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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
LOS ARZOBISPOS QUE HABÍAN RECIBIDO EL PALIO,
CON SUS FAMILIARES Y AMIGOS


Sala Pablo VI
Martes 30 de junio de 2009

 

Queridos hermanos en el episcopado;
queridos hermanos y hermanas:

Después de las celebraciones de la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, es para mí un verdadero placer encontrarme, en audiencia especial, con todos vosotros, arzobispos metropolitanos que habéis recibido el palio ayer, en la basílica vaticana, y acoger también a vuestros familiares y amigos que os acompañan. Así se prolonga la alegría de la comunión vivida en la fiesta de los dos grandes Apóstoles, en la que os impuse el palio, símbolo de la unidad que vincula a los pastores de las Iglesias particulares con el Sucesor de Pedro, Obispo de Roma. Os doy mi cordial bienvenida a cada uno de vosotros, que procedéis de todos los continentes, mostrando de modo significativo el rostro de la Iglesia católica extendida por toda la tierra.

Me dirijo ante todo a vosotros, amados pastores de la Iglesia que está en Italia. Saludo a monseñor Giuseppe Betori, arzobispo de Florencia; a monseñor Salvatore Pappalardo, arzobispo de Siracusa; y a monseñor Domenico Umberto D'Ambrosio, arzobispo de Lecce. Nos encontramos al inicio del Año sacerdotal; por tanto, debéis esforzaros por ser pastores ejemplares, celosos y llenos de amor al Señor y a vuestras comunidades. Así podréis guiar y sostener firmemente a los sacerdotes, vuestros primeros colaboradores en el ministerio pastoral, y cooperar de modo eficaz en la difusión del reino de Dios en la amada tierra de Italia.

Me alegra acoger a los peregrinos de lengua francesa que han venido a acompañar a los nuevos arzobispos metropolitanos a los que tuve la alegría de imponer el palio. Ante todo saludo a monseñor Ghaleb Moussa Abdalla Bader, arzobispo de Argel (Argelia); a monseñor Pierre-André Fournier, arzobispo de Rimouski (Canadá); a monseñor Joseph Aké Yapo, arzobispo de Gagnoa (Costa de Marfil); a monseñor Marcel Utembi Tapa, arzobispo de Kisangani (República democrática del Congo); y a monseñor Philippe Ouédraogo, arzobispo de Uagadugu (Burkina Faso).

Dirijo también mi cordial saludo a los obispos, los sacerdotes y los fieles de vuestros países, asegurándoles mi oración ferviente. El palio es signo de comunión particular con el Sucesor de Pedro. Que este signo sea también para los sacerdotes y los fieles de vuestras diócesis una llamada a consolidar cada vez más una auténtica comunión con sus pastores y entre todos los miembros de la Iglesia.

Extiendo mi saludo cordial a los arzobispos metropolitanos de lengua inglesa a los que ayer impuse el palio: a monseñor Paul Mandla Khumalo, arzobispo de Pretoria (República Sudafricana); a monseñor J. Michael Miller, arzobispo de Vancouver (Canadá); a monseñor Allen Henry Vigneron, arzobispo de Detroit (Estados Unidos); a monseñor Anicetus Bongsu Antonius Sinaga, arzobispo de Medan (Indonesia); a monseñor Philip Naameh, arzobispo de Tamale (Ghana); a monseñor Timothy Michael Dolan, arzobispo de Nueva York (Estados Unidos); a monseñor Vincent Gerard Nichols, arzobispo de Westminster (Reino Unido); a monseñor Robert James Carlson, arzobispo de Saint Louis (Estados Unidos); a monseñor Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, arzobispo de Bangkok (Tailandia); a monseñor George Joseph Lucas, arzobispo de Omaha (Estados Unidos); a monseñor Gregory Michael Aymond, arzobispo de Nueva Orleans (Estados Unidos); y a monseñor Albert Malcom Ranjith Patebendige Don, arzobispo de Colombo (Sri Lanka).

También doy la bienvenida a sus familiares, a sus parientes, a sus amigos y a los fieles de sus respectivas archidiócesis, que han venido a Roma para orar con ellos y compartir su alegría en esta feliz ocasión. Los arzobispos reciben el palio de manos del Sucesor de Pedro y lo llevan como signo de comunión en la fe, en el amor y en el gobierno del pueblo de Dios. También recuerda a los pastores su responsabilidad de apacentar la grey según el corazón de Jesús. A todos os imparto con afecto mi bendición apostólica como prenda de paz y gozo en el Señor.

Saludo cordialmente a los arzobispos metropolitanos de lengua española venidos a Roma para la solemne ceremonia de la imposición del palio: Domingo Díaz Martínez, de Tulancingo; Manuel Felipe Díaz Sánchez, de Calabozo; José Luis Escobar Alas, de San Salvador; Carlos Osoro Sierra, de Valencia; Víctor Sánchez Espinosa, de Puebla de los Ángeles; Carlos Aguiar Retes, de Tlalnepantla; Ismael Rueda Sierra, de Bucaramanga; y Braulio Rodríguez Plaza, de Toledo, así como a los familiares, amigos, sacerdotes y fieles de sus respectivas Iglesias particulares, que los acompañan.

Queridos hermanos en el episcopado, que las cruces de seda negra que el palio lleva bordadas os recuerden que debéis configuraros cada día más con Jesucristo. Siguiendo sus huellas de buen Pastor, sed siempre signos de unidad en medio de vuestros fieles, afianzando vuestros lazos de comunión con el Sucesor de Pedro, con vuestros obispos sufragáneos y con todos los que colaboran en vuestra misión evangelizadora. En este Año sacerdotal apenas iniciado, llevad muy dentro de vuestro corazón a vuestros presbíteros, quienes esperan de vosotros un trato afable, como padres y hermanos que los acogen, escuchan y se preocupan de ellos. Bajo el amparo de María santísima, Reina de los Apóstoles, que es tan venerada en las tierras de las que procedéis, México, Venezuela, El Salvador, Colombia y España, pongo vuestras personas y vuestras comunidades diocesanas.

Acojo con alegría a los familiares y amigos de los nuevos arzobispos metropolitanos de Brasil, que han venido para acompañarlos en la imposición del palio, signo de profunda comunión con el Sucesor de Pedro. En esta comunión dirijo un saludo particular a monseñor Sérgio da Rocha, arzobispo de Teresina; a monseñor Maurício Grotto de Camargo, arzobispo de Botucatu; a monseñor Gil Antônio Moreira, arzobispo de Juiz de Fora; y a monseñor Orani João Tempesta, arzobispo de San Sebastián de Río de Janeiro. Transmitid mi saludo a los presbíteros y a todos los fieles de vuestras archidiócesis, para que, unidos en la misma fe de Pedro, contribuyan a la evangelización de la sociedad. Como prenda de alegría y de paz en el Señor, imparto a todos mi bendición.

Lo saludo a usted, monseñor Mieczyslaw Mokrzycki, arzobispo de Lvov de los latinos, y a todos los que lo acompañan en este momento de viva comunión eclesial. Una vez más, le agradezco el servicio que ha prestado a la Iglesia como colaborador mío y, antes, de mi venerado predecesor Juan Pabloii. Que el Espíritu del Señor lo acompañe en el ministerio pastoral en favor de los fieles encomendados a su solicitud, a los que envío un cordial saludo.

Saludo cordialmente a los polacos aquí presentes. En particular saludo a monseñor Andrzej Dziega, nuevo arzobispo metropolitano de Szczecin-Kamien, que ayer recibió el palio, y a los fieles procedentes de esa metrópolis. Que en el Año sacerdotal el palio sea también para los presbíteros un símbolo y un desafío para construir la comunión con su obispo, entre ellos y también con los fieles. Implorando para todos vosotros los dones de la caridad divina, de corazón os bendigo. ¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos hermanos y hermanas, que la memoria de los Protomártires de Roma, que celebramos hoy, sea para cada uno de vosotros estímulo a un amor cada vez más intenso a Jesucristo y a su Iglesia. Que os acompañe la maternal asistencia de María, Madre de la Iglesia, de los apóstoles san Pedro y san Pablo, y de san Juan María Vianney. A todos y cada uno os imparto mi bendición.



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