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ALOCUCIÓN DEL PAPA BENEDICTO XVI
A UNA DELEGACIÓN ECUMÉNICA DE FINLANDIA


Lunes 19 de enero de 2009

 

Queridos y distinguidos amigos de Finlandia:

Con gran alegría os doy la bienvenida con ocasión de vuestra visita anual a Roma para la fiesta de vuestro santo patrono, san Enrique, y agradezco al obispo Gustav Björkstrand las amables palabras que me ha dirigido en vuestro nombre.

Estas peregrinaciones son una oportunidad para orar juntos, reflexionar y dialogar al servicio de nuestra búsqueda de una comunión plena. Vuestra visita tiene lugar durante la Semana de oración por la unidad de los cristianos, cuyo tema este año está tomado del libro de Ezequiel: "Que sean una sola cosa en tu mano" (Ez 37, 17). En su visión, el profeta ve dos leños, que simbolizan los dos reinos en que el pueblo de Dios se había dividido y que luego llegan a ser uno (cf. Ez 37, 15-23). En el contexto ecuménico nos habla de Dios, que constantemente nos impulsa hacia una unidad más profunda en Cristo, renovándonos y liberándonos de nuestras divisiones.

La comisión del diálogo entre luteranos y católicos en Finlandia y Suecia sigue tomando en cuenta la Declaración común sobre la justificación. Este año celebramos el décimo aniversario de esta importante declaración y la comisión está estudiando ahora sus implicaciones y la posibilidad de su recepción. Con el tema: "Justificación en la vida de la Iglesia", el diálogo está considerando cada vez más a fondo la naturaleza de la Iglesia como signo e instrumento de la salvación traída en Jesucristo y no simplemente como una mera asamblea de creyentes o una institución con varias funciones.

Vuestra peregrinación a Roma se realiza en el Año paulino, bimilenario del nacimiento del Apóstol de los gentiles, que dedicó incansablemente su vida y su enseñanza a la unidad de la Iglesia. San Pablo nos recuerda la gracia maravillosa que hemos recibido al llegar a ser miembros del Cuerpo de Cristo por el bautismo (cf. 1 Co 12, 12-31). La Iglesia es este Cuerpo místico de Cristo y está guiada continuamente por el Espíritu Santo, que es el Espíritu del Padre y del Hijo. Sólo sobre la base de esta realidad de la Encarnación se puede comprender el carácter sacramental de la Iglesia como comunión en Cristo. Un consenso sobre las implicaciones profundamente cristológicas y pneumatológicas del misterio de la Iglesia será una base muy esperanzadora para el trabajo de la comisión.

San Pablo nos enseña también que la unidad que buscamos no es más que la manifestación de nuestra plena incorporación en el Cuerpo de Cristo, porque "todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo (...), pues todos sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3, 27-28). Con este fin, queridos amigos, espero fervientemente que vuestra visita a Roma fortalezca ulteriormente las relaciones ecuménicas entre luteranos y católicos en Finlandia, que desde hace muchos años son tan positivas. Demos juntamente gracias a Dios por todo lo que se ha logrado hasta ahora en las relaciones entre luteranos y católicos, y pidamos al Espíritu de la verdad que nos guíe hacia una unidad cada vez mayor al servicio del Evangelio.

Con estos sentimientos de afecto en el Señor, y al inicio de este nuevo año, invoco sobre vosotros y sobre vuestras familias los dones divinos de alegría y paz.



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