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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL CENTRO DE ESTUDIOS PARA LA ESCUELA CATÓLICA
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA


Sala de los Suizos del palacio pontificio de Castelgandolfo
Jueves 25 de septiembre de 2008

 

Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Este encuentro tiene lugar con ocasión del décimo aniversario de la fundación del Centro de estudios para la escuela católica, instituido por la Conferencia episcopal italiana como expresión de la responsabilidad de los obispos con respecto a la escuela católica, incluidos los centros de formación de inspiración cristiana. Por tanto, es una feliz circunstancia para renovar mi estima y mi aliento por todo lo que se ha hecho hasta ahora en este importante sector de la vida civil y eclesial. Mi más cordial bienvenida a vosotros, queridos hermanos y hermanas aquí presentes, que representáis, en cierto modo, a todos los que en cada nivel —Cei, Usmi, Cism, institutos religiosos educativos, universidades, federaciones, asociaciones, movimientos laicales y demás organizaciones— están al servicio de la escuela católica en Italia. A cada uno va mi afectuoso saludo y la gratitud de la Iglesia por el valioso servicio que, mediante la escuela católica, se presta a la evangelización de la juventud y del mundo de la cultura.

Dirijo un saludo especial a monseñor Agostino Superbo, vicepresidente de la Conferencia episcopal italiana; a los obispos miembros de la Comisión episcopal para la educación católica, la escuela y la universidad y, especialmente, a su presidente, monseñor Diego Coletti, que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos comunes. Sus palabras me han permitido conocer mejor las metas alcanzadas y las perspectivas que se presentan al Centro de estudios para la escuela católica. Mi saludo va, además, a los participantes en el congreso organizado especialmente para conmemorar este aniversario y que tiene como tema: "Más allá de la emergencia educativa, la escuela católica al servicio de los jóvenes".

La importancia de la misión de la escuela católica fue reafirmada muchas veces por mis venerados predecesores en varias intervenciones, recogidas en significativos documentos del Episcopado italiano. El documento de la Conferencia episcopal que tiene por título "La escuela católica hoy en Italia" afirma, por ejemplo, que la misión salvífica de la Iglesia se cumple en estrecha unión entre el anuncio de fe y la promoción del hombre, y para este fin encuentra un apoyo particular en la escuela católica que, como instrumento privilegiado, está orientada a la formación integral del hombre (cf. n. 11). E inmediatamente añade que la "escuela católica es una expresión del derecho de todos los ciudadanos a la libertad de educación, y del correspondiente deber de solidaridad en la construcción de la convivencia civil" (n. 12). Por tanto, en la perspectiva de consolidar juntos la doble conciencia eclesial y civil, el Episcopado italiano vio, hace diez años, la necesidad de fundar un Centro de estudios dedicado a la escuela católica. Para que se elija y aprecie la escuela católica, es preciso que se conozca su finalidad pedagógica; es necesario que se tenga una conciencia madura no sólo de su identidad eclesial y de su proyecto cultural, sino también de su significado civil, que no debe considerarse como defensa de un interés parcial, sino como valiosa contribución a la edificación del bien común de toda la sociedad italiana.

Durante este primer decenio de actividad, vuestro Centro de estudios ha prestado un servicio verdaderamente valioso a la Iglesia y a la sociedad italiana. Esto es mérito de la excelente colaboración que se ha establecido entre la Conferencia episcopal italiana y sus oficinas con las Federaciones y Asociaciones de escuelas católicas, la Facultad de ciencias de la educación de la Pontificia Universidad salesiana, el Ministerio de educación, el Comité técnico-científico, en el que están representadas la Universidad católica del Sagrado Corazón y la Libre Universidad María Santísima Asunta, y con todos los que, de diversas maneras, han colaborado en sus actividades.

Gracias a esta colaboración constante, el Centro de estudios ha logrado efectuar una radiografía atenta de la situación de la escuela católica en Italia, siguiendo con particular interés las vicisitudes de la equiparación y de las reformas de la escuela en Italia. A este propósito, se ha hecho notar que la asistencia a la escuela católica en algunas regiones de Italia está aumentando con respecto al decenio precedente, aunque persisten situaciones difíciles y a veces incluso críticas. Precisamente en el contexto de la renovación, a la que tienden quienes se preocupan por el bien de los jóvenes y del país, es preciso favorecer la igualdad efectiva entre escuelas estatales y escuelas equiparadas, que permita a los padres una oportuna libertad de elección de la escuela que frecuentar.

Queridos hermanos y hermanas, ciertamente el aniversario que estáis conmemorando es una ocasión propicia para proseguir con renovado entusiasmo el servicio que estáis prestando con provecho. En particular, os aliento a centrar vuestro compromiso, como ya es vuestra intención, en los cinco sectores siguientes: la difusión de una cultura dirigida a cualificar la pedagogía de la escuela católica en orden a la finalidad de la educación cristiana; el estudio atento de la calidad y la recogida de datos sobre la situación de la escuela católica; el comienzo de nuevas investigaciones para profundizar las emergencias educativas, culturales y organizativas hoy relevantes; la profundización de la cultura de la equiparación, no siempre apreciada, cuando no marcada por interpretaciones equívocas; y el incremento de la colaboración proficua con las Federaciones y Asociaciones de escuelas católicas, en el respeto de las competencias y finalidades recíprocas.

Encomiendo vuestra actividad y los proyectos futuros a la intercesión materna de María, Reina de la familia y Sede de la Sabiduría, a la vez que os agradezco esta visita y con afecto os bendigo a todos.



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