue elegido el sucesor de Michelle Bachelet, y yo tenía que ir antes de que cambiara el gobierno, no podía ir después. Pero ir en enero a Chile y después en enero a Argentina y Uruguay no era posible, porque enero es como nuestro agosto, julio-agosto, para los dos países. Pensando sobre ello, se hizo una sugerencia, ¿por qué no tomar Perú? Porque Perú se había pasado por alto en el viaje Ecuador-Bolivia-Paraguay, se había quedado de lado. Y así nació el viaje de enero en Chile y Perú. Esto quiero decirlo, para que no se hagan fantasías de “patriafobia”. Cuando se dé la oportunidad se hará, porque está Argentina, Uruguay y el sur de Brasil, que es un compuesto cultural muy grande.

Además, sobre los viajes. Para tomar una decisión sobre los viajes, yo escucho; las invitaciones son muchas. Escucho el consejo de los consejeros y también de la gente. A veces viene alguno y digo, ¿qué piensas, debo ir a este lugar? A mí me hace bien escuchar, esto me ayuda a tomar más adelante las decisiones. Escucho a los consejeros y al final rezo, rezo, reflexiono mucho, sobre algunos viajes he reflexionado mucho. Y después la decisión viene de dentro, ¡hágase! Casi espontánea, pero como un fruto maduro. Es un recorrido largo. Algunos son más difíciles, otros más fáciles.

La decisión sobre este viaje viene de antes. La primera invitación de la embajadora anterior, médico pediatra que era embajadora de Irak, muy buena, muy buena, insistió. Después vino la embajadora en Italia, que es una mujer de lucha. Después vino el nuevo embajador en el Vaticano, que luchó. Antes, había venido el presidente. Todas estas cosas quedaron dentro. Pero hay una cosa precedente, que quisiera mencionar: una de ustedes me regaló la edición española de L’ultima ragazza [de Nadia Mourad]. Yo lo leí en italiano. Después lo entregué a Elisabetta Piqué para que lo leyese. ¿Lo ha leído? Más o menos… Está la historia de los yazidíes. Y Nadia Mourad ahí cuenta esa cosa terrorífica, terrorífica… Les aconsejo que lo lean. En algunos puntos, como es biográfico, puede parecer un poco pesado, pero para mí este es el telón de fondo de mi decisión. Ese libro trabajaba dentro, dentro… Y también cuando escuché a Nadia, que vino aquí a contarme las cosas… ¡Terrible! Después, con el libro todas estas cosas juntas han hecho la decisión, pensándolas todas, todas las problemáticas, tantas… Pero al final ha venido la decisión y la he tomado.

Después, el octavo año de pontificado. No sé si los viajes se ralentizarán o no, sólo les confieso que en este viaje me he cansado mucho más que en los otros. ¡Los 84 [años] no vienen solos! Es una consecuencia… Pero veremos. Ahora [en septiembre] tendré que ir a Hungría a la misa final del Congreso Eucarístico Internacional. No una visita al país, a la misa. Pero Budapest está a dos horas en coche de Bratislava: ¿por qué no hacer una visita a los eslovacos? No lo sé… Y así empiezan las cosas.

Aaron Patrick Harlan (The Washington Post):

Gracias, Santo Padre. Este viaje ha tenido obviamente un extraordinario significado para las personas que han podido verle, pero ha sido una ocasión para eventos que han creado las condiciones para una difusión del virus, en particular para las personas no vacunadas, amontonadas, mientras cantaban. Cuando valoró el viaje y lo que suponía, ¿se preocupó también del hecho de que las personas que habrían ido a verle se podrían enfermar e incluso morir? ¿Nos puede explicar sus reflexiones y sus previsiones?

Papa Francisco:

Como he dicho recientemente, los viajes se “cocinan” en el tiempo en mi conciencia y esta es una de las cosas que más me hacía fuerza, fuerza [me presionaba]... He pensado mucho, he rezado mucho sobre ello y finalmente tomé la decisión, libremente, que venía desde dentro. Y yo dije: Aquel que me hace decidir, que cuide de la gente. Y así tomé la decisión, así, pero después de la oración y después de la conciencia de los riesgos. Después de todo.

Matteo Bruni:

Gracias. La próxima pregunta viene de Philippine De Saint Pierre, M.C. KTO.

Philippine de Saint Pierre (M.C. KTO):

Santidad, hemos visto el valor, el dinamismo de los cristianos iraquíes, hemos visto también los desafíos que deben afrontar, la amenaza de la violencia islamista, el éxodo y el testimonio de la fe en su ambiente. Estos son los desafíos de los cristianos en toda la región. Hemos hablado del Líbano, pero también de Siria, de Tierra Santa… Hace diez años se llevó a cabo un Sínodo para Oriente Medio, pero su desarrollo se interrumpió por el ataque a la catedral de Bagdad. ¿Piensa hacer algo para todo Oriente Medio, un sínodo regional o alguna otra iniciativa?

Papa Francisco:

No estoy pensando en un Sínodo. Las iniciativas, sí, estoy abierto a muchas, pero un Sínodo no se me ha ocurrido. Usted ha lanzado la primera semilla, veamos, veamos qué sucede.

La vida de los cristianos en Irak es una vida atribulada, pero no sólo la de los cristianos… Acabo de hablar de los yazidíes…, y otras religiones que no se sometían al poder del Daesh. Y esto, no sé por qué, pero esto les ha dado una fuerza muy grande. Está el problema que usted dice de las migraciones. Ayer, mientras regresábamos en coche desde Qaraqosh a Erbil, [había] mucha gente, jóvenes, la edad es muy baja. Mucha gente joven. Y la pregunta que alguno me hizo: pero, ¿cuál es el futuro para estos jóvenes? ¿Dónde irán? Muchos deberán dejar el país, muchos. Antes de partir para este viaje, el otro día, el viernes, vinieron a saludarme doce iraquíes refugiados. Uno tenía una prótesis en una pierna porque había escapado debajo de un camión y se había accidentado… Escapados, muchos, muchos. La migración es un doble derecho: derecho a no migrar y derecho a migrar. Esta gente no tiene ninguno de los dos, porque no pueden no emigrar, no saben cómo hacerlo. Y no pueden emigrar porque el mundo aún no ha tomado conciencia de que migrar es un derecho humano.

Me decía un sociólogo italiano, hablando del invierno demográfico en Italia: “Dentro de cuarenta años tendremos que ‘importar’ extranjeros para que trabajen y paguen los impuestos de nuestras pensiones”. Ustedes, franceses, siempre han sido más listos, han avanzado diez años con la ley en apoyo a la familia, su nivel de crecimiento es muy grande. Pero las migraciones se viven como una invasión. Ayer quise —porque él me lo pidió— recibir, después de la Misa, al padre de Alan Kurdi, aquel niño… Es un símbolo, Alan Kurdi es un símbolo; por eso regalé la escultura a la FAO. Es un símbolo que va más allá de un niño muerto mientras emigraba, es un símbolo de civilizaciones muertas, de civilizaciones que mueren, que no pueden sobrevivir, un símbolo de humanidad. Se necesitan medidas urgentes para que la gente tenga trabajo en sus propios países y no tenga necesidad de emigrar. Y también medidas para custodiar el derecho a emigrar. Es cierto que cada país debe estudiar bien su capacidad para recibir. Porque no es solamente recibirlos y dejarlos en la playa; es recibirlos, acompañarlos, hacerlos progresar e integrarlos. La integración de los migrantes es la clave. Dos anécdotas: en Zaventem, en Bélgica, los terroristas eran belgas, nacidos en Bélgica, pero emigrantes islámicos segregados, no integrados. Otro ejemplo, cuando fui a Suecia, quien me despidió del país fue la ministra. Era muy joven y tenía una fisonomía especial, no la típica de los suecos. Era hija de un migrante y de una sueca, ¡tan integrada que se convirtió en ministra! Miremos estas dos cosas, nos harán pensar mucho, mucho, mucho. Integrar. Sobre las migraciones, que creo que es el drama de la región. Quisiera también agradecer a los países generosos, a los países que reciben a los migrantes: el Líbano, el Líbano ha sido generoso con los migrantes, dos millones de sirios allí, creo… [un millón y medio de sirios más 400 mil palestinos]; Jordania —lamentablemente no pasaremos [con el vuelo] sobre Jordania— el rey es muy gentil, el rey Abdullah, quería hacernos un homenaje con los aviones a nuestro paso, se lo agradezco ahora; Jordania es muy generosa, más de un millón y medio de migrantes. Y muchos otros países, por mencionar solamente dos. ¡Gracias a estos países generosos! Gracias, muchas gracias.

Matteo Bruni:

Gracias, Santidad. La próxima pregunta es en italiano, de la periodista Stefania Falasca, de Avvenire.

Stefania Falasca (Avvenire):

Usted, en tres días, en este país, que es un país clave de Oriente Medio, ha hecho lo que los poderosos de la tierra discuten desde hace treinta años. Usted ya ha explicado cuál es la génesis interesante de sus viajes, cómo nacen las elecciones de sus viajes, pero ahora en esta contingencia, pensando también en Oriente Medio, ¿usted puede tener en cuenta también un viaje a Siria? ¿Cuáles pueden ser los objetivos de aquí a un año de otros lugares en los que se reclama su presencia?

Papa Francisco:

Sobre Oriente Medio la única hipótesis, y también la promesa, es el Líbano. No he pensado en un viaje a Siria, no lo he pensado porque no me ha venido la inspiración. Pero estoy cerca de la martirizada y amada Siria, como yo la llamo. Recuerdo al inicio del pontificado esa tarde de oración en la Plaza de San Pedro, era la adoración al Santísimo, se rezaba el rosario… Pero cuántos musulmanes, cuántos musulmanes con la alfombra rezaban con nosotros por la paz en Siria, para detener los bombardeos, en ese momento en el que se decía que habría habido un bombardeo feroz. Llevo a Siria en el corazón. Pero pensar en un viaje no se me ha ocurrido en este momento. Gracias.

Matteo Bruni:

La próxima pregunta es de Sylwia Wysocka PAP - POLSKA AGENCJA PRASOWA.

Sylwia Wysocka (PAP - Polska Agencja Prasowa):

Santidad, en estos 12 meses muy difíciles también su actividad se ha limitado mucho. Ayer tuvo el primer contacto directo muy cercano con la gente en Qaraqosh. ¿Qué sintió? Mi primera pregunta. Y después, la segunda. En su opinión, ahora, con todo el régimen sanitario, ¿pueden volver a comenzar las audiencias generales con la gente, con fieles, como se hacían antes?

Papa Francisco:

Yo me siento diferente cuando estoy lejos de la gente en las audiencias. Quisiera comenzar las audiencias generales lo antes posible. Esperemos que se den las condiciones, en esto yo sigo las normas de las autoridades. Ellos son los responsables y ellos tienen la gracia de Dios para ayudarnos en esto. Son los responsables los que dan las normas. Nos guste o no nos guste, pero los responsables son ellos y deben hacerlo así. Ahora he comenzado los Ángelus en la plaza, con las distancias se puede hacer. Hay una propuesta de pequeñas audiencias generales, pero no he decidido hasta que no esté claro el desarrollo de la situación. Pero después de estos meses de prisión, porque realmente me sentía un poco prisionero, esto para mí es revivir. Revivir porque es tocar la Iglesia, tocar el santo Pueblo de Dios, tocar todos los pueblos. Un sacerdote se hace sacerdote para servir, al servicio del Pueblo de Dios, no por carrera, no por dinero. Esta mañana en la Misa estaba la [lectura] de la sanación del sirio Naamán, y dice que este Naamán quería ofrecer unos dones después de la curación, pero el profeta Eliseo lo rechazó. La Biblia continúa: y el asistente del profeta Eliseo, después, cuando se habían ido, atendió bien al profeta y a la carrera siguió a Naamán y le pidió los dones. Y Dios le dijo: «La lepra de Naamán se pegará a ti» (cf. 2 Re 5,1-27). Yo temo que nosotros, hombres y mujeres de Iglesia, sobre todo que nosotros sacerdotes, no tengamos esta cercanía gratuita al Pueblo de Dios, que es lo que nos salva, y hagamos como el sirviente de Eliseo: sí, ayudar, pero después ir detrás… De esa lepra yo tengo miedo. Y el único que nos salva de la lepra de la codicia, de la soberbia es el santo Pueblo de Dios. Aquel del que Dios dijo a David: “Yo te he quitado del rebaño, no te olvides del rebaño”. Lo que Pablo dijo a Timoteo: “Recuerda a tu madre y a tu abuela que te han ‘amamantado’ en la fe”. Es decir, no perder la pertenencia al Pueblo de Dios y convertirse en una casta privilegiada de consagrados, clérigos, cualquier cosa. Por eso, el contacto con el pueblo nos salva, nos ayuda, nosotros damos al pueblo la Eucaristía, la predicación, nuestra función. Pero ellos nos dan la pertenencia. No olvidemos esta pertenencia al santo Pueblo de Dios.

Usted comenzaba así: qué he encontrado en Irak, en Qaraqosh…yo no imaginaba las ruinas de Mosul, de Qaraqosh, verdaderamente no me lo imaginaba así… Sí, había visto cosas, había leído el libro, pero esto conmueve, es conmovedor. Y después, lo que más me conmovió fue el testimonio de una madre en Qaraqosh. Dio testimonio un sacerdote que realmente conoce la pobreza, el servicio, la penitencia; es una mujer que en los primeros bombardeos del Daesh perdió a su hijo. Ella dijo una palabra: perdón. Yo me quedé conmovido. Una madre [que dice]: yo perdono y pido perdón para ellos. Y me vino a la memoria el viaje a Colombia, aquel encuentro en Villavicencio, donde tantas personas, sobre todo mujeres, madres y esposas, contaban su experiencia del asesinato de los hijos y del marido y decían: “Perdono, yo perdono”. Pero esta palabra la hemos perdido, sabemos insultar a lo grande, sabemos condenar a lo grande, yo, el primero, eso lo sabemos bien. ¡Pero perdonar! Perdonar a los enemigos. Esto es Evangelio puro. Esto es lo que más me impresionó en Qaraqosh.

Matteo Bruni:

La última es de Catherine Laurence Marciano, AFP.

Catherine Laurence Marciano (AFP):

Santidad, quería saber qué sintió desde el helicóptero viendo la ciudad destruida de Mosul y después rezando en las ruinas de una iglesia. Si puedo, dado que es la fiesta de la mujer, quisiera hacerle también una pequeña pregunta sobre las mujeres. Usted ha apoyado a las mujeres en Qaraqosh con palabras muy hermosas, pero, ¿qué piensa del hecho de que una mujer musulmana enamorada no se pueda casar con un cristiano sin ser rechazada por la familia, o peor aún? La primera pregunta era sobre Mosul. Gracias Santidad.

Papa Francisco:

De Mosul he dicho un poco de pasada lo que sentí cuando me detuve frente a la iglesia destruida, no tenía palabras. Para no creer, para no creer… No sólo aquella iglesia sino también el resto de iglesias, también una mezquita destruida. Se ve que no estaba de acuerdo con la gente… para no creer nuestra crueldad humana. En este momento, no quiero decir la palabra, se vuelve a comenzar. Miremos a África, ¡miremos a África! Y con nuestra experiencia de Mosul, estas iglesias destruidas y todo, se crea la enemistad, la guerra, y vuelve a comenzar también a actuar el autodenominado Estado Islámico. Esto es algo feo, muy feo.

Antes de pasar a la otra pregunta. Una pregunta que me vino a la mente en la iglesia fue esta: Pero, ¿quién vende las armas a estos destructores? Porque las armas no las hacen ellos en casa. Sí, algún artefacto lo harán… Pero, ¿quién vende las armas? ¿Quién es el responsable? Al menos yo pediría a estos que venden las armas que tengan la sinceridad de decir: nosotros vendemos las armas. No lo dicen. Es feo.

Las mujeres. Las mujeres son más valientes que los hombres, esto es cierto, lo siento así. Pero la mujer, aún hoy, es humillada. Vamos a ese extremo. No sé quién, una de vosotras me enseñó la lista de precios de las mujeres… Yo no podía creerlo: si la mujer es así, cuesta esto, cuesta… para venderlas. Las mujeres se venden, las mujeres se esclavizan. También en el centro de Roma. El trabajo contra la trata es un trabajo de cada día. En el Jubileo [de la Misericordia] fui a visitar una de las muchas casas de la Obra de Don Benzi, muchachas rescatadas, una con la oreja cortada porque no había llevado el dinero fijado aquel día; otra, llevada de Bratislava en el maletero del coche, esclava, raptada. Esto sucede entre nosotros, los “cultos”, la trata de la gente. En estos países, algunos, sobre todo en la parte de África, existe la mutilación, existe la mutilación como un rito que se debe hacer. Pero las mujeres son esclavas todavía y debemos luchar, luchar por la dignidad de las mujeres. Son las que llevan adelante la historia. No es una exageración, son las que llevan adelante la historia. Y no es un cumplido hoy, en el día de las mujeres, sino que es cierto. La esclavitud es así, el rechazo a la mujer… Pensar que en un lugar “x” se ha discutido si el repudio a la mujer debe hacerse por escrito o solamente verbal. ¡Ni siquiera el derecho a tener un acta de repudio! Esto sucede hoy. Pero para no alejarnos, pensemos en el centro de Roma, en las muchachas que son raptadas y que son explotadas. Creo que he dicho todo sobre esto.

Matteo Bruni:

Gracias, Santo Padre.

Papa Francisco:

Les deseo un buen final del viaje y les pido que recen por mí, que me hace falta. ¡Gracias!

 



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