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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DEL CONCIERTO CON MOTIVO DEL MILENARIO
DE LA DIÓCESIS DE BAMBERG


Patio del palacio pontificio de Castelgandolfo
Martes 4 de septiembre de 2007

 

Reverendísimo y querido arzobispo Schick;
honorable señor ministro Goppel;
queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
ilustres señoras y señores: 

Quizá os haya sucedido a vosotros lo mismo que a mí:  los sonidos maravillosos de las dos sinfonías me han hecho olvidar la cotidianidad y me han transportado al mundo de la música que, como ha mencionado al inicio usted, señor ministro, para Beethoven significaba "una revelación más alta que cualquier sabiduría y filosofía". La música, de hecho, tiene la capacidad de remitir, más allá de sí misma, al Creador de toda armonía, suscitando en nosotros resonancias que nos ayudan a sintonizar con la belleza y la verdad de Dios, es decir, con la realidad que ninguna sabiduría humana y ninguna filosofía podrán expresar jamás.

Esto es lo que quería significar también Schubert, cuando decía de un minueto de Mozart:  "Parece que los ángeles participan con su canto". Y esto es lo que yo, como quizá también muchos de vosotros, he podido experimentar esta tarde. Agradezco de corazón esta experiencia a los miembros de la orquesta sinfónica de Bamberg, con su director, Jonathan Nott. Con la vasta gama de matices de timbres y la gran fuerza expresiva en la interpretación de estas dos obras maestras de la música habéis confirmado de nuevo la excelente fama de vuestra orquesta. Quiera Dios que también en el futuro vuestras actuaciones sean para muchos una especie de revelación.

Mi agradecimiento, naturalmente, va también a quienes han organizado esta velada festiva:  a usted, querido arzobispo, y a usted, honorable señor ministro, así como a todos los que con su generoso apoyo han hecho posible la realización de este concierto. Es un regalo que interpreto como signo de un particular vínculo de afecto de la archidiócesis de Bamberg con el Sucesor de san Pedro. Durante algunos siglos de su historia ya milenaria, vuestra archidiócesis estuvo bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede.

Que vuestra peregrinación jubilar para visitar las tumbas de los Apóstoles y al actual Sucesor de san Pedro fortalezca vuestra fe y vuestra alegría en Dios, para que seáis sus testigos en la vida diaria. Por esto pido a Dios una abundante bendición para todos vosotros.



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